Ya comenzaba a clarear,cuando Ariel entró sigilosamente al Castillo pasando por entre los adormilados guardias del portón. Al llegar a su cuarto,inmediatamente se volvió a desvestir y examinó su cuerpo de arriba a abajo.Como por arte de magia,la irritación y las molestas ronchas del día anterior habían desaparecido.Su piel lucia sana y reluciente como la de un bebé.Respiró aliviada y agradeció a los viejos dioses del océano por haberla ayudado a sanar,y a su madrina por aparecer en el momento preciso.Lo que no sabía era que aquél percance era sólo el comienzo de su infortunio.
Las fiestas comenzaron y la ciudad se engalano para recibir a los más ilustres visitantes que llegaron desde los más remotos lugares para felicitar y participar en los esponsales de la real pareja.
Un navío atracó en el pequeño muelle.Desde su interior, bajaron varias personas elegantes de un lejano y casi desconocido país.Entre ellos,un misterioso y escalofriante personaje,que aunque se veía bastante atractivo,había algo en él que provocaba instintivamente temor y aprehensión.Lo acompañaba un enorme mastín negro tan atemorizante como él, y sus ojos verdes con vetas doradas,observaban inquisitivamente todo cuanto le rodeaba.El príncipe acompañado de su futura esposa,acudió a recibirlo.Al ver a Ariel,el espeluznante perro comenzó a ladrar desaforadamente,mientras pugnaba por soltarse de la correa que el dueño halaba con fuerza hacia sí. La princesa sabía la causa de aquella extraña reacción del perro:su agudo olfato había detectado la presencia de la sirena. Sin pronunciar palabra, Ariel clavó sus aceradas pupilas en las del can,mientras disimuladamente le enseñaba sus blanquisimos dientes. El efecto fue inmediato. El enorme animal comenzó a retroceder gimiendo,mientras se escondía tras su dueño con la cola entre las patas.
A raíz de este incidente, en el que todos quedaron aún más impresionados por aquel talento oculto de Ariel en amansar animales agresivos,el enigmático personaje,no muy convencido de la casualidad de aquella escena,y sí extrañado sobremanera de la forma en que la princesa manejó la situación, se propuso firmemente descubrir qué se escondía detrás del aparentemente dulce rostro de la princesa ,y sin que nadie se diera cuenta, comenzó a espiarla en secreto.
Ariel conoció finalmente, a través de su prometido,la identidad del recién llegado:un príncipe de un pequeño y lejano reino,cuyas tierras áridas y escasos recursos naturales, empujaba a sus miserables y hambrientos pobladores a buscar otras tierras donde asentarse,mientras, su gobernante ansiaba en secreto apoderarse de aquel país hermoso y abundante, pero no contaba con un ejército lo suficientemente poderoso como para invadir,y en silencio tramaba un oscuro plan para derrocar al ingenuo príncipe que lo recibía con todos los honores de un visitante ilustre.
Los días transcurrieron felices y apacibles, el día de la boda se acercaba,y Ariel vivía momentos de ensueño.Una madrugada,en que la piel se le oscurecia en grandes manchas oscuras y rugosas,y la comezon quemaba su cuerpo,la princesa,siguiendo el consejo de su madrina,volvió a escapar para internarse en las aguas sanadoras.La noche era particularmente oscura,por lo que no reparó en aquella siniestra sombra que la seguía furtivamente.Ariel emergió una vez más, completando su transformación en la orilla,fresca y renovada,cuando el retorcido personaje surgió ante ella desde su escondite en unas rocas cercanas.
_¡Lo sabia,sabía que había algo turbio en ti,nunca me convenció ese rostro de ángel, ahora eres mi carta de triunfo, contaré todo a tu amado príncipe y al pueblo,te desollaran viva,y yo tendré la recompensa que merezco por desenmascararte!¡SIRENA!_aullo' mientras rechinaba los dientes de satisfacción.