El Kraken, la criatura más poderosa y terrorífica que habitaba los mares y de quien se hablaba en susurros por creer que era sólo una leyenda espantosa,asomó sus gigantescos y espeluznantes tentáculos golpeando y engullendo barcos enteros con su tripulación,a la par que el tempestuoso Triton agitando su mortal tridente, convertía en un caos de muerte,lamentos,gritos y desesperación, las agitadas y enrojecidas aguas.
El miserable Olaf entró en pánico.Viéndose derrotado y habiendo perdido el grueso de sus seguidores,trató infructuosamente de maniobrar el timón de su nave para escapar de aquel infierno, cuando de repente, se encontró frente a frente con el rostro ceñudo y colérico del rey del mar.Arrodillado trató de implorar clemencia, pero en el momento que el iracundo monarca se disponía a descargar toda su furia sobre él, Ariel emergió inesperadamente de las aguas:
_¡¡Ese es mío padre!!_gritó al tiempo que se lanzaba sobre el aterrorizado Olaf, arrastrándolo consigo hacia las profundidades. _"¿Quien lo diría?, ahora eres mi prisionero_ murmuró con voz ronca mientras se dirigía con toda rapidez hacia la cueva de su madrina..Para mantener vivo a su prisionero le insufló oxígeno manteniéndolo en un estado de semi inconsciencia.
La ansiosa Úrsula dejó escapar un suspiro de alivio al ver llegar a su ahijada sana y salva.
_¡¡Gracias a los dioses, estás viva, pensé que nunca más te volvería a ver!!_exclamó aliviada.
_Tengo que regresar madrina, he hecho una promesa a los Antiguos, si no la cumplo se vengaran destruyendo nuestro reino.A través del Kraken me hablan y me vigilan, no tengo escapatoria. Ahora quiero que construyas una cárcel submarina para este maldito causante de toda esta tragedia y mantenlo vivo para que sufra por toda la eternidad_Ariel se despidió de su madrina y dejando al desmayado Olaf en su poder, remontó una vez más las olas de la superficie donde ya no quedaban ni siquiera los restos de la otrora imponente flota...
Atardecia,un sol rojo iluminó los cabellos de fuego de Ariel al asomarse a la superficie.Una calma pesada se había posado sobre lo que antes había sido un violento escenario de combate.Aquí y allá, las sirenas sobrevivientes se encargaban de socorrer a sus heridos y trasladar sus muertos al fondo del mar para sepultarlos en la cripta de sus dioses.Triton, con el cadáver de su hijo en brazos,fijaba su mirada perdida en el horizonte mientras maldecia la soberbia que le había impedido llegar a tiempo para salvarlo.A su lado,el príncipe sobreviviente pero malherido,balbuceaba un rezo fúnebre a sus ancestros por el alma de su hermano.Ariel se acercó:
_No sé si algún día podrán perdonarme por tanto dolor y sufrimiento,pero estoy dispuesta a pagar por mis errores y asumir la sentencia que merezco.Pero antes tengo que hacer algo por el bien de todos,cuando regrese estaré a tu disposición padre,ahora me marcho,pero volveré pronto, lo prometo.Triton acarició el rostro inundado en lágrimas de su hija.Parecía que todo el sufrimiento del mundo se había posado en sus ojos azul marino.
_Te perdone' desde el mismo instante en que saliste del Castillo decidida a salvar a nuestro reino,mi dulce y valerosa niña,perdóname tú por mi ceguera y arrogancia,haz lo que tengas que hacer,pero vuelve a salvo para tu viejo padre.Ariel abrazó entre sollozos al anciano monarca y a su hermano,y despidiéndose con un breve movimiento de sus manos,se encaminó hacia donde el terrible Kraken la aguardaba con sus fríos ojos asesinos.
La travesía hacia el país de su amado,le resultó pesada y angustiante.Celosamente vigilada desde muy cerca por los Antiguos que la seguían a través del monstruo, repasaba una y otra vez en su cabeza,el plan que había ideado para salvar la aldea de los pescadores y a su príncipe. Ya cerca de las doradas orillas,Ariel se volteó para enfrentar a la horrenda criatura:
_Quiero pedirles algo más....