Cuentos Mágicos para Primeros Lectores: Valientes y Curiosos

Capítulo 5. Mary, la Mariquita Valiente

1. Mary y el Pantano Misterioso

En un jardín vibrante y colorido, lleno de flores de todos los colores y formas, vivía una mariquita llamada Mary. Con su caparazón rojo brillante salpicado de puntos negros, Mary era conocida por su espíritu aventurero y su corazón amable. Un día, mientras exploraba el jardín, escuchó rumores sobre un pantano misterioso que se encontraba más allá de las colinas.

Intrigada por la idea de descubrir algo nuevo, Mary decidió aventurarse hacia el pantano. Al llegar, se encontró con un paisaje completamente diferente: el aire era húmedo y pesado, y los sonidos del jardín habían sido reemplazados por el croar de ranas y el zumbido de insectos desconocidos. A pesar de lo extraño del lugar, Mary estaba emocionada por explorar.

Mientras caminaba entre los juncos y las flores acuáticas, Mary notó algo brillante en la distancia. Se acercó y descubrió una flor mágica que resplandecía con colores vibrantes. Nunca había visto nada tan hermoso. Sin embargo, al intentar acercarse, un gran ser emergió del agua: era un enorme sapo que cuidaba celosamente la flor.

—¿Qué haces aquí? —gruñó el sapo—. Esta flor es mía. No puedes tocarla.

Mary se sintió intimidada, pero decidió hablar con el sapo:

—La flor es maravillosa. Nunca había visto algo tan hermoso. ¿Por qué no me dejas admirarla?

El sapo frunció el ceño:

—Porque es especial para mí. Me trae felicidad en este lugar solitario.

Mary pensó rápidamente en cómo podría convencer al sapo de que no necesitaba quitarle la flor para poder mirarla y disfrutar ese momento. Recordó que había visto una piedra preciosa en su camino hacia el pantano; una piedra que brillaba como un diamante.

—¿Y si te ofrezco algo a cambio? —sugirió Mary—. Puedo traerte una pequeña piedra preciosa que brilla aún más que esta flor.

El sapo miró a Mary con curiosidad:

—¿De verdad? ¿Tienes una piedra así?

—Sí —respondió Mary con confianza—. Permíteme buscarla y te prometo que te gustará más que esta flor.

El sapo dudó, pero finalmente accedió:

—Está bien, pero asegúrate de que sea realmente hermosa.

Mary se despidió rápidamente del sapo y salió corriendo hacia donde había visto la piedra brillante. Se sorprendió porque no encontró la piedra, no veía su resplandor y notaba algunas cosas diferentes. Pensó y pensó tratando de recordar donde la había visto, creyendo que estaba equivocada.

Después de un rato de estar buscando entre las rocas y los arbustos, por fin vio un pequeño destello. Resulta que habían caído muchas hojas y musgo, logrando taparla. Recuperó su sonrisa al darse cuenta de que no estaba equivocada, encontró la piedra en el lugar que recordaba. Soy muy observadora, pensó con alegría.

Regresó al pantano y mostró la piedra al sapo:

—Mira esto. Es mucho más hermosa que la flor.

El sapo observó la piedra con asombro:

—Es impresionante. Nunca había visto algo así. Casi no salgo de este lugar y me estoy perdiendo de ver las maravillas que hay a mi alrededor.

—Me permites volver para admirar la flor —dijo Mary—, prometo que siempre vendré a visitarte y compartir mis aventuras contigo y cuando encuentre algo bello, lo traeré.

El sapo pensó por un momento y luego sonrió:

—Está bien, trato hecho. Puedes mirar la flor cuando quieras, siempre que me cuentes historias sobre tus viajes.

Desde entonces, Mary visitaba al sapo regularmente, compartiendo sus aventuras en el jardín, mientras ambos cuidaban de la hermosa flor en el pantano. Aprendió que a veces lo más valioso no es lo que poseemos, sino las cosas que compartimos con los demás.

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2. Mary y El Rescate de la Abeja Reina

Un día soleado en el jardín; mientras Mary disfrutaba del aire fresco y las coloridas flores, escuchó un zumbido alarmante proveniente del campo cercano. Se acercó volando para investigar y vio a un grupo de abejas agolpadas alrededor de un arbusto espeso.

—¿Qué sucede? —preguntó Mary preocupada.

Una abeja pequeña salió volando hacia ella:

—La abeja reina ha quedado atrapada en una telaraña grande; necesitamos ayuda para liberarla antes de que sea demasiado tarde.

Sin dudarlo; Mary decidió ayudar a sus amigas abejas. Juntas volaron hacia el arbusto donde estaba atrapada Aby, la abeja reina. Al llegar; vieron cómo Aby zumbaba desesperadamente tratando de liberarse mientras la telaraña brillaba bajo el sol, como hilos plateados.

—No puedo dejar que esto continúe —dijo Mary con determinación—. Debemos idear un plan para liberarla, sin lastimarla.

Las abejas comenzaron a discutir diferentes ideas sobre cómo liberar a su reina sin romper las delicadas telarañas. Algunas sugirieron usar su aguijón para cortar las hebras; otras pensaban que deberían intentar atraerla hacia afuera con néctar dulce.

Mary escuchó atentamente todas las ideas y luego tuvo una inspiración:

—¿Y si usamos nuestra fuerza colectiva? Podemos formar una gran cadena e intentar tirar suavemente de las telarañas, hasta liberar a la reina sin dañarla.

Las abejas asintieron entusiasmadas con el plan; así que se alinearon formando una cadena alrededor del arbusto mientras Mary lideraba desde el frente:

—A la cuenta de tres. Uno... dos... tres

Juntas comenzaron a tirar suavemente hacia atrás mientras mantenían sus alas extendidas para evitar dañar las telarañas. Con cada tirón coordinado; notaron cómo poco a poco se iba liberando espacio alrededor de la abeja reina hasta que finalmente logró salir volando libremente al aire fresco del jardín.

La abeja reina giró en círculos agradecida, antes de aterrizar frente a ellas:

—Gracias por salvarme; fue una idea muy ingeniosa.

Sin embargo; mientras celebraban su victoria; notaron algo extraño: un grupo de avispas merodeaba cerca del arbusto donde había estado atrapada la reina. Las avispas eran conocidas por ser agresivas y estaban buscando problemas.




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