Era una tranquila mañana en el bosque, y un búho, llamado Sabiondo, conocido por su aguda visión y su vasta sabiduría, estaba posado en su rama favorita. Con sus grandes ojos amarillos y plumaje marrón, era un observador astuto de la naturaleza. Mientras contemplaba el paisaje, notó algo inusual: manadas de pájaros estaban emigrando en grandes grupos, volando rápidamente hacia el sur.
—Esto no es habitual —murmuró para sí mismo—. Normalmente, las aves migran cuando el clima cambia drásticamente o cuando los recursos escasean. Pero este año, las flores aún están en plena floración y los insectos abundan. Algo está por suceder.
El búho sintió un escalofrío recorrer sus plumas; sabía que debía actuar rápido.
Consciente de que necesitaba actuar rápido, el búho decidió que no podía enfrentar este problema solo.
Mientras planeaba su próximo movimiento, recordó como el río, aumenta su caudal por las lluvias fuertes, y recordó que los troncos caídos y las ramas flotantes causan desbordamientos y grandes daños. Sabía que debía reunir a sus amigos para despejar el río, construir un refugio seguro y asegurarse de que todos tuvieran suficiente comida antes de que la tormenta llegara.
Voló hacia la orilla del río donde vivía su amigo el castor Costy, conocido por su ingenio y habilidades constructivas.
—Costy —llamó el búho al aterrizar cerca de la casa del castor—. Necesito tu ayuda.
El castor levantó la vista.
—¿Qué sucede, Sabiondo? Te veo preocupado.
—He visto señales preocupantes en el cielo. Los pájaros están emigrando en grandes manadas y creo que una tormenta se aproxima. Si no actuamos rápido, el río podría crecer tanto que cause inundaciones y destrucción en nuestro hogar.
El castor frunció el ceño.
—Tienes razón. Necesitamos prepararnos para proteger nuestro hogar. Pero no podemos hacerlo solos. ¿Quién más podría ayudarnos?
Justo en ese momento, una ardilla curiosa se acercó a ellos. Se llamaba Chispa y era conocida por su energía y rapidez.
—¿De qué hablan? —preguntó Chispa, saltando de una pata a otra.
El búho explicó la situación:
—Una tormenta se aproxima, y necesitamos asegurarnos de que todos los animales del bosque, estén a salvo y tengan suficiente comida para sobrevivir.
Chispa asintió con determinación:
—Yo puedo ayudar. Conozco todos los rincones del bosque y puedo correr rápido para avisar a los demás.
El búho sonrió al ver la disposición de Chispa:
—Perfecto. Tú te encargarás de informar a los demás sobre la tormenta. Mientras tanto, Castor y yo organizaremos un plan para despejar el río y evitar que se desborde.
Así que Chispa salió disparada por el bosque, avisando a cada animal que encontraba, sobre la inminente tormenta. Mientras tanto, el búho y el castor comenzaron a trabajar juntos.
El castor utilizó su habilidad para identificar los obstáculos en el río: ramas caídas, hojas grandes y otros desechos que podrían atrapar el agua y causar inundaciones. Con rapidez y destreza, comenzó a retirar todo lo que pudiera represar el agua. Llamó a sus amigos del río, como las nutrias, que eran excelentes nadadoras y podían ayudar a mover los troncos más grandes, y a las ranas, que se unieron para recoger hojas y basura que habían sido arrastradas por la corriente.
—Si limpiamos esto ahora, podremos evitar daños más adelante —explicó mientras trabajaba—. Necesitamos asegurarnos de que el agua fluya libremente. Si no despejamos estos obstáculos, el río podría desbordarse y causar estragos no solo aquí, sino también río abajo, donde viven muchos otros animales.
Las nutrias se zambulleron en el agua, empujando troncos hacia la orilla, mientras las ranas recolectaban todo lo que encontraban en la superficie. El castor organizaba las tareas con eficacia, asegurándose de que cada uno supiera qué hacer. Juntos, formaron una cadena de trabajo: las nutrias llevaban los troncos a un claro alejado del río, donde podían apilarlos sin obstruir el flujo del agua. Las ranas se encargaban de limpiar las hojas y desechos, creando un camino limpio para que el agua fluyera sin obstáculos.
El esfuerzo conjunto era crucial; si no actuaban rápidamente, la creciente del río podría inundar sus hogares y afectar a todos los que vivían en la ribera. Sabían que su trabajo no solo beneficiaría a su comunidad inmediata, sino también a aquellos que dependían del río más abajo en su curso.
El búho volaba de un lado a otro, supervisando todo y asegurándose de que no se pasara por alto ningún obstáculo. Su mirada atenta recorría el paisaje, buscando cualquier señal que pudiera indicar un problema inminente.
Mientras tanto, Chispa regresó con noticias emocionantes:
—He avisado a todos. Las liebres están preparando zanahorias frescas y tiernas; las tortugas están recolectando hojas verdes de diente de león y trébol, perfectas para su dieta. Los pájaros están trayendo semillas de girasol y nueces para almacenar, mientras que las ardillas han comenzado a apilar bellotas y piñas en un rincón seguro. Además, las hormigas están trabajando en equipo para recolectar pequeños trozos de fruta caídos, como manzanas y bayas que encontraron en el suelo.