La tradición que teníamos era decorar la casa y el árbol en noche buena y ahora me encontraba sacando los adornos del ático para decorar el arbolito.
Mientras buscaba los adornos entre montones de cajas, encontré en una algo que llamo mi atención.
Era una caja sin etiquetar, cosa que llamo mi atencion ya que mi madre siempre etiquetaba todo.
Curiosa como soy decidí ver que tenía adentro.
Le saqué la cinta y la abrí.
Lo que vi, me dejo sin palabras, sentí un nudo en la garganta que no me dejaba respirar.
Una muñeca de la señora Claus.
Ese adorno hace años que no lo veía, más preciso desde que él se fue que los adornos de esa caja ya no habíamos usado jamás.
Los que ahora utilizamos son todos adornos comprados el mismo año, mama dice que es para no aferrarnos al pasado.
Ese adorno me traía tanta nostalgia de la última navidad que pase con él, que pase con el hombre más importante de mi vida.
Lo recuerdo como si fuera ayer que mi padre me regalaba ese adorno y me decía sus últimas palabras, el ya sabia que pronto se iría, pero al yo tener solo 7 años no comprendía muy bien que estaba pasando o que se estaba despidiendo.
Había toda la noche buena al lado de su cama, no podía ni quería separarme de él, muy en el fondo yo sabía que me tenía que quedar ahí con él, que no podía dejarlo nada más.
Él me miro a los ojos y me dijo: "Cuanto tu madre me dijo que estaba embarazada de voz, no lo podía creer, aunque aun así estaba muy contento con esa noticia y más contento estuve cuando supe que eras una niña, porque sabía que ibas a ser mi princesita, la razón de que quisiera despertarme todos los días y vivir, vos princesa me devolviste las ganas de vivir"
Al terminar de hablar saco algo de abajo de su almohada y me lo entrego envuelto en regalo.
- Feliz navidad, mi princesa. -Me entrego el regalo y enseguida rompí el envoltorio para ver que era.
Era una muñeca de la señora Claus.
- Es hermosa, papi, gracias. -Lo abrasé como si supiera que esa era la última vez que lo iba a poder hacer.
- Recuerda princesa siempre sé tu misma y jamás des por recibir algo a cambio porque de eso no trata la navidad, trata de dar sin esperar nada a cambio. No olvides que Papi siempre te va a amar y siempre va a estar contigo aun si no puedes verme yo ahí estaré. -Me toco con su dedo índice en el corazón. -Y tú siempre estarás acá. -Se señala esta vez a él.
Se acercó a mí y me beso dulcemente la frente.
Lo último que recuerdo de esa noche es el sonido de esa máquina indicándome que mi padre se había ido y nunca más volvería.
Una lágrima rodó por mi mejilla mientras recordaba el último día que hable con mi padre, el último día en que lo vi con vida.
Otra navidad, y otro año más que la paso sin él.
Un sin fin de emociones surgieron al recordar ese día, una gran tristeza me oprimió el pecho, casi sofocándome.
Por más que intente reprimir mis sentimientos y por más que me obligue a no llorar, no pude me fue inevitable no echarme a llorar mientras más recuerdos invadían mi mente.
El día de mi cumpleaños catorce fue el mejor de todos gracias a él.
Como sorpresa mi padre había invitado al chico que me gustaba sin que yo lo supiera.
Él jamás había sido un padre celoso, siempre pensaba primero en mi felicidad aunque mi felicidad no fuera la suya.
Esa tarde él me dijo.
- Nunca te rindas si amas a alguien y siempre lucha por lo que quieres.
Yo sonreí y simplemente lo abracé.
- Gracias papi jamás me voy a olvidar de este día.
Cuando termine de hablar con él, le hice caso a mi padre y luche por lo que sentía.
Gracias a él logre decirle al chico que me gustaba si quería ser mi novio.
Y ya llevamos tres años juntos.
Las lágrimas seguían cayendo y más recuerdo me llegaban a la mente.
Una semana antes de mi cumpleaños número quince mi padre me había regalo un cuaderno celeste con brillo.
Al principio me había pareció un regalo un poco insulso para ser por mis quince.
Hasta que él me dijo lo siguiente.
- Este cuaderno te lo regalo para que mi pequeña princesita que se está por convertir en mujer pueda escribir acá todos los momentos felices y tristes que pasen en tu vida. Y así en cada paso que des sientas que yo lo estoy dando con vos.
Y ahí comprendí que ese era el mejor regalo que he recibido.
- Hija, encontraste los adornos! -Escucho a mi madre gritar desde el piso de abajo.
Me limpio las lágrimas de mi rostro.
Pongo una sonrisa en mi cara y respondo.
- Si mama, encontré justo lo que necesitaba. -Miro al adorno de la señora Claus mientras digo eso.
Salgo del ático y bajo las escaleras.
Coloco la caja de adornos que compramos para este año en el suelo.
Entre mi madre comenzamos a decorar el árbol.
Una vez que terminamos, agarro el adorno que me regalo papa y con el corazón gritando "te extraño papa, te extraño como no te das una día, ojalá estuvieras aquí conmigo."
Agarro con fuerza el adorno y lo coloca lentamente en el árbol.
- ¿Porque pones ese adorno?
- Lo pongo para nunca olvidarme que él alguna vez existió y logro hacerme muy feliz.
Miro el adorno por última vez y me despido cómo no pude hacerlo en su debido tiempo.
Te dejo ir papa, pero eso no significa que te vaya a olvidar.