LA CURA QUE NO CURÓ LA AVARICIA

      Jorel y Roberto, unos científicos que decidieron dedicar su vida científica a descubrir la cura contra la fuererenta: un padecimiento que se había convertido en la enfermedad del siglo, pues ningún país había logrado hasta la fecha poder fabricar algún medicamento que pudiera controlarla, ni mucho menos curarla.

     Este par de amigos, desde su paso por la escuela y dada su inteligencia y destacadas calificaciones, sin contar sus pequeñas aportaciones con inventos que beneficiaban a la escuela como: lapiceros que funcionaban de forma automática con la voz de su dueño, escribiendo un dictado sin tener que sostenerlo, computadoras con sistemas operativos usados únicamente en esa universidad para evitar la invasión de gente malintencionada del exterior, entre otras muchas cosas más. Decidió investigar la enfermedad y crear lo que sería un descubrimiento histórico, pues ya mucha gente que era considerada unos genios, se habían rendido ante la ella, dando por un hecho que era invencible y nadie encontraría una cura para ello, hasta que llegaron estos hombres de ciencia y optaron por no rendirse. Trabajaron durante años, haciendo prueba y error, prueba y error, hasta que después de cálculos y fórmulas lo impensable ocurrió; finalmente la enfermedad cedió, habían encontrado la cura de lo que todo mundo creyó incurable.

     Como primera reacción, decidieron tenerlo en secreto y sólo administrarla a muy pocas personas, para cerciorarse que todo estuviera en orden, y también mientras pensaban cual era su siguiente paso.

• Deberíamos tener la mente fría y pensar en todo lo que esto nos traería si logramos comercializarla en grande- Roberto propuso de inmediato apenas se pusieron a pensar que hacer con su descubrimiento.

• ¿Pero no sería mejor poder ayudar a la gente y facilitarles el acceso a la medicina?- Jorel tenía un poco de mejores intenciones que su amigo.

• No seas tonto, no te das cuenta que si malbaratamos nuestro producto vamos a terminar en la calle, nuestro estudio y nuestro trabajo nos costó. Se nota que no sabes nada de negocios, déjamelo todo a mi.

     Así fue como Roberto se encargo de negociar con farmacéuticas y marcas para así, en sus intenciones hacerse millonario. Pero no iban a vender la cura como tal, sino que venderían sólo tratamientos para sobrellevar aquel mal, debido que si la gente se curaba de inmediato el negocio se iría al traste. Y para que Jorel no echara a perder sus planes, redactó un documento notariado para que los dos junto con la farmacéutica que compro el invento firmaran que de ninguna manera podían revelar la formula de la cura definitiva, o de lo contrario estaría rompiendo el acuerdo y con ello, irían a la cárcel muchos años acusados de abuso de confianza y defraudación.

     Cuando Jorel tuvo el contrato delante, no le pareció correcto lo que Roberto planeaba, Jorel había estudiado para crear cosas que beneficiaran el crecimiento de la sociedad y eso se contraponía con su objetivo, pero al parecer el objetivo de su colega siempre fue el dinero. Jorel se negó a firmar y amenazó a Roberto en compartir de forma gratis la cura, cosa que no podía porque el descubrimiento era de ambos, y los dos tenían que estar de acuerdo con cualquier decisión que se tomara respecto a la formula. La discusión se alargó hasta que Roberto convenció a su compañero, que si lo hacían como él quería, los dos ganaban, ya que se conseguía el dinero que él quería, y al mismo tiempo la gente se beneficiaba para sobrellevar la enfermedad. Al final y sin tener otra opción, Jorel aceptó, pues era mejor eso (no obstante no estuviera de acuerdo) a que el tratamiento de una enfermedad cruel y mortal estuviera escondida, aunque no pudo dejar de lamentarse el no poder exponer la cura. El documento se firmó, y desde ese momento los dos tenían estrictamente prohibido revelar nada o estaría en serios problemas legales.

     En cuanto el tratamiento salió a circulación, mucha gente corrió a comprarlo y por consiguiente a sentirse mejor, pero como era de esperarse, muchos no pudieron adquirirlo ya que, al tratarse de una enfermedad difícil, las personas de escasos recursos, por mas esfuerzos que hiciera no podría costearla, y menos tomando en cuenta que no era una sola dosis, sino que era un tratamiento de por vida. Ese aspecto a Jorel le molestó, pues le dolía ver en las noticias como la gente seguía pereciendo por una enfermedad que tenía cura, y mas coraje le causaba saber que él fue fundamental para encontrarla y por la ambición de su amigo no pudieran esparcirla para que la gente pudiera curarse.

      Jorel rogó a Roberto para que dieran a conocer la fórmula, pero su colega le recalcó que se había firmado el contrato y no había marcha atrás aunque él también lo quisiera (cosa que no iba a pasar)

     Roberto y Jorel se forraron en dinero, y el primero de inmediato despilfarró cada centavo comprando casas y autos al por mayor; mientras que Jorel que tenía como vocación ayudar a la gente, lo uso para crear una fundación y comprar dosis de su propia invención para administrarla a gente con escasos recursos económicos.     Roberto le dijo que era un tonto porque prácticamente no estaba ganando dinero pues estaba vendiendo su producto pero se lo estaba comprando él mismo, pero a Jorel no le importaron esas palabras cargadas de egoísmo y veneno.

     Un día que Jorel y Roberto discutían por milésima vez ese tema de liberar la cura y por el mismo número de veces que Roberto se negó rotundamente, poniendo de por medio el contrato – Por favor Roberto, recapacita, no es correcto dejar que la gente sufra por algo que tiene solución y que está en nuestras manos.-  no paraba de insistir el amigo. Roberto recibió una llamada. Jorel únicamente vio como la cara de su amigo que de por sí era pálida, palidecía más. La mano que no sostenía el artefacto de comunicación se fue hacia su cara y sus ojos se entristecieron. Roberto sin decir palabra alguna salió y se fue.