Cuentos Oscuros. La Sirenita

¿Encontraré una solución?

Pero, aunque Sairen lo intentó, no se sintió cómoda con otros humanos, salió con varios muchachos, pero cuando la besaban no era lo mismo que con Shokuji, incluso evitaba tomarlos de la mano, excepto una vez que vio a su ex novio, con Virna, hay si se abrazó a su acompañante, e incluso ella lo besó.

Esa noche pensó que ya no quedaba más que el pescador, quería que su primera presa fuera mejor que la que habían llevado las demás, pero ya faltaba un mes, sino no lo lograba... por eso mismo ahora eran tan pocas.

Pero sorprendentemente, una tarde en la plaza se encontró con su primera elección, que le pidió humildemente conversar.

— ¿Podemos hablar?

— Que mentiras quieres decirme ahora — lo miró con odio — tenías novia y no me dijiste, pensaste que nunca me enteraría, déjame en paz.

— Lo siento, es verdad que cuando te vi solo quería... ya lo sabes, pero luego de conocerte me he dada cuenta que eres muy especial.

— Tanto que querías acostarte conmigo en la primera salida — se puso de brazos cruzados.

— Es verdad, no lo negaré, solo te quería para la cama, pero ahora todo ha cambiado.

— ¿Sí? ¿Qué cosa?

— Me enamore de ti, por eso termine con Virna.

— ¿Cómo? — estaba entre sorprendida y alegre.

— Lo hice porque ya no puedo vivir sin ti a mi lado — la miró a los ojos — te amo... ¿Quieres ser mi novia?

Sairen no podía creer lo que oía, dejó a la jirafa oxigenada por ella pensó, pero ahora su deber era...

— ¿Quieres que te dé un tiempo? Sé que tienes razones para desconfiar, pero esta vez prometo que todo será como debe ser ¿Quieres ir a conocer a mis padres?

— No necesito pensarlo... por supuesto que quiero ser tu novia — se besaron alegremente.

Sairen empezó a compartir con la familia del joven, que, aunque no estaba de acuerdo con el cambio que hizo el joven, con los días comenzaron a tomarle apreció a la jovencita.

— ¿En que trabaja tu familia? — preguntó el padre de Shokuji.

— No tengo padres, papá... murió antes que yo naciera.

— Entiendo ¿Y tu madre?

— Era pescadora como el padrino.

— ¿Estudias? — ahora fue el turno de la madre del joven de preguntar.

— No, estoy... tratando de ver que hago con mi vida.

— Si necesitas apoyo de cualquier tipo, avísanos, nos alegrara ayudarte — le sonrió la señora, y le sirvió un poco más de ensalada.

— Gracias.

Ya faltaba poco para el momento de volver al mar, pero la sirena ya no tenía ganas de estar con su raza, quería vivir con Shokuji y sus padres, con ellos aprendió que no todos los humanos eran mezquinos o malvados como pensó, en las noches no dormía tratando de encontrar una salida, si se quedaba en la tierra y el agua salada no tocaba su cabeza, podía seguir así para siempre, no necesitaría el ritual de sangre, pero el problema era de donde sacaría al hombre que debía llevar. Solo le quedaba una solución.

— Mañana te daremos el dinero que falta, pescador, en la noche.

— Pensé que sería pasado mañana, cuando todo hubiera pasado.

— Mañana ¿Lo quieres o no?

— Sí — dijo el hombre, aunque no muy seguro.

Por fin respiró aliviada, ya tenía a su presa. Iba a hablar con su mamá, sabía que la entendería, todo sería perfecto, a su amado le diría que no quería saber más del mar, le pediría ir a vivir al interior. Qué alivio sintió, al encontró la solución perfecta. Pero en la mañana cuando se levantó el pescador no estaba, había tomado sus cosas y se fue en silencio. No era tan tonto, presintió lo que ella planeaba hacer.

Toda la mañana lloró, le dolía el corazón, pero ya no podía buscar a otro. Tomó fuerza, debía seguir con el plan para el que lo había buscado en un principio. En la tarde, antes de ir a ver al joven enamorado, recordó que Shokuji quería que tuvieran su primera vez.

— Amor, quiero que vayamos a Playa Misterio a la noche, padrino salió de viaje, estaremos solos — dijo ocultando su angustia.

El joven entendió inmediatamente la indirecta.

— Allá estaré, te amo Sairen, seremos tan felices, te amaré hasta el fin de mis días — al escuchar eso el corazón de la joven se partió de dolor, pero debo seguir adelante, por su gente, por su madre.

Esa noche mientras iban a caminar a la playa ella iba triste, pero trataba de disimular, en un momento dado se sentaron a besarse, él la acomodó en la arena, le sacó lentamente la ropa para hacer lo mismo con la suya, en ese momento la sirenita no pudo evitar que Shokuji se diera cuenta que estaba deprimida.

— Si no quieres hacerlo ahora, esperaremos hasta que estés segura, no quiero que te sientas obligada.

— Quiero hacerlo ahora.

Mientras la poseía, él se imaginaba su boda, al acabar dentro de ella se ilusionó pensando que tal vez quedó esperando, ya la veía con su ropa de embarazada, mientras se relajaban la abrazó pensando si su primer hijo sería niño o niña.

Ella no podía dejar de llorar, pero a pesar de sus sentimientos encontrados empezó a cantar una extraña melodía que hizo perder su voluntad al joven, se levantó y lentamente entró al mar, el agua a su alrededor se veía como si hirviera, eran las sirenas que se deleitaban anticipadamente de su próxima víctima.

La jovencita al tocar el agua de mar, volvió a convertirse en sirena, sabía que pasaría exactamente, desde niña había participado en el ritual de sangre, gracias al humano que amaba las de su raza podrían seguir viviendo seis meses más. Sairen llegó justo para ver cómo era despedazado con las garras y dientes afilados de sus compañeras.

— Apúrate hija, sino no alcanzarás la sangre caliente, y la carne palpitante.

Sairen pasó entre todas, golpeó y arañó a Hakai, para poder tomar el corazón de Shokuji, al tenerlo en sus manos se alejó lentamente en dirección a la fosa de las Marianas, su madre, que ya había comió la siguió, logró detenerla antes que entrará al agujero.



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En el texto hay: misterio, sacrificio, amor

Editado: 06.06.2020

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