Cuentos para mi niña

El gatito Pirulito

 

El gatito Pirulito.
Había una vez un gatito llamado Pirulito. Era un gatito chiquito y negrito que ronroneaba en el callejón a cualquier hora. Todos le temían en el vecindario porque como era negrito traía mala suerte que se les cruzara a los vecinos del lugar, según decían los moradores del vecindario que eran muy supersticiosos. El tanque de la basura era su amigo, nunca se enojaba cuando el cruzaba por el frente suyo ni le lanzaba improperios. También el tanque de la basura era bondadoso, le brindaba alimentos y refugio en la lluvia, pero no era muy cariñoso, ni le hablaba si quiera. Pirulito quería jugar con los demás y no podía hacerlo más que con su sombra o su reflejo en el charco. Una tarde aparece en el callejón un camión ruidoso y polvoriento y se lleva a su único amigo, el tanque de la basura. Pirulito sintió que se llevaban parte de su vida, de su mundo, no podía ni imaginarse que haría ahora sin techo y sin alimentos. El cielo se encapotó y comenzaron a caer goterones en el caliente asfalto. Pirulito corrió despavorido, buscando donde resguardarse y no encontraba lugar. En ese momento sintió un olor a leche con canela que salía de una ventana en un segundo piso. Creo que puedo escalar, quizá por esa tendedera y luego por la planta de enredadera…pensó Pirulito. En un abrir y cerrar de ojos se lanzó a su aventura, lo sorprendió su capacidad, aquello le resultó bien fácil y en un pispas estaba en la ventana de la cocina donde la leche expedía tan grato olor. Un ronroneo de felicidad escapó de su garganta. La cocinera se dio cuenta y gritó, Pirulito se engrifó y fue tal el susto que se llevaron ambos que casi se estallan sus corazones. Al pasar dos segundos, la cocinera reacciona de una manera que no imaginó Pirulito, le regaló una taza de leche la cual agradeció con un ronroneo. Cuentan las ratas del callejón que nunca más Pirulito se sintió solo, ya tenía una amiga y pronto consiguió un techo donde dormir en el callejón de al lado. Ahora se puede ver cada tarde a Pirulito regresar con los bigotes embarrados de leche. Colorín pintado, este cuento se ha acabado.

 




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