"¿Por qué habría de temerle al qué dirán? La cuestión, sin dudarlo, es ver por ti mismo la miseria de este mundo. ¿Quiénes son aquellos que se atreven a subestimarnos? No es cuestión de una persona, es un conjunto. ¿La vida sería más bella con una explosión?...
—@Clock289 pregunta: ¿La vida sería más bella con una explosión? Pues sin duda, una explosión es una liberación. La libertad siempre es bienvenida.
A menudo me preguntan por qué decidí trabajar en la radio, teniendo en cuenta el tipo de persona que soy. Yo siempre respondo que es por el dinero, y por la libertad que me da el hablar en una habitación cerrada, mientras muchas personas escuchan desde la comodidad de sus casas. De cierto modo, es peligroso. Una sola palabra, como pólvora, y la mente de los escuchas se enciende.
Otros incluso me preguntan por qué creí conveniente ocultar mi verdadero nombre y nombrarme como Agust Watermelon, obviamente es por la misma cuestión que antes mencioné. Es peligroso lanzar una chispa que detone, aún más sabiendo quien es el culpable; entonces Agust es la persona indicada, él ya tiene una vida jodida. Cambiar de nombre es peligroso para el alma, pero es seguro para el cuerpo.
Lo único que tengo que hacer es sentarme, esperar a estar al aire y decir lo que sea. Lo que sea que resulte interesante. Hablar y poner música. Música de verdad, no la mierda que está de moda en la actualidad. Habrá gente que me considere pedante, después de todo, ¿quién soy yo para criticar los gustos de los demás? Solo soy Kim Johann, y eso ya dice mucho.
—Muchas gracias por acompañarme un día más en este su programa favorito, se despide Agust Watermelon. Que tengan una interesante velada.
Odio esa despedida, es tan irritante. La odio casi tanto como odio a las personas. Ojalá los demás se pudrieran, en especial los que fuman en la calle; esas se merecen de las peores cosas. Y no me hagan hablar sobre mi vecino, ni siquiera lo intenten; ese viejo está a un solo paso de la tumba, y no puedo esperar a que lo dé. Tal vez noten que no soy una persona muy agradable, pero es porque no me conocen de verdad; yo lo entiendo, ustedes no tienen el problema.
Después de recoger mis cosas, salí a la calle. Había sido un día agotador, y aún no acababa. La noche lo envolvía todo, un agradable océano de oscuridad se observaba en el cielo, con imponentes nubes como olas que intentaban ocultar a la luna. Aunque la noche tenía una esencia feérica era casi imposible notarlo por el ruido intenso de los automóviles cruzando la calle, las luces de colores que inundaban la ciudad molestando la vista, y el desagradable smog que irritaba la garganta. Nunca le he visto lo bueno a vivir en la ciudad, si me lo preguntan preferiría vivir en algún pueblo alejado del bullicio en una pequeña casa; sí, eso sería bueno. Pero aún tengo cosas que hacer aquí.
Mientras caminaba por un parque a la luz de las candelas burbujeantes podía sentir el aroma del café recién hecho, qué maravilla era esa, que perfección. Ese parque se encontraba especialmente solo, los arboles le daban un aspecto de cuento de hadas. Incluso podía escuchar al viento cantar al pasar por entre las hojas, como una ligera caricia. Solo unas cuantas personas paseaban a esas horas, por eso la mejor hora para descubrir lugares es por la madrugada; porque estos se muestran tal y como son.
De repente me encontré con una banca iluminada por un faro y aun sujeto sentado en ella. Aquella persona miraba hacia el frente y solo hacia al frente, y escuchaba música a través de sus auriculares. Tenía el cabello negro un poco corto, una gabardina azul marino y una boina de color negro con unos cuantos prendedores, ojos rasgados, una barbilla afilada, y un lunar en su pómulo izquierdo; quitando esa última característica el muchacho era idéntico a mí. La similitud lo hacía terrorífico.
Cuando estuve tan cerca de tocarlo me volteó a ver, y nos quedamos viendo fijamente; casi como dando crédito a lo que estábamos presenciando. El chico se quitó sus auriculares, se paró de súbito y con cara de espasmo me señalaba con un dedo.
—!Doppelgänger¡ —Gritó llevándose las dos manos a la boca.
¿Era posible aquello? Una persona idéntica a mí, era increíble. Podía escuchar su respiración y casi sentir la manera en como su pecho subía y bajaba. Parecía que nuestros corazones palpitaran al unísono.
Y justo después de mirarnos por un minuto seguido, él no pudo soportarlo más y echó a reír.
—Jae Shin, realmente creí que aguantarías más. Nos estaba saliendo bien. —Rompí a reír junto con mi gemelo.