Cuerdas Rotas

Capítulo 5

—Eres Hanna ¿Cierto?—Dice la psicóloga que se encuentra sentada al frente suyo.

—Si—Contesta la niña cabizbaja y con su vista nublada.

—Tú madre piensa que eres tú hermana gemela Hannie. Ella está en un estado mental crítico, tanto así que por modo de aparentar que todo está bien eliminó las memorias de ti y que él accidente nunca sucedió. Es decir que sólo hubo una sóla niña y es Hannie. Aún no descubrimos el motivo del porqué no te recuerda, si sabes algo me puedes contar—La mujer de unos tantos 30 años de edad le sonríe y cruza sus dedos apoyando sus codos en la mesa. Hanna detiene su pequeño llanto y la observa, suspira y sube una de sus mangas de su uniforme que contenía pequeñas manchas de sangre en él. La mujer observa el brazo y frunce su seño, toma él brazo con delicadeza y observa los pequeños moretones y rasguños que poseía.—Esto...¿Te lo hizo ella?— Dice ahora agarrando una pequeña libreta y comienza a escribir.

—En casa mamá siempre me decía que no era su hija y que su única hija era Hannie. Cada vez que le preguntaba un motivo o intentaba hacer cosas por mi misma, ella me golpeaba. No lo entiendo. "Ella es nuestra madre y nos quiere"...Es lo que me decía Hannie siempre que me golpeaba, y ahora ella ya no está-—Termina de hablar y rompe en llanto de nuevo.

—Esto se debe considerar como maltrato infantil, pero no tienes familiares o amigos cercanos. Según las autoridades, fue un accidente ya que tú hermana se encontraba en un punto ciego del conductor. Así que esperaremos un año, pasarás a un orfanato y cuando llegue el momento, si tú madre se ve mejor para cuidarte, te llevaremos de regreso con ella. 

—Está bien—Dice Hanna en un susurro. Lo que la psicóloga no sabía era que su madre no estaba en estado para conducir, al ser una niña no entendía por qué su madre se inyectaba. En él orfanato las encargadas dieron charlas de convivencia y en una de ellas hablaron sobre las drogas. En ese momento se dio cuenta lo que su madre hacía. No le contó a nadie. Excepto a su mejor amiga llamada Susanna, quien estaba en el mismo orfanato. 

Al año su madre salió de recuperación y Hanna no tuvo otra forma que tener que ser alguien que no era. Su preciada hermana gemela Hannie. Así pasaron los años y Hanna supo sobrellevar la vida perfecta de su gemela. Esto sucedió hasta que llegó a la secundaria. 

Presente

¿Qué me sucede? ¿Por qué recuerdo todo esto ahora?, debe ser por lo de esa llamada.

—¿Te encuentras mejor?— Susi se aparta un poco de mi y alza la comisura de su labio, esbozando una pequeña sonrisa.

—Si, lo siento. Pensé que había dejado de tener ataques de pánico—Trato de mantener la calma y me siento en el sillón. Ahora que me observó mejor, llevó puesto unos shorts que sólo uso al dormir y una camisa de tiras. Que vergüenza.

—Lo lamento, por tu puerta— Harry se dirige a la puerta y agarra la manija que había en el suelo. Vuelve a mi dirección y me la entrega.

—No, está bien. No sé cómo lo hiciste, pero llegaste en el momento indicado— Miro la manija con interés, que fuerza debes tener para destrozar la manija de una puerta.

Hoy es sábado así que no creo que venga alguien para arreglarla. Suspiro un poco.

—¿Tanto así le tenías cariño? Es sólo una manija— Susi se sienta a mi lado y pone una mano en mi hombro.

—No tonta, es que probablemente no pueda dormir aquí está noche. Es sábado y no arreglan puertas los sábados—Digo algo con sarcasmo. Una idea viene a mi cabeza enseguida, miró a Susi y ella comprende en seguida. —¿Por favor? Déjame quedarme en tu casa por hoy, te prometo que seré una niña buena ¿Si?—Digo haciendo ojitos de cachorrito.

—Hanna, lo siento. Hoy no puedo, mis padres no están y tengo casa sola...Ya sabes, mi novio viene hoy—Sostiene mis manos y me da una sonrisa, tienes el descaro de sonreír.

—¿Prefieres a tu novio que a mi?—Digo indignada, claro que no lo estoy. Es una chica loca, pero ella sabe lo que hace. Además es sólo su quinto novio de este mes, nada mal.

—Hanna, también puedes ser mi novia si quieres, podemos hacer un sand—Tapo su boca y la miró con ojos fieros. Harry aún sigue aquí, no quiero que escuché mis conversaciones extrañas con Susi.

A pesar de ser una adulta y estar en la universidad, sigo siendo mala para relacionarme con las personas. Además a la única que tengo como amiga es a esta chiflada pero aún así la quiero.

—Está bien, haré esto—Me levanto con la manija y busco un poco de pegamento en el cajón de mi habitación, llego a la puerta y con mis habilidades de manualidades lo termino.—Listo,  así nadie se dará cuenta que no sirve—Me volteo a verlos y doy una sonrisa. Harry viene hacía mi y queda cara a cara conmigo. Mira la manija pegada exitosamente por mi y la arrebata rápidamente.

—¡Hey! ¿Qué haces? Estaba perfecta—Digo con seño fruncido e intentando agarrar la manija de sus manos—Sueltala— digo con tono autoritario.

—No—. Dice elevandola sin dejarme alcanzarla

—Eres un niño—Digo cruzandome de brazos y haciendo un mohin.

—Y tu eres una niña—Dice sin expresión, su mirada era como si fuera la más tonta de esta tierra. ¿Qué? ¿Quién va a pensar que está pegado?.

—Perfecto—Dice Susi que sin darse cuenta interrumpió el mal ambiente—Me tomé la libertad de llamar al encargado del edificio y dice que vendrá con un cerrajero.

Le sonrío y voy hacía su dirección ignorando a Harry

—Y dime ¿A que hora viene?— Digo emocionada.

—Emm, a las 8:00—Rasca su cabeza incómoda—...de la mañana—Me mira como si supiera que lo voy a decir

—Entonces no se ha solucionado nada—Digo suspirando

Susi me mira y luego mira a Harry, hay no, conozco esa mirada.

—Tengo una idea ¿Y si te quedas en la casa de Harry?— Dice sonriendo

Lo sabía




 



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En el texto hay: romance, odio, gemelas

Editado: 21.07.2019

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