No ocurrió nada, me levanté, lavé mis dientes y desayuné mientras que Harry aún dormía. Sigo preguntándome en que trabaja para pagar este apartamento tan grande y dormir hasta las 11:00 de la mañana. Lamentablemente no soy quien para meterme en su vida.
—Buenos días— la voz ronca de Harry y su cabello despeinado me hace erizar, apoya un brazo en el marco de la puerta y tiene un ojo cerrado.
—Buenos días— digo terminando la tostada con mermelada llevándomela a la boca de un mordisco. Me levanto y le sirvo una también. —Deberías aprovechar mis servicios—Le unto la mermelada y la dejo de nuevo en el plato. Puede que estemos en malos términos pero aún así me dejó quedarme en su apartamento por lo que le agradezco.
—¿Hoy tienes clases?—Dice llevándose la tostada con gusto
—Si, por la tarde— Afirmo mirando en mi celular un mensaje de un número desconocido. Lo abro y lo leo.
"Esto no se va a quedar así Hanna, eres de mi sangre y por eso me debes pagar o sino habrán consecuencias"
Qué demonios, me tenso al leer el mensaje pero intento que Harry no me haya visto, lo miro y efectivamente se dio cuenta por lo que viene a mi lado y arrebata mi celular.
—Oye ¿Qué?— Le grito indignada, ya hemos pasado más allá de una conversación, es suficiente.—Damelo— digo ahora de pie e intentando agarrarlo. Siento que ya hemos hecho esto antes.
—Toma—me lo entrega y me di cuenta que bloqueó el número.
—Dejemos esto—Digo en un murmullo que el alcanza a escuchar.
—¿Dejar qué?—Me pregunta confundido
—Esto, lo que sea que estemos haciendo, no somos amigos que se agarran de la mano y jugamos Harry— Digo ahora con mi cabeza mirando al suelo, sé que es difícil pero tengo que superarlo, hacer como si nunca hubiera regresado será lo mejor.—Tengo que irme— digo ahora agarrando mis cosas
—Espera, te llevaré— Agarra sus llaves y antes de que salga de la puerta, la cierro y camino rápido. Seré tonta ya que si sigo así volveré a caer en lo mismo. Observo que no me siga y tomo el ascensor. Busco mi celular en mi bolso y no lo siento.
No puede ser, lo dejé en la mesa. Nada me sale bien, ni siquiera escapar. Espero el ascensor, entro y antes que se cierre la puerta una mano lo detiene. Harry está con mi celular en la mano y las llaves de su auto.
—Lo dejaste— Dice entrando en el ascensor y posicionandose a mi lado, me entrega el celular y el silencio se adueña del lugar. Espero que el ascensor marque 1 y poder salir de aquí. Se abren las puertas y salgo, miro por el rabillo del ojo y me sigue detrás.
—¿Qué haces?—digo ahora deteniendome.
—Camino— Dice sarcásticamente. Si, sé que no tengo que preguntar lo que esté haciendo pero se ve perfectamente que me persigue. Suspira—Me dirijo a la tienda Hanna—dice ahora volviendo a caminar y pasa por mi lado. Me siento muy estúpida ahora mismo.
—Y-Ya veo...— Sigo caminado ahora detrás de él y vibra mi celular de nuevo. Esta vez es un número que conozco claramente.
—¿Hanna Williams?— Escucho la voz de la enfermera del hospital Vallet, donde se encuentra mi madre.
—¿Si? ¿Algo le ocurrió a mi madre?—pregunto con la mejor calma posible ya que camino detrás de Harry y no quiero que escuche mis problemas de nuevo.
—Despertó— Dice la enfermera dándome algunos datos que no logré entender, dejo de caminar y cuelgo después. Los recuerdos de encontrarla en el piso casi sin vida llegan a mi mente. Ella tuvo un sobredosis de heroína, pero al llegar a tiempo al hospital pudo ser salvada.
*Flashback*
Respiro hondo y trato de mantener la calma, entro a mi cuarto y busco entre mis cosas, la caja negra en forma de violín, mis manos comienzan a temblar y en mi cabeza pasa el mismo recuerdo de la muerte de Hannie. Una y otra vez cada vez que observo o toco un violín.
Trago seco y abro la caja observando el objeto que allí residía. Un pequeño y frágil violín blanco. Comienzo a temblar cada vez más y lo sacó rápidamente, gotas caen en él y me seco rápidamente las lágrimas que desbordaban lo mi mejillas.
—Hannie— La voz de mi madre me saca del trance y vuelvo a meter el violín en la caja, la agarro y bajo con ella.
—¿Si? madre— digo a la mujer que está sentada con una sonrisa en su rostro. Ella tiene facciones bien definidas, labios rojos y piel pálida. A comparación cuando se inyectaba, es ahora una mujer hermosa y alegre.
—¿Qué tienes allí?— Pregunta observando la caja que llevo en mis manos. Respiro profundo, puedo hacerlo. Mi profesor dijo que puedo ser yo misma, nadie puede cambiar eso. Yo soy Hanna no Hannie.
—Ma-madre— mi voz tiembla y sale en un hilo de voz.
—¿Qué sucede, Hannie?— pregunta preocupada y se levanta.
—No...—digo en un susurro—No soy Hannie— levanto la mirada, saco el violín rápidamente y se lo muestro. La mirada de confusión es evidente, respiro una vez más y muerdo mi labio.
—Mamá, esto es de Hannie— Alzo de nuevo el violín
—Pero, tu eres Hannie. No te entiendo— Dice con un sonrisa ahora. —Siempre serás Hannie, no importa lo que hagas, eso no va a cambiar, mi cielo—. Toca mi mejilla
—¡No! ¡Soy Hanna!— Sin querer levanto la voz y me aparto de ella. Miro de nuevo su rostro, sus ojos dejaron de brillar.
—¿Quién es Hanna?, tesoro no juegues conmigo— Su sonrisa cambia drásticamente y ahora resulta más perturbadora.
—Mamá, Hanna soy yo, tu hija— Una lágrima se escapa y mis labios tiemblan—Hannie, era mi hermana...gemela— Él hilillo de mi voz casi no me deja terminar de decirlo.
—¿Qué hermana? Hannie tontita, nunca has tenido hermanos— Dice con un sonrisa y volviendo a acariciar mi rostro. Frunzo el seño y saco de la caja una pequeña foto, mis lágrimas son más evidentes y mi vista se comienza a nublar al ver la fotografía. La fotografía fue tomada cuando teníamos 8 años, el año en que Hannie falleció. Estamos tomadas de las manos y ella sonríe, yo tengo el seño fruncido ya que me había molestado por una tontería.