Jane:
Acción, eso era precisamente lo que anhelaba a gritos y terminé viviendo en una monotonía recubierta de dinero. Ellos intentaron darme todo, pero para mí insaciable sed de más, nunca era suficiente. Sus miradas me daban igual, sus abrazos, sus "cuídate", solo quería una historia que poder contarle a mis hijos.
Pedía una vida diferente, que cuando tuviese cuarenta años, no me quedara nada por ver, pero tenía todo lo contrario, estaba cómoda, no luchaba por nada. Bastaba el simple chasquido de sus dedos, para tener al mundo comiendo de mi mano, y no es que no disfrutase de eso, pero no estaba satisfecha.
No sé cuál de todos los dichos de la jerga popular le peguen a mi vida, porque a todos ellos, hoy les encuentro sentido. Quizá recé demasiado alto, o a lo mejor, esta es una de las pocas veces, en las que los deseos se vuelven realidad, solo que el mío, terminó siendo la versión más jodida de lo que pedía.
Culpabilidad, quizá, es lo que recorre mis venas, en vez de sangre, miedo, pena de mí misma. No sé cuántos de todos esos sentimientos, son los que más reconcome tu organismo, cuando se cae el castillo de naipes en el que tú, eres la princesa.
A mí me pasó, se derrumbó la torre, los dragones salieron al acecho, mientras suplicaba por ayuda, pero no me escuchó nadie. Esta vez, mi garganta se quedó seca, mi voz terminó ronca de tanto gritar, pero nadie, nadie vino a ayudarme y a lo mejor esa era la razón por la que odiaba tanto al mundo. Porque odiar a otros es la única variable para no odiarte a ti mismo.
El egoísmo de mis deseos fue lo que me llevó a este punto y estoy consciente, pero pensé que el genio de la lámpara que tocó mi puerta era más amable. Esperaba que me diera felicidad, no que me volviera un personaje cliché de literatura, esos que están demasiado ciegos como para ver más allá de lo que su pasado le permite.
La diferencia entre yo y uno de esos protagonistas, es que ellos reciben amor, un hombre tóxico es tentación, pero cuando es una mujer, no pasa de ser una adolescente loca, con traumas psicológicos. Solo que es una pena que ese no fuera precisamente mi apodo, yo era una reina desterrada, una suicida.