Cuervo de Cuarzo

VI: Poner las cartas sobre la mesa [Viana]

—¿Qué tal este, su alteza? —me preguntó Lily cuando ya íbamos por el tercer peinado.

Esta vez me había hecho un rodete enorme en la parte alta de la cabeza, coronado por una trenza que hacía a las veces de cintillo. Si bien no se veía tan mal como los otros, seguía sin gustarme la idea de recoger todo mi cabello y exponer mi cuello y hombros, especialmente cuando iba a estar en un sitio desconocido el día del Solsticio de Invierno, pero no valía la pena decir nada; no tenía autorización para llevar el pelo suelto. Ni yo, ni mis doncellas, ni ninguna de las empleadas en público, simplemente no era bien visto.

—Me gusta la trenza —dije por decir algo.

Lily resopló. Me dio lástima por ella, que tenía que seguir intentando peinado tras peinado, pero realmente no me veía presentándose en público viéndome así.

—Su alteza —comenzó pacientemente—, ya sabe cuáles son las órdenes de su padre con respecto a su peinado…

—Tiene que ser recogido y elegante —terminé por ella—. Ya lo sé.

Antes de que Lily pudiera agregar algo más, alguien llamó a la puerta. Miré a mi doncella extrañada, además de ella y Selma -mi otra doncella-, nadie venía nunca a mi cuarto. Y las pocas veces que se requería mi presencia para asuntos formales, me eran avisadas con anticipación.

Lily se acercó a la puerta, dejándola abierta solo lo justo para poder ver a su interlocutor, pero no para que la persona que estuviera fuera pudiese ver mucho hacia adentro.

—¿Tiene que ser ahora? —la escuché preguntar—. Sí, sí. Entiendo. Se lo diré.

—Su alteza —me dijo al voltearse—, su majestad requiere su presencia en su oficina inmediatamente.

Supe por su mirada que inmediatamente realmente significaba inmediatamente así que me puse de pie sin tiempo para desarmarme el peinado que me habían hecho y me encaminé hacia la puerta. Fuera, estaba esperándome Giani el consejero real y la mano derecha de mi padre.

—Desde aquí podemos solos —le indicó a Lily mientras me ofrecía el brazo.

—Gracias, Lily —dije calmada, pero no le tomé el brazo. Nunca me habían gustado las libertades que pretendía tomarse, y a pesar de que mi padre confiaba completamente en él, prefería mantenerlo a raya.

 

Nos dirigimos hacia la oficina de mi padre, hacia la cual se debían subir varias escaleras y pasar por una puerta escondida detrás de un cuadro hacia un ala secundaria del palacio que no era detectable por fuera. A pesar de que vivíamos en un estado pacífico y de que teníamos buenas relaciones con el imperio vecino, mi padre nunca escatimaba en asegurar nuestra seguridad, por lo que solo personas del círculo más íntimo tenían acceso a la locación de su oficina y dormitorio.

Giani abrió la pesada puerta y me dejó pasar primero. Dentro, la habitación estaba débilmente iluminada, ya que mi padre a menudo trabajaba con las cortinas cerradas del todo y con una pequeña lámpara de escritorio encendida aunque fuera fuese de día.

—He venido —lo saludé.

—Viana, sí, que bueno que llegaste —dijo sin levantar los ojos de un documento que estaba leyendo—. Siéntate.

—¿Por qué me llamó, padre? —pregunté después de haber estado sentada un rato en completo silencio. El consejero nos observaba desde la ventana.

—¿Necesito una razón para querer pasar tiempo con mi hija? —seguía mirando su documento.

No le respondí. Lo cierto es que no necesitaba una razón para haberme llamado, pero no pasábamos mucho tiempo juntos, y de hacerlo, generalmente era a la hora de la comida y con otros invitados presentes.

—¿Cómo van las pruebas de maquillaje y peinado para este jueves? Recuerda que el solsticio de invierno es muy importante para nuestros súbditos, y que será la primera vez que participarás de él en forma oficial.

—Todavía estamos haciendo ajustes —confesé-— no estoy del todo contenta con lo que hemos probado.

—¿Necesitas una nueva doncella? —por fin me miraba—. Comprendo perfectamente que requieras nuevas doncellas a esta edad, uno se aburre fácilmente de haber pasado tanto tiempo con las mismas personas…

-—¡No! —respondí apresuradamente—, quiero decir, Lily y Selma son perfectas. Es sólo que no es tarea fácil escoger un peinado que esté a la altura.

Mi padre lo meditó un segundo.

—Sí, bueno. Nunca tuve tiempo para esos problemas de mujeres. De todas formas —cambió el tema—, te mandé a llamar para hablarte sobre los planes del próximo solsticio.

—¿El de verano?

—¿Hay algún otro solsticio, Viana?

—No, padre —respondí avergonzada.

—Pues ya ves. Sí, el de verano. Ya estás pronta a cumplir los dieciocho años, y tanto los súbditos como yo esperamos verte casada en seis meses.

—Pe- —intenté decir, pero mi padre me interrumpió.

—Ahora bien, he recibido varias propuestas de reinos más pequeños que quisieran crear una alianza con nosotros a través de tu matrimonio. Por supuesto, sabes también que Xiao ha puesto a disposición la mano de su hijo, el Chamté Hiro con la intención de asegurar la prosperidad de ambos territorios.



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En el texto hay: fantasia, lgbt, fantasia juvenil

Editado: 25.05.2023

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