Cuervo de Cuarzo

XXIX: Efectos del eclipse [Elián]

Después de que Bo se perdió de vista, fui en busca de Lily para que nos sentáramos juntos durante la ceremonia. Mi padre era religioso, mi madre no lo era, y yo estaba en un punto medio en el que me preguntaba y cuestionaba una cosa y la otra, pero aún así disfruté el servicio, especialmente cuando Lily cantó junto a la multitud los himnos religiosos dedicados al eclipse. Su voz era dulce y suave, aguda como una flauta bien afinada que se perdía entre las voces más graves de los otros invitados, pero que yo escuchaba claramente.

Me atreví a seguirla mientras orbitaba a la familia real, medio escondiéndose, medio atraída por el cual era su lugar natural junto a la princesa, hasta que decidió que ella no la necesitaba y fue a sentarse junto a uno de los enormes fogones con los que habían decorado el patio. No quiso beber champaña, porque estaba trabajando, pero la convencí de beber sidra, para ver si se animaba un poco y dejaba sus preocupaciones de lado.

—La mascarada del Eclipse es mi favorita de todas —me confesó—. Incluso cuando tenía que pasarla en mi habitación, mirando al cielo por la ventana mientras yo y mis compañeras nos peleábamos por un lugar. No creo que la señorita sepa lo mucho que significa para mí que me haya invitado.

—Vaya, y yo que creí que era el único que vivía esto por primera vez.

—¿No celebran el Eclipse en el pueblo?

—En el pueblo sí, pero nunca he asistido —le dije—. En el Borde también, pero tampoco he tenido la suerte de ir.

—¿Entonces nunca la has celebrado? —me preguntó con un tono triste— Lo siento mucho…

—Oh, no. No me refería a eso, es verdad que ni siquiera la gente del Borde quiere a un montón de takis en medio de sus fiestas, pero nosotros también sabemos como divertirnos. Aunque claro, no podríamos ni soñar con una fiesta de este estilo —me detuve cuando vi que parecía aún más afectada—. Pero oye, no te deprimas. Esta fiesta podrá ser más elegante, pero ciertamente las nuestras eran más animadas, de hecho, déjame mostrarte, ¿te gustaría bailar?

Dije todo eso demasiado de prisa, un poco porque ya estaban acercándose las últimas parejas a la pista de baile, y un poco porque de súbito me puse algo nervioso. Nunca había sido un gran bailarín, y tampoco había tenido la oportunidad de bailar jamás un lento, a excepción del baile que Bo y yo hicimos durante nuestro matrimonio, que había sido un completo desastre.

Lily tomó la mano que le ofrecía y esa ola de nervios volvió a recorrerme, no quería que notara lo endurecidas que estaban mis palmas, y me entró pánico de volver a incendiarme y hacerle daño.

—Vaya —exclamó, apretándome la mano con más fuerza—. Se siente tan… extraño, no sé cómo describirlo.

—¿Puedes sentirlas? —pregunté confundido. La única persona que conocía que podía sentir las llamas bajo mis manos era Bo.

—¿No debería?

—No… lo sé —dije finalmente para no alarmarla—. Pon tu mano aquí.

La banda comenzó a tocar una tonada alegre y melodiosa, que más que un baile lento era un vals energético que me tenía bien agarrado a la cintura de Lily, quien movía los pies con una destreza magnética y cuyos ojos color cereza brillaban a la luz de los fogones. La manera en la que me sonreía me tenía hipnotizado y mis hombros estaban tensos allí donde ella tenía apoyadas las manos. Por el rabillo del ojo vi a la Princesa entrando al jardín seguida de Bo,

quien me dedicó una sonrisa burlesca desde su lugar privilegiado junto a la mesa de aperitivos. Agradecí a la mala iluminación y a mi antifaz por no hacer evidente lo acalorado que me sentía, o esa sonrisa se habría convertido rápidamente en una carcajada.

—¿Algo interesante por allá? —preguntó Lily mientras esquivaba mis pies hábilmente.

—No —volví a mirarla de inmediato—. Tan sólo me distraje por un segundo.

—¿Alguna chica linda? —me preguntó sosteniéndome la mirada. Era casi tan alta como yo.

—Tan sólo Bo —reí. Su rostro se descompuso.

—Eso no es algo muy amable que decir sobre tu esposa —me recriminó, disminuyendo la presión sobre mi cuello.

No supe que decirle, ¿Que Bo y yo siempre bromeábamos así? ¿Que no importaba lo que dijera porque Bo era mi esposa sólo en el papel? ¿Que la única chica linda a la que había visto en todo el baile, y más que eso, en mucho tiempo, era ella? Al final opté por quedarme callado, y la música se nos acabó sin que hubiéramos cruzado palabra otra vez, es por eso que fue un alivio cuando la banda dejó de tocar por completo y un hombre con el uniforme de Chiasa comenzó a golpetear una copa de champaña para llamar la atención. Lily y yo nos giramos a mirar, y lo mismo hizo todo el mundo alrededor nuestro. Allí, en medio del jardín, sobre la tarima donde habían instalado la fuente de champaña, estaba de pie el Príncipe Hiro, esperando solemne que la fiesta quedara en completo silencio, con todas las miradas vueltas hacia él.

—Princesa Viana —la llamó con un vozarrón que se elevó sobre la multitud—. Si me permite.

La Princesa posó su copa sobre la mesa y caminó hacia el príncipe mientras los invitados le abrían paso. Caminaba digna, con la frente en alto, pero se le notaba tan tensa como lo estaba Lily al lado mío. Él le tendió la mano, ayudándola a subir donde todos pudieran verlos, y comenzó a hablar.



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En el texto hay: fantasia, lgbt, fantasia juvenil

Editado: 25.05.2023

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