Cuervo de Cuarzo

XXXVI: Nada bueno se queda en su lugar [Viana]

Me sentía culpable. Llevaba un buen rato con el pecho apretado y no me gustaba, pero por más que intentaba distraerme, no podía hacer que el sentimiento desapareciera. Ahora que Lily me había llamado por mi nombre y me había hablado de tú a tú, un velo se había levantado y por fin me sentía segura de que lo nuestro era una amistar real, y no una simple relación de dama y doncella muy bien llevada. Como amiga recién graduada, estaba preocupada por todo lo que me había contado, no sólo porque la quería, sino porque era verdaderamente espantoso, pero a pesar de que estaba al pendiente de ese asunto, era otra cosa completamente diferente la que ocupaba toda mi cabeza: Bo.

No sabía que me parecía más increíble, el que nos hubiéramos besado y desnudado tan a prisa, o el hecho de que fuera… taki. Vaya palabra desagradable, parecía totalmente desconectada de Bo, ¿cómo podían ser esos ojos algo malo? ¿o los maravillosos destellos en su piel? ¿Cómo era posible que su cuerpo fuera tan agradable al tacto, y que me provocara tanto abrazarla y contenerla? Mientras más la conocía, más dudas tenía, y si bien el asunto con Lily era… simplemente horroroso, mi cerebro había decidido enfocarse en el asunto incorrecto, o al menos, en el menos pertinente.

Decidí ir a buscarla para acallar mis pensamientos, pensando en qué si la veía quizás me tranquilizaría y podría volver a lo realmente urgente, pero me encontré a mi misma de pie junto a la puerta del establo por un largo rato sin decidirme a entrar. La última vez que nos habíamos visto había terminado de una manera inesperada, y a pesar de que Lily no había hecho más comentarios, me sentía muy avergonzada de lo que habíamos hecho… y de lo mucho que deseaba volverlo a hacer. Quizás el haber ido por ella era un error. Quizás debía dejar las cosas como estaban, enfocarme en mi futuro y en mi boda. La boda. Se sentía como si la proposición de Hiro hubiera ocurrido hace siglos, en una vida distinta, con una Viana distinta. En ese entonces Hiro no había intentado quemar a Lily, a mi me daba igual lo que fuera a pasar con mi vida, y… no estaba enamorada de Bo.

—¿Qué haces? —pregunté cuando entré en el establo.

El Qi-Lin de mi padre estaba sentado en el suelo del establo aprovechando la luz que entraba por las pequeñas ventanas, y Bo estaba junto a él acariciándolo detrás de las orejas. El animal relinchó, y por reflejo retrocedí hasta dar con la puerta, alertando a Bo.

—¿Viana? —no parecía muy feliz de verme allí.

—Bo, aléjate de ahí —urgí—. Es muy peligroso.

—Tranquila, sé manejarlo —me aseguró más calmada— ¿Por qué no te sientas? Iré en un segundo.

En ese momento me di cuenta de que no era sólo el Qi-Lin quien estaba suelto, sino que todos los unicornios también. Bebían agua o descansaban en el suelo apoyados los unos en los otros, y de alguna forma el lugar parecía mucho menos amenazante de lo que lo había sido en el pasado. A Harpa no le tenía miedo solo porque me habían acostumbrado a ella desde pequeña, pero mi padre siempre había sido muy categórico en explicarme que las bestias mágicas eran peligrosas, que debían ser domadas aplicando mucha disciplina, y que jamás debía bajar la guardia cerca de ellas, ver a Bo tratarlas de forma tan cercana me ponía… incómoda. No me gustaba pensar en lo que realmente significaban sus ojos, sus escamas brillantes y sus agallas… eran al mismo tiempo lo más maravilloso que había visto jamás y una de las cosas que más me aterrorizaban. Acostumbrada ya, me senté sobre un fardo de heno mientras Bo terminaba de acariciar al animal, quien tenía los ojos cerrados y parecía disfrutarlo bastante, se veían tan indefensos que cualquiera habría dicho que estaba mirando a una chica normal con su caballo favorito. Pero no lo eran, aunque ya no estaba tan segura de que eso fuera importante.

—¿Estás cojeando? —pregunté cuando la vi caminar hacia mí. Lucía como si una de sus piernas le pesara, y hacía una mueca cada vez que apoyaba el pie para dar un nuevo paso—.

¿Qué te pasó?

—Solo tengo una mala racha —dijo sentándose a mi lado—. Nada que no pueda soportar.

—¿Alguien te hizo eso? —dije súbitamente preocupada de que a Bo le estuviera pasando algo similar a lo de Lily.

—¿Qué? No, tan sólo tuve un accidente, eso es todo —se sentó más cerca de mí y puso su mano en mi pierna. Al igual que antes, el toque de su mano se sentía como una descarga eléctrica, pero en vez de animarme a más, en ese momento lo único que logró fue preocuparme todavía más—. ¿Qué pasa? —me preguntó—. ¿Estás molesta por lo que pasó?

—No lo sé… no lo creo —sabía que no era eso. De hecho, me había sorprendido lo poco que me había preocupado que Lily nos encontrara allí. Luego de la sorpresa inicial me calmé bastante rápido, y dejé de preocuparme cuando ella me confesó sus secretos. Sabía que no diría nada—. No es nada.

—¿Estás segura?

—No —admití—. No quiero casarme. Si mamá estuviera aquí, quizás sabría que hacer… o al menos eso es lo que me gusta imaginar. ¿No es extraño —continué dejando salir mis pensamientos más personales— crearse ese tipo de expectativas? Ni siquiera conocí a mi madre, por todo lo que sé podríamos haber tenido una muy mala relación, o podría haber sido alguien lejana, pero aún así prefiero imaginármela como una madre bondadosa y preocupada. Supongo que la idea que tengo de ella es en realidad lo único que poseo, y no quiero perder también eso…



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En el texto hay: fantasia, lgbt, fantasia juvenil

Editado: 25.05.2023

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