Cuestión de Honor

CAPÍTULO 7

- ¡Clemente! ¿Qué haces aquí? Se suponía que debías estar en tierra. ¿Pasó algo?

Esteban estaba terminando sus labores dentro del Buque que aún se mantenía atracado en el puerto. Como Ingeniero Naval, al igual que Clemente, era responsable de la mantención y reparación de los buques antes de que estos embarcaran, y en ese preciso momento estaba ejecutando la reparación del aire acondicionado de las cabinas.

Clemente no dijo nada, solo se acercó a Esteban, lo abrazó con toda su fuerza y se largó a llorar como no lo hacía, tal vez, desde que era un niño.

- ¡Ey! Clemente. ¿Qué sucede? ¿Le pasó algo a Dominga? – Esteban creía que lo único que podría tenerlo así de mal, era que algo malo le hubiese sucedido a Dominga. Y ante esa perspectiva, el cuerpo entero de Esteban también comenzó a temblar preso de la incertidumbre proveniente del silencio amargo de Clemente. – Ven, vamos a los cuartos. Allí podremos hablar con más calma.

Ambos se introdujeron en los dormitorios de la nave. En ese momento estaban vacíos, puesto que la gran mayoría se encontraba de permiso en tierra y solo algunos marinos e ingenieros de turno estaban efectuando labores de mantención, entre ellos, Esteban.

Se sentaron en una de las literas y Esteban esperó pacientemente, pero con el alma en un hilo, a que Clemente se animara a abrir la boca.

Pasaron unos cinco minutos eternos de llanto amargo y al fin Clemente pudo expresar lo que tanto aplastaba su corazón.

- Me quiero morir, Esteban. Dominga…… - Otra vez guardó silencio, pero esta vez Esteban no estaba dispuesto a seguir esperando por una respuesta.

- ¡Qué! ¡Qué le sucedió a Dominga! – De pronto Esteban cedió a sus impulsos y tomó de los hombros a Clemente exigiendo una explicación a sus ambiguas frases.

- ¡Nada! ¡No le ha sucedido nada, maldita sea! Solo que se embarazó y decidió aceptar dinero de parte de mi madre para desaparecer para siempre de mi vida.

Esteban comenzó a parpadear rápidamente tratando de digerir la información que llegaba a sus oídos de manera bastante incomprensible.

- Pero…… eso es lo más estúpido que he escuchado. ¿Por qué aceptaría dinero para alejarse de tu lado si lo único que ha esperado todo este tiempo es casarse contigo? – Su argumento era lógico pero no por ello dolía menos al expresarlo.

- Tú no entiendes.

- Entonces dímelo de manera que lo entienda, porque no puedo creer que Dominga sea esa clase de mujer que lo único que quiere es dinero. Ni tu ni yo podíamos ser tan idiotas como para no habernos dado cuenta de algo así. Y la parte del niño… aún no logro que me cuadre. La razón obliga a creer que al haber un bebé de por medio, te exigiría que te casaras con ella, no que optara por abandonarte, ¿no crees?

- Esteban, deja de sacar conclusiones. No es necesario tratar de descifrar lo evidente. Dominga lo único que quiso todo este tiempo era tener acceso a un mejor pasar económico y como creyó que nunca le propondría matrimonio, decidió recurrir al medio más antiguo para atrapar a un hombre…… un bebé. Y como eso no le resultó, cogió lo único a lo que podía optar, el dinero que mi madre le ofreció para que desapareciera de mi vida.

- Pero…… ¿acaso no tenías pensado proponerle matrimonio de todos modos? No entiendo por qué te mortifica tanto que haya quedado embarazada. Es más, no sé cómo no había sucedido antes. Si tú la amas……

- ¡Esteban! – gritó de pronto Clemente. ¡Ese niño no es mío! - Esteban quedó de una pieza. Aquello no tenía sentido alguno.

- Pero qué estás diciendo. Por supuesto que debe ser tuyo. De quién más si no.

- Pues no tengo la más mínima idea, pero el padre de ese niño no soy yo.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro? Es cuestión que solo saques cuentas y que……

- Esteban. – le dijo un poco más calmado. - Estoy tan seguro, como que soy estéril. – Una vez más Esteban quedó de piedra. - ¿Recuerdas el accidente que tuve el primer año en los entrenamientos, cuando caí sobre una barra y golpeé mis testículos? – Esteban asintió. – Bueno, el dolor no cesó y eso me tuvo preocupado, así que fui al doctor y los exámenes que me hicieron revelaron que había un 99% de posibilidad de que quedara estéril. Y así ha sido desde entonces. ¿Por qué crees que Dominga nunca antes se había embarazado? Te afirmo, ese niño no es mío y Dominga lo sabe. Creyó que podía entramparme pero yo no estoy dispuesto a hacer el papel del estúpido cornudo al que le endosan un bastardo que no es de él. Dominga jugó conmigo y rompió mi corazón en mil pedazos. – hizo una pausa. - No te voy a mentir que cuando me enteré de que estaba embarazada un rayo de esperanza cruzó por mi mente. Tal vez los médicos se habían equivocado, pensé, o quizás jugó la suerte con el 1%, qué se yo. Pero cuando me enteré de la supuesta fecha de la concepción, no me quedó duda alguna. Las cuentas, como dices tú, no cuadraban ni cuadrarían jamás, porque esa noche… yo no la pasé con ella.

Esteban lo escuchaba sin emitir palabra alguna, impresionado por todo lo que oía. Parecía que Clemente estaba describiendo a alguien a quien él desconocía, no a Dominga.

Un breve silencio se incrustó entre ellos una vez más para dar paso a una nueva crisis de llanto de Clemente.

- Tú no sabes lo que se siente amar como yo amo a Dominga y saber que nunca fue recíproco. – El llanto y los sollozos de Clemente no paraban de escucharse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.