Cuestión de Honor

CAPÍTULO 14

Pasaron un fin de semana lleno de romance. Recuperaron el tiempo perdido y se consagraron mutuamente a hacerse felices el uno al otro. Aquel fue el verdadero inicio de su matrimonio.

 

Llegaron a la casa Müller bastante tarde luego de recoger a Clem y compartir con Antonia y su marido una rica cena. A su llegada, Luzmila les esperaba para entregarle a Esteban una misiva proveniente de la Fiscalía Naval.

Entregaron a Clem a Luzmila para que se hiciera cargo de él por un momento, y juntos se dirigieron al despacho de Emilio para leer las noticias de aquella correspondencia.

- Dice que después de un año por fin ya están en condiciones de entregar el informe final con los resultados de la investigación de la muerte de Clemente. Me piden que me presente mañana a las 10 de la mañana ante el Fiscal a cargo. – le dijo Esteban.

- Iré contigo. – Dominga necesitaba saber qué era lo que realmente había sucedido con Clemente. De cierta forma, quería creer que eso le ayudaría a cerrar de manera definitiva todo lo referente a él. Lo necesitaba para poder comenzar a vivir su nueva vida junto Esteban.

Esteban por otro lado no estaba seguro de querer que Dominga lo acompañara. Tenía miedo del resultado del informe. ¿Y si éste arrojaba que Clemente efectivamente se había suicidado? No sabía cómo se tomaría Dominga esa noticia ni hasta qué grado le afectaría. Sin embargo, no tenía excusa alguna para negarle que fuera.

Así que allí estaban los tres, Esteban, Dominga y Clem, a las 10 en punto ante el Fiscal.

- Tomen asiento por favor. – Les dijo el Fiscal. – Falta solo que lleguen los padres del Sub Teniente Valladares para proceder a la lectura de los resultados de la investigación.

Dominga se puso pálida. Después del último encuentro con Aurora no había vuelto a saber nada de ella. No sabía qué haría cuando viera a Clem.

- Y aquí están. – Retomó la palabra el Fiscal.

Lucio y Aurora se quedaron de una pieza al ver a Dominga en aquel lugar y más aún, ver al niño dormido en sus brazos y acompañada de Esteban Müller. Estaba enterada que el mejor amigo de su hijo se había apiadado de la condición deplorable de aquella golfa y se había casado con ella, pero no se imaginó que se la encontraría allí precisamente.

- Bien. Procederé a informarles.

Luego de comentarles con lujo de detalle todo el proceso investigativo con términos, muchas veces, incomprensibles para sus oídos, al fin leyó los resultados.

- … Por lo tanto y teniendo en cuenta todos los detalles recabados, la Fiscalía ha llegado a la conclusión de que la muerte del Sub Teniente Clemente Valladares Jones, de la Armada Naval, fue producto de un accidente. El hecho de que estuviera con ropas de trabajo cuando fue encontrado, cuadra con el hecho que usted, Sub Teniente Müller, relató con respecto al deseo expresado por el Sub Teniente Valladares de ayudarle con la mantención de los ascensores pese a que usted expresamente se lo había prohibido en vista de que él no estaba autorizado en ese momento para realizar dicha mantención. Los antecedentes recopilados demostraron que el arnés que portaba no estaba debidamente sujetado y a raíz de eso sufrió la caída que le ocasionó la muerte. Con respecto a sus motivaciones para desobedecer la orden que se le había dado, difícilmente las sabremos, como tampoco sabremos por qué no tomó las medidas de seguridad correspondientes antes de efectuar su labor.

Una vez terminado todo, las partes involucradas se retiraron de la oficina del Fiscal para encontrarse cara a cara en las afueras.

Lucio se acercó a Dominga y le preguntó… - ¿Ese es…?

- Sí, él es Clem. Lo hemos llamado así en memoria de Clemente.

Aurora miraba de lejos sin decir una sola palabra. Había acudido a la lectura de los resultados del informe pericial sin ninguna expectativa. Nada de lo que dijera aquel informe haría que Clemente volviera a la vida. Su hijo había muerto en un maldito accidente y ella había muerto con él. Así se había sentido hasta que vio a ese bebé. Entonces lo supo. Debía tener a ese niño. Aquel ser era lo único que le quedaba de su hijo y haría hasta lo imposible por arrebatárselo a Dominga.

- Tiene los ojos verdes. Debe de ser por tu lado porque por el nuestro, nadie tiene los ojos verdes. – Le dijo Lucio a Dominga y ella no dijo nada, solo sonrió forzadamente mientras Esteban la tomaba de la cintura y con su sola presencia les advertía que no toleraría ningún insulto en contra de ella.

- Lucio… - lo llamó Aurora. – Debemos irnos. – Lucio se despidió de ellos con un gesto y se fue tras los pasos de su esposa hasta perderse entre medio del gentío. Esteban y Dominga esperaron un poco y también procedieron a irse.

En el camino, iban en completo silencio, cada uno pensando en los resultados del informe del Fiscal.

Dominga asimiló la información y decidió archivarla en un rincón de su corazón junto a los vestigios que aún permanecían de Clemente. Estaba claro que jamás se olvidaría de él, era el padre de su hijo, pero ahora estaba lista para dejar atrás su presencia y continuar hacia delante de la mano de un nuevo amor. Esteban.

Esteban por su lado, al fin podía respirar más tranquilo. Durante todo un año tuvo la duda con respecto a la naturaleza de la muerte de Clemente. Todo apuntaba a que había sido un suicidio, pero de acuerdo con el informe, solo había sido un cruel accidente. Ahora ¿por qué Clemente no chequeó correctamente su equipo como estipulaba el protocolo de seguridad? He ahí que él se atrevía a pensar, que a raíz de lo sucedido con Dominga por culpa de su madre, su mente no estaba 100% atenta a su entorno y eso al final le había pasado factura causando aquel fatídico suceso.




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