Una vez Mahatma Gandhi dijo que nada es imposible para el amor puro.
Creo que no tenía razón.
David Chalé es una persona que podría enamorar a cualquier chica: tiene unos ojos color verdes que se sienten como en casa, unos brazos que me reconfortan siempre que necesito, unos labios que siempre me hacen sentir bella, y un corazón que cuida de mí. Lástima que todo ello no fue suficiente.
David y yo vamos al mismo colegio, él tiene muchas admiradoras (incluida yo) y aunque como mencioné anteriormente, él es lo que cualquier chica desearía, ninguna tiene la valentía de acercársele por el simple hecho de que no tiene la misma cuestión económica que nosotras, y aún que él es uno de los alumnos más estudiosos de su clase, muy guapo para su propio bien, uno de los deportistas más aclamados de la preparatoria y con un futuro prometedor, no quita el hecho de que no podría proporcionarle los gustos materiales a cualquiera de las chicas que estudian aquí, excepto a mí.
Pero, después de todo, puedo decir con seguridad que el poco tiempo que pasamos juntos fue una maravillosa eternidad para mí.
Un brindis para el que supo cuidar de mí mejor que nadie; hasta que me arrebataron de sus brazos… David.