El grito lo despertó de inmediato, resonando en las paredes de su mente, rebotando hasta el más minúsculo de los rincones, en la oscuridad de su habitación, el rostro de ella desfigurado por el miedo parecía repetirse a cada giro de su cabeza, a cada intento de evitarlo, estiró la mano hacia el velador para alcanzar el control remoto y rápidamente apuntó hacia el aparato para que sus centelleantes imágenes trajeran luz a sus espeluznantes pesadillas, 5:30 am en el pequeño reloj en la esquina izquierda del canal de noticias, mientras una entrevista a algún famosillo cualquiera rellenaba ese horario en el que casi nadie sintoniza el canal, volvió a acercarse al velador, pero esta vez para tomar un analgésico que intentase frenar el palpitar incesante de sus jaquecas vespertinas, jaquecas provocadas por los gritos incesantes de la culpa y el desasosiego. Las sabanas estaban empapadas del sudor frío que acompañaba su despertar, las tiró abajo con un par de patadas y así desnudo en la oscuridad de su cuarto, desnudo frente a la única luz del televisor, desnudo frente a los temores de volverse loco, desnudo, movió sus pies para hacer contacto con la helada madera, con la gélida recepción de julio a su temprano inicio de día.
El agua caliente siempre parecía calmarlo, parecía de alguna forma iniciar el recorrido de la salida del mal sueño. Apoyadas ambas manos en los celestes azulejos, dejaba que el líquido surtiera su efecto sanador mientras recorría el cabizbajo y sinuoso accidente geográfico de su cuerpo, sus ojos negros observaban mientras el agua desaparecía bajo sus pies, mientras se llevaba de su cuerpo todas las evidencias de la oscuridad del pasado.
El espejo le devolvió su cansancio en una imagen, una fotografía de un desconocido que lo asediaba entre el cepillo de dientes y el jabón de glicerina. Mientras la camisa lo vestía y la corbata estrangulaba su percepción de la moda, la negra mirada de sus ojos buscaba entre las arrugas de su piel los fantasmas que marcaban su presente, intentando talvez frenarse a sí mismo, se acomodó los anteojos de descanso sobre su chata nariz, forzando una extraña sonrisa que buscaba desesperadamente disminuir su percepción de sí mismo, se alejó del espejo.
El amargo del café vino a desgranar los últimos trozos de su colorida mañana, a esta edad ya no debiese tomarlo, su doctor ya se lo había dicho, pero lo necesitaba para vivir, su cuerpo no funcionaba sin esa dosis de energía inyectada, sin esa energía que en él ya no existía, debía sorberla de algo externo, como un vampiro o una sanguijuela.
Aún con la taza en la mano, le pareció escuchar un familiar sonido viniendo desde la calle, se acercó a la ventana que estaba al lado de la puerta y con cautela movió un poco la cortina, lo suficiente para poder ver como una camioneta roja se alejaba de su casa, se llevó la palma desocupada a la frente, sintió la timida idea en su cuerpo que volvían sus jaquecas, pero no dandole tiempo recapacitó y tomó el pomo de la puerta, al salir a la pequeña terraza pudo ver un sobre rectangular naranjo en el piso del portal, sorbió de un trago lo último que quedaba en el fondo de la taza, tratando de vigorizar su ánimo, entregando coraje al impulso, dando la motricidad que permitiría levantarlo y llevarlo nuevamente a la mesa ubicada en el centro de su casa, el corazón de su hogar, si se le podía llamar así al lugar donde habitaban sus mayores temores, donde podía dar rienda suelta a sus peores debilidades.
la foto de un hombre fué lo primero en salir del sobre, luego un montón de información del mismo, cuentas, hábitos, amigos, personal de seguridad, familia... familia... La imagen de la mujer volvió a nublarle la vista por un segundo, pero rapidamente sacudió su cerebro, se dio un golpe en la frente, "esto es lo mío", pensó, "soy el mejor", trajo su maletín y lo puso sobre la mesa, para guardar toda la información que necesitaba, un par de cargadores llenos de 8 mm estaban sujetadas en la parte superior de la maleta y su glock brilló en la esquina inferior izquierda del maletín, como el horario del noticiero, que volvería mañana a espantar a los fantasmas que lo persiguen, los que siguen creciendo, que seguirán aumentando, mientras tenga la maldita suerte de ser el mejor en su trabajo.