Culpa del que se enamora

Tu soledad

Debí saberlo, debí sentirlo cuando lo ví por primera vez, debí saberlo, sin embargo algo en el llamaba mi atención, su presencia en sí me pedía que me acercara y jamás me alejara, bueno al menos eso es lo que yo imaginaba, era lo que yo deseaba después de todo, quería escucharlo pronunciar mi nombre acompañado de una simple oración "te necesito".

—Madeline, ¿estás bien? - mi hermana me empuja levemente. 

—Sí, ¿por qué preguntas? - digo saliendo de mis pensamientos y evito su mirada, ella ya lo sabe es imposible ocultárselo. 

—Sabes que no puedes ocultarme nada, es por ese chico, ¿cierto? Él ni te registra. 

—¿Y crees que no lo sé? - me levanto y camino por la habitación, es claro que su comentario me molestó, ella sin embargo se mantiene en silencio observando el piso como si fuera lo más interesante, eso es lo que más me molesta cuando debería decir algo se mantiene callada y mira un punto fijo hasta que finalmente se cansa y vuelve a su habitación. Justo cuando pienso que eso hará se levanta y me observa fijamente. Esto no me lo esperaba así que mantengo mi rostro serio, esperando una respuesta que probablemente jamás llegará. 

—Deberías... acercarte, hablarle, es evidente que es un chico tímido así que deberías dar el primer paso - dicho eso, mi hermana se retira y me deja un poco sorprendida, este comportamiento no es normal, al menos no en ella, lo normal no se le puede aplicar, sin embargo sonrío porque nuestra familia no es normal. 



#40129 en Novela romántica

En el texto hay: amor, dolor

Editado: 18.09.2019

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