NICK
Clavé los ojos en la chica que acababa de salir del bar.
Briar Palvin.
No me lo podía creer.
El tío del que iba colgada del brazo la soltó y se apresuró en acercarse a
su colega. Ya estaba cabreado como para darme de ostias con cuatro
tíos a la vez si hacía falta pero ver a Briar me descolocó por completo.
Su rostro también demostró sorpresa pero aparté la mirada y la centré
en los dos capullos.
- ¿Qué decías que ibas a hacer con mi nariz, imbécil?
Apreté el puño deseando callarle la puta boca de un golpe.
Se creía que porque ahora fuesen dos me iba a rajar y que equivocados
estaban.
-Nicholas, por favor-escuché que insistía Noah tirando de mi mano.
El rubio dio un paso adelante, invadiendo mi espacio personal.
-Te recomiendo que te partes-dije controlando el tono de voz.
- ¿O sino qué?-el otro capullo se posiciono al lado de su amigo. Sería tan
fácil dejarlos sangrando en el suelo, pero no era lo que quería, no en ese
momento, no en ese lugar, y menos con quienes me estaban mirando.
Desvíe la mirada hacia Briar, y vi que justo en ese instante se acercaba
con un matón al que había ido a buscar a la puerta. El tío corpulento
nos observó con mala cara hasta detenerse a nuestro lado, justo en el
medio.
-Largaos de aquí si no queréis que llame a la policía-dijo desviando la
mirada hacia a mí un segundo después-los tres.
Los capullos parecieron achantarse, y yo aproveché para evitar una
situación que solo conseguiría unos puños lastimados y una pelea aun
mas grande con Noah.
Tenía un problema más importante al que hacerle frente, sobre todo al
ver que Briar se acercaba a Noah y le rodeaba el brazo con el suyo.
Cuando pude girarme hacia a ellas, intenté con todas mis fuerzas buscar
algo que decirle a esa chica con el pelo rojo como el fuego. Su mirada
fue totalmente indiferente.
- ¿No nos vas a presentar, Noah?-dijo con esa voz angelical que sabía
usaba siempre a conveniencia.
Noah me miró nerviosa, mordiéndose el labio. Me hubiese gustado tirar
de él hacia abajo, para que no se hiciese daño, pero las palabras que
salieron de su boca consiguieron que todas las alarmas de mi cuerpo se
pusiesen en tensión.
-Nick, ella es mi nueva compañera de piso, Briar; Briar el es mi novio,
Nicholas.
Tardé unos segundos de más en levantar la mano y estrechar la que ella
me tendía.
No podía creer que esto estuviese pasando. Briar Palvin era la última
chica que hubiese elegido para vivir con Noah, no solo porque como era
sino más bien porque había conocido lo peor de mí, y cuando digo lo
peor, me refiero a lo peor.
-Encantada, ¿Nicholas...?-dijo esperando mi respuesta.
Fruncí los labios de inmediato.
-Leister-casi ladré. Como si no lo supiera. No entendía porque estaba
haciéndose la que no me conocía pero ya era tarde para dar
explicaciones. Además lo último que quería era tener que darle otra
razón a Noah para querer dudar de lo nuestro. Briar Palvin pertenecía a
mi pasado y ahí se iba a aquedar.
-Tenemos que irnos-dije cogiendo a Noah y tirando de ella en dirección
al coche.
-Espera-dijo Noah soltándose de mí- ¿Puedes conducir?-
escuché que le preguntaba preocupada.
Quise coger a Noah y meterla en el maletero, siempre preocupada por
quien no debía. Esa chica sabía perfectamente si podía conducir o no y
si no podía se las arreglaría para llegar a casa sana y salva. Ya sabía yo
muy bien cómo se las gastaba.
-Si, no te preocupes, ve y arregla las cosas con tu chico-estaba hablando
en un tono de voz bajo pero pude escucharla claramente.
Noah le sonrió, como si fuesen amigas de toda la vida y yo me metí y
encendí el coche con la intención de no seguir escuchando.
Cuando me fijé en como Noah le daba la espalda y se acercaba a la
puerta del copiloto, mi mirada y la de Briar se encontraron. Sus gatunos
ojos verdes demostraron más de lo que yo hubiese podido esperar y
supe, al ver la sonrisa en sus facciones que tenía que alejar a Noah de
ella como fuera.
-¿No piensas decir nada?-me preguntó Noah cinco minutos después de
que me metiera en la autopista.
Cambié de tercera a cuarta y le dí al acelerador.
-¿Qué quieres que te diga?-contesté de mala gana-Cada vez que vengo a
verte hay alguna mierda en la que estas metida, a este ritmo vas a hacer
que los momentos que paso contigo se reduzcan a peleas y puños
ensangrentados.
Sabía que no debería haber dicho eso y mucho menos después de ver
que Noah se quedaba callada en el asiento contiguo.
Cuando no aguanté más, giré el rostro para observarla y vi que tenía la
mirada fija en la carretera.
«¿Qué estaba pensando?»
Me metí en una carretera secundaria, había pensado ir a mi piso pero
no sabía si era buena idea. Con como estaban las cosas mejor
permanecer en terreno de nadie. Seguí conduciendo hasta una colina
que daba a las luces encendidas de la cuidad.
Normalmente este era un lugar donde las parejas venían a follar pero
no era mi intención hacer eso esta noche. Aparqué lejos, donde sabía
que no habría nadie y apagué el coche para después girarme hacia a
ella.
-Siento lo que he dicho-dije intentando calmarme. Sabía que por muy
enfadado que estuviese por todo, o agobiado tanto por su actitud y la de
su madre, no quería hacerle daño y verla callada era peor que ver como
se quedaba ronca gritándome.
-Sientes haberlo dicho pero es lo que piensas.
Por fin sus ojos buscaron los míos. El silencio interrumpido por el ruido
lejano de la autopista y el golpetear del viento contra los arboles del
bosque a nuestras espaldas. De haber sido otro momento o otra
situación habría sido hasta romántico haberla traído aquí, pero no hoy.