Culpa tuya

Capítulo 53

NOAH 
Me sentía como si estuviese flotando entre nubes blancas a mitad de un 
atardecer. Sentía el calor de los rayos del sol en mi cuerpo y esa cálida 
sensación de haber descansado tan profundamente, que mi mente 
encontraba dificultades para hacerme regresar a la realidad. Estaba 
calentita, además, por dentro y por fuera; ese frío que había sentido los 
pasados días parecían haber desaparecido y cuando por fin fui capaz de 
abrir los ojos lentamente, comprendí porqué. 
Dos faroles celestes, preciosos y sensuales me devolvieron la mirada. 
Sentí la urgencia de cerrarlos, tanta intensidad sin previo aviso no era 
recomendable para mis ya de por sí hormonas revolucionadas. 
Su mano, que estaba tranquilamente posada sobre mi espalda empezó a 
trazar círculos sobre mi piel caliente. 
-¿Cuánto llevas despierto? 
Una sonrisa se dibujó en sus bonitos labios. 
-Desde que empezaste a roncar, hará más o menos una hora. 
Lo miré enfadada, cogí la almohada y se la tiré a la cabeza. 
Mi movimiento resultó patético, ya que aun no estaba del todo despierta. 
Rodé sobre la cama gruñendo y dándole la espalda. Su cuerpo se pegó 
al mío sin esperar ni un segundo y me atrajo hacia su pecho. Juntó 
nuestras manos frente a mi cara y observé nuestros dedos enlazados. 
Ahora no podía verle, pero me entretuve con el jugar de sus dedos con 
los míos. 
-Te echo de menos en mi cama. 
Yo también lo hacía, Dios, era lo que más echaba de menos. 
Era increíble la de cosas que podían pasar sobre un colchón en una 
habitación entre dos personas que se quieren, y no me refiero 
simplemente al sexo, era de forma global, el lugar de las confesiones, de 
las caricias a media noche, el lugar de la confianza, el lugar donde 
todos los complejos se dejaban a un lado, al menos cuando se estaba 
enamorado de verdad.

Existía algo mágico en dormir con alguien y compartir el lugar de los 
sueños. Aunque no lo hubiese tocado esta noche, estaba segura de que 
mi cuerpo y mi mente habrían estado tranquilos por saber que él estaba 
cerca, simplemente lo habrían percibido... 
Moví su mano hacia un lado y vi su tatuaje. 
De repente me encantó ver esas palabras en su piel. Me gustaron de 
verdad, porque yo las había escrito, era yo la que lo impulsaba a hacer 
esas locuras, porque estábamos enamorados... perdidamente 
enamorados. 
Anoche cuando bailamos y sentí el latir de su corazón junto a mi oído... 
fue algo tan especial que me dio miedo que se acabase. No quería que 
ese momento terminase, por eso mismo aguanté hasta que mis ojos y mi 
cuerpo perdieron la batalla. El Nick de anoche, había sido el Nick de 
quien me había enamorado tiempo atrás, el Nick que amaba con locura. 
Era en esos momentos cuando comprendía que éramos perfectos el uno 
para el otro, lo éramos, si la vida no nos hubiese dado tantos golpes, 
sobretodo siendo tan jóvenes. Quería pensar que podíamos dejarlo 
atrás, que si seguíamos luchando, sacaríamos esto adelante, de verdad 
que es lo que más deseaba en este mundo y estaba dispuesta a dar todo 
lo que fuese necesario. 
Pero entonces, ¿por qué no podía quitarme de la cabeza que lo que 
había pasado anoche al igual que este momento íntimo entre los dos 
esta mañana, era la calma que le precedía a la tormenta? 
Nick obligó a mi cuerpo a girarse para así él poder colocarse encima de 
mí. 
-Estás muy callada... no decía en serio lo de los ronquidos, sabes que no 
roncas. 
Sonreí y levanté la mano para quitarle un mechón de pelo que le caía 
sobre los ojos. 
-Me gusto mucho bailar contigo anoche. 
Me regaló una sonrisa, esa sonrisa que me encantaba y que pocas veces 
dejaba salir a la luz. 
-Te dije que era un bailarín excelente. 
Puse los ojos en blanco. 
-Engreído debería ser tu segundo nombre.-dije quitándole la cara 
cuando bajó para besarme. Me reí cuando me apretó las costillas, 
consiguiendo que saltase por las cosquillas.

-No tengo segundo nombre, los segundos nombres son para 
blandengues. 
-Yo tengo segundo nombre, listo. 
Escondió su cara en mi cuello y noté como se reía de mí a mi costa. 
-Noah Carrie Morgan, madre mía, tu madre seguro que estaba 
borracha. 
Le empujé con todas mis fuerzas, pero no se movió ni un ápice. 
-Capullo-dije rindiéndome y dejando todo mi cuerpo laxo, sobre el 
colchón. 
Entonces se calló, se incorporó y me observó fijamente. 
-Amo todos tus nombres, pecas. 
Me besó la mejilla y me liberó de su prisión. Cuando ya no lo tuve 
encima pude bajarme de la cama. Necesitaba una ducha. 
Cogí las cosas que necesitaba mientras Nick se vestía a mi lado, 
observándome de reojo. Estaba repentinamente callado y lo observé con 
curiosidad. Justo cuando iba a salir de la habitación para encaminarme 
al baño, me cogió por la mano y tiró de mí mientras él se sentaba en el 
borde de la cama. Me cogió por la cintura y levantó la cabeza para 
mirarme durante unos segundos. 
-Tengo que decirte una cosa... y no quiero que te enfades. 
Fruncí el ceño y lo observé con recelo. 
-No voy poder ir solo a la gala de mañana. 
Vale, creo que eso era lo último que había esperado que dijese. 
-¿Qué quieres decir? 
Era claramente consiente como el tono de mi voz había cambiado 
notablemente, es más la temperatura de la habitación bajo unos cuantos 
grados en un instante. 
Nick parecía estar sopesando como seguir con lo que fuera que tenía 
que decirme, y mientras tanto mi estado de ánimo cambiaba a pasos 
agigantados. 
-Por favor, Noah, no quiero que esto sea un problema porque en 
realidad es una estupidez...



#13461 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, culpamia

Editado: 03.01.2024

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