NICK
Me alejé de ella a regañadientes. Si hubiese estado en mis manos le
hubiese dicho en ese instante de subirnos al coche y marcharnos. No
quería estar ahí, me importaba una mierda lo que mi padre me hubiese
pedido, ahora mismo lo más importante era recuperar a Noah, y no iba
a conseguirlo pasando el rato con Sophia.
Desde el instante en que la vi supe que esta noche iba a ser una tortura.
La gente se giraba para mirarla, era plenamente consciente de la forma
en la que estaba llamando la atención de todos los allí presentes, porque
estaba increíblemente hermosa; tanto que me dolía de solo mirarla.
Toda ella resplandecía, su piel, su bonito pelo, sus ojos, su rostro y su
cuerpo cubierto con aquel vestido que se le pegaba como una segunda
piel. Su cintura parecía tan estrecha que me costaba pensar que pudiese
respirar dentro de aquel corsé, pero joder, merecía la pena solo con
poder contemplarla.
Me picaban los dedos de las ganas de tocarla, de las ganas de besarla,
chuparla, saborearla y amarla durante horas. La echaba tanto de
menos que no se qué demonios hacía perdiendo el tiempo con toda esa
falsa.
Crucé la sala, deteniéndome solo unos instantes para coger una copa de
algún camarero y llevármela a la boca sin demora.
Sabía que haber venido con Sophia era una completa estupidez, y era lo
último que hacía por mi padre, se acabaron los favores, se acabaron
estos jueguecitos en contra de mi relación con mi novia.
Antes de poder llegar al salón principal, donde debíamos ir a
continuación para que nos sirvieran la cena y pasar a los discursos
junto con la interpretación musical de una de las mejores orquestas del
país, mis ojos se encontraron con sorpresa con unos de color verde
brillante.
Me detuve unos instantes antes de acercarme con cautela hasta donde
se encontraba, en una esquina de la sala junto a una de las pequeñas
mesas altas que habían colocado alrededor de la estancia.
- ¿Qué estás haciendo aquí?-le pregunté a Briar, casi maldiciendo entre
dientes.
Me sonrió de forma divertida pero sus ojos no pudieron ocultar su
venenoso rencor.
-Me ha traído Noah, ¿De verdad has venido con otra mujer en frente de
sus narices?-me preguntó mirando por encima de mi hombro. Me giré
despacio para ver a Sophia entablando conversación con los jefes de la
junta de la empresa. Alguno de ellos eran amigos íntimos de su padre,
por lo que los conocía lo suficiente como para estar cómoda con ellos.
Sophia me había dejado muy claro que no quería darme problemas con
Noah, es más, insistió en venir sola, pero no podía hacerle eso, no
después de que el Senador se lo hubiese pedido exclusivamente a mi
padre.
De todas formas ambos sabíamos que entre nosotros solo había una
bonita y profesional amistad. Ella había metido la pata contándole a
Noah lo del trabajo en Nueva York y sus disculpas habían sido tan
sinceras que no cabía duda respecto a que lo último que quería de mí
era algo más que las horas que pasábamos trabajando.
-Es mi compañera de trabajo, además a ti que te importa, Briar, ¿Por
qué has venido? Ambos sabemos que este es el último lugar en el que
quieres estar.
Su semblante se tensó de forma involuntaria y sus ojos recorrieron la
sala.
-Está claro que este mundo sigue siendo igual que siempre, la diferencia
es que yo ya no soy tan ingenua, el otro día me dijiste que habías
cambiado, pues yo también lo he hecho.
Esos días en donde me dejé embaucar ya no existen, así que no creas ni
por un instante que tengo miedo de estar aquí.
Cerré la boca y la observé con calma. No podía meterme en ese asunto
otra vez, si había aceptado venir aquí supongo que sus palabras eran
ciertas. Observé a mí alrededor, a la de gente importante que caminaba,
hablaba, bebía y presumía de logros infinitos, compitiendo por destacar
sobre los demás, y luego me fijé en Briar, en el odio oculto tras esa
fachada de mujer resistente que parecía llevar a todas partes.
Antes de que tuviese oportunidad de contestarle, algo, mejor dicho
alguien captó mi atención. Mis ojos se desviaron a la puerta principal y
sentí como todo mi mundo se tambaleaba peligrosamente.
Briar siguió mi mirada y soltó un suspiro entrecortado y una maldición
casi inaudible.
Anabel Grason acababa de llegar.
Mi madre estaba aquí.
El tiempo pareció detenerse unos instantes para después la rabia que
acostumbraba a su simple mención, hacía acto de presencia en mi
sistema nervioso.
¿Qué coño estaba haciendo aquí?
Apreté el puño con fuerza y me alejé de Briar hasta la otra punta de la
habitación. No podía creer que esa mujer hubiese tenido las agallas de
presentarse aquí esta noche.
Mierda, porqué, ¿por qué demonios había decidido venir?
Sentí una presión en el corazón que casi me hace vomitar.
Giré los talones, de repente viéndolo todo rojo y antes de que pudiese
cometer una locura la figura de mi padre se materializó de la nada,
frenándome en seco donde estaba.
Mirando hacia ambos lados me cogió por el brazo y me empujó hasta
una de las ventanas. El sol ya se había puesto y la luz que entraba era la
de las luces del jardín y el de la luna que se dejaba ver a intervalos
regulares debido a los nubarrones que se acercaban a gran velocidad.
-Nicholas, cálmate.
Lo observé, su semblante serio, sus ojos fijos en los míos intentando
captar mí atención, pero lo único que veía era a esa mujer que odiaba
sobre todas las cosas.
-¡Qué demonios está haciendo aquí!-casi grité a lo que mi padre se
apresuró en empujarme aún más lejos del resto de los invitados.
-Tiene derecho a asistir, pero no se qué diablos se propone apareciendo
sin avisar, escúchame, Nicholas, tienes que calmarte ¿me oyes? No
puedes montar un espectáculo.
Fijé los ojos en mi padre y por un instante me sentí perdido en el color
azul de sus pupilas, ese azul más oscuro que el mío, porque el mío venía
de ella.
Mi padre me suplico con la mirada y posó su mano en mi mejilla durante
unos instantes.
- Hablaré con ella, tú no tienes porque hacerlo.
Asentí dejando por una vez que mi padre tomase el control de la
situación. No quería verla, no quería hablar con ella, simplemente la
quería lo más lejos posible de aquí, pero todos sabíamos porque había
venido, ya había intentado contactar conmigo y fuera lo que fuese que
tenía que decir seguro que no era nada bueno.