Culpable mi Jefe 2 "Dulce obsesión"

Capítulo 1

No sé por cuánto tiempo estuve tendida en el piso, cuando vuelvo en sí, Roberto me está tomando la presión y sacándome sangre ordenada por Scott que me mira con ojos de culpa. ¿Pero qué culpa puede sentir si no tiene sentimiento alguno? Él solo sabe hacer daño y desastres en la vida de las personas.

Roberto es el médico particular de la compañía, también amigo cercano de la familia Treinor. Fue contratado por la editorial por los constantes altibajos con los trabajadores, que sufren mucho de estrés y cada nada se desmayan.

Roberto es un hombre alto, de ojos negros grandes, su cabello es negro, muy oscuro, de contextura delgada. Diría de un cuerpo atlético, muy sano. Se cuida mucho en las comidas, lo sé, por qué en ocasiones lo acompañaba en la mesa de la cafetería.

A mi lado se encuentra Karina y Chris que se notan, están muy asustados, aún  me encuentro pálida con pocos ánimos y fuerzas, sin embargo, mis ojos siguen endemoniados por la ira y odio hacía a ese hombre que tantas veces me hizo feliz, pero ahora en estos momentos es un ser despreciable para mí.

— Amiga, ¿Te sientes bien? Estoy muy asustada por ti. — Suelta Karina con su voz muy nerviosa — Dime algo.

— Estoy bien, Karina — Le digo calmándola un poco. — No te preocupes.

— Paula, ¿Has tenido mareos antes? ¿Cuándo fue tu último periodo? — Pregunta delante de los presentes.

La miro con cara ¿Por qué diablos preguntas eso?

— ¿Qué? — Suelto mirándola fijo — ¿De qué rayos hablas, Karina? ¿Por qué preguntas eso? No vez los tres hombres aquí.

— Lo siento, Paula. Tienes razón. — Dice un poco apenada — Estoy muy preocupada por ti, amiga.

— Ya me siento bien, gracias. Perdóname por hablarte así.

— No hay problema, amiga. Me asustaste — Afirma acariciando mi cabello. — ¿Segura que estás bien?

Afirmo con mi cabeza.

Esas palabras  que soltó Karina resuenan en mi cabeza como tambores. Por tantas cosas que tengo en mi mente que he olvidado que tengo un retraso de un mes desde que llegué de mi viaje de París no me viene el período. Si estaba pálida, esta vez me desmayaré de nuevo si estoy embarazada del hombre que ame y ahora odio con todas las fuerzas de mi corazón.

— Me pueden dejar a solas con Roberto. Necesito hablar con él — Índico esperando que los presentes salgan. — Por favor.

— Está bien, Paula, te dejaremos a solas con el médico, amiga.

Pedí que por favor todos se retiraran de la oficina, que necesitaba hablar a solas con Roberto. Todos salen, menos Scott, que hizo caso omiso argumentando que es su oficina. Quise pararme, pero no tengo fuerzas, aún me estoy reponiendo. Me duele todo. Mi cabeza, mis piernas, brazos y en especial, mi corazón, que está destruido en pedacitos por el idiota de mi jefe.

— Paula, te hice un examen de sangre porque quiero descartar alguna anemia u otra cosa que te esté ocasionando estos desmayos. También quiero comprobar si estás en embarazo o no.

— Eso es una locura, Roberto. Yo no puedo estar embarazada — Estallo enfurecida. Me niego a estarlo.

— Quiero descartar cualquier posibilidad, Paula.

Al escuchar eso, Scott boto la bocanada de agua que había consumido, quedando tan pálido como yo o peor. Mis ojos se llenan de lágrimas por qué puede ser una posibilidad de que lo esté. Lo que tanto había soñado se me puede dar, pero no de la mejor forma. Odio que tengan que pasar las cosas así.

 Le comento a Roberto que tengo un retraso de un mes, que por tanto trabajo y otras cosas no le había prestado atención. Dentro de una hora llegarán los resultados, me comenta y saldremos de dudas. Muero del miedo de que lo esté en estado. Me encuentro sin trabajo, odio al padre de mi bebé si tengo uno en mi vientre. Sé que no es la mejor noticia, pero un hijo es una bendición y tendría todo mi amor de madre para él.

La suerte ya está echada, las cartas ya fueron revueltas, solamente, dependía de un resultado para saber si mi vida cambiaría para siempre. Si estoy embarazada, eso no me detendrá para vengarme de Scott. Le daré una lección para toda su vida. Las cosas no se quedarán así, cómo así.

Estoy esperando muy nerviosa ese papel. Los nervios me carcomen, la incertidumbre ha dejado mi mente en blanco. No tenía preguntas y mucho menos respuestas, únicamente se pasa por mi cabeza la pregunta: Si estoy o no embarazada.

—Scott, quiero felicitarlos por el libro de los sapos. Que joya de libro, han batido récord, amigo — Dice Roberto rompiendo un poco el silencio — Es genial.

— ¡Cállate! — Le gritamos los dos a la vez. — Roberto, ese libro lo escribí yo y este maldito me lo robó.

— ¿¡De qué rayos, hablas, Paula!? — Pregunta sorprendido — Dime.

— ¿Por qué crees que la oficina esta así? — Afirmo con ironía — El tornado Paula paso por aquí. Tu amigo es un maldito ladrón, el peor error de mi vida. — Le digo con odio mirando a Scott con una cara que si mis ojos fueran balas lo hubiera dejado en su silla.

— ¿¡Eso es verdad, Scott!?  — Indaga sorprendido.

Él no es capaz de verlo a los ojos y mucho menos responderle a su amigo. Como dice un dicho de mi país El que calla, otorga eso pasó con Scott. No puede decir palabra alguna por qué lo que dije es la pura verdad. Roberto no puede considerar lo mencionado, su cara de decepción ante su amigo es evidente.




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