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Lunes 6 de noviembre
Tayler entraba bostezando a su despacho. Apenas eran las 9am. Tenía sueño. Llevaba un café en mano, de su cafetería favorita. Con tal de tomar energías para el largo día que volvía a tener. Su despacho era amplio, elegante, con paredes blancas y una gran ventana que dejaba ver la ciudad. La luz natural se filtraba de manera tenue, dando al lugar una sensación de control absoluto.
Detrás del escritorio, un estante con libros de economía y derecho, porque incluso en su mundo, el conocimiento era poder. A un lado, una pequeña mesa con una botella de whisky y un par de vasos de cristal fino y justo detrás, un sofá marrón oscuro. En la pared, un mapa de la ciudad con marcas discretas señalando territorios, rutas y nombres que solo él entendía.
Se sentó en su silla de cuero y exhaló, dejando el móvil sobre la mesa. Nada más sentarse en su asiento, Max entró por la puerta.
—Buenos días Tayler— dijo Max
—Buenos días Max, ¿Qué tenemos hoy?— preguntó Tayler. El rubio le entregó una carpeta con un informe
—La Mafia Dragon ha empezado en el negocio de la moda y parece que nos están declarando la guerra comercial. Creo que con el único fin de presionarte para firmar ese tratado— dijo Max— También hay un asunto con los pagos en la empresa del sur, parece que el banco está retrasando los pagos a los trabajadores.
—¿Enserio?— dijo Tayler. Suspiró pesadamente
—Si, aunque creo que esto último es más cosa de otra familia, la Mano Negra. Ellos son los que tienen infiltrados en los bancos de esta ciudad y los que actúan de "cajeros" para otras mafias. Por lo que sé tienen buena relación con la Mafia Dragon. Así que no me extraña que les pidiera ayuda para ejercer presión— dijo Max
—¿Sabe María del asunto de los pagos?— preguntó Tayler. María era la líder del sector financiero de la empresa y la primera persona que debió de enterarse de esto.
—Está al tanto, fue ella quien me pidió que se lo comentara. Espera sus órdenes— dijo Max
—Esta bien, hablaré con ella después y resolveremos esto... Por otro lado, cómo líder del negocio de moda quiero tu opinión sobre la guerra comercial— dijo Tayler
—Aún he de investigar más en profundidad que tipo de productos planean vender, los precios, las tiendas, ect... Aún así, como empresa en este sector les sacamos ventaja. No los veo como una amaneza en el mercado. Creo que lo mejor es no dejarse llevar por sus provocaciones y seguir con nuestros planes de negocio— dijo Max
—Entiendo... Pues eso haremos— dijo Tayler— Aunque no los veamos como amenaza ahora, creo que sería buena idea tener un plan de producto de reserva. Yo me ocuparé de ese tema, ya tienes suficiente con tu trabajo habitual
—Gracias señor Tayler, es usted un muy buen jefe— dijo Max, con eso, el rubio salió del despacho y Tayler se puso a trabajar
A las dos Tayler, dejó la oficina y bajó a la cafetería de la empresa para almorzar. Tras esto, tomó su auto y se dirigió a la universidad. En la universidad nadie sospechaba de su doble vida. Para todos, era solo un estudiante más de Administración y Dirección de Empresas, alguien reservado, pero amable, que se juntaba con un pequeño grupo de chicos que se sentaban al final del aula.
Las aulas eran frías, impersonales. Profesores hablando sobre teoría financiera, compañeros tomando notas con desgana. Tayler se sentaba siempre en el mismo sitio, con el móvil en silencio pero dentro de su campo de visión. A veces, durante la clase, recibía mensajes de sus miembros. Otras veces, tenía que salir con alguna excusa para atender llamadas urgentes. Pero en general, lograba mantener el equilibrio entre sus dos vidas.
Durante un descanso de 15 minutos que les dio el profesor de contabilidad, Tayler bajó a las máquinas expendedoras en busca de una bebida o algo para comer. Nada más bajar el último escalón, vio esa famosa cola de caballo a lo lejos.
—Buenas tardes Atenea— dijo Tayler con una leve sonrisa. Atenea se giró al oir su nombre, dejando la conversación con sus amigos a medias
—Ah, hola Tayler, ¿Qué haces tú por aquí?— preguntó Atenea
—El profesor de contabilidad nos dejó descansar un rato y bajé a por una bebida— dijo Tayler
—Que inusual— dijo Atenea
—Lo sé, ¿qué hay de ti?— dijo Tayler
—Salí de matemáticas hace nada y entraré a física cuando acabe el descanso... Oh, por cierto. Chicos— dijo Atenea mientras se dirigía a los chicos que había frente a ella. Con los que estaba hablando antes de que Tayler interumpiera— Este es mi amigo Tayler
—Yo soy Ethan, un placer— dijo el del pelo rizado
—Y yo soy Dylan— dijo el rubio. Ambos les ofrecieron su mano, Tayler la estrechó. Eran bastantes educados
—Encantado de conocerles— dijo Tayler— Perdona si interrumpí su conversación
—Que va, si no estábamos hablando de nada importante, solo de anime. Dylan decía que se empezó un manga que se llama Solo Leveling— dijo Atenea
—Efectivamente. Y la verdad es que me está gustando mucho. Es una pasada— dijo Dylan
—Yo ahora no estoy leyendo mucho la verdad, únicamente veo anime y ya— dijo Atenea— Que por cierto, pronto sale el último capítulo de AOT, tengo ganas de verlo
Tayler se percató de que la fila de la máquina estaba vacía, se acercó y compró una Coca-Cola. Miro la hora en su reloj
—Creo que debo marcharme ya chicos— dijo Tayler
—¿Qué hora es?— dijo Dylan. Miró la hora en su teléfono— Uy, valla, creo que nosotros llegamos tarde ya
Ethan se rió por la forma en que lo comentó. Los cuatro jóvenes partieron hacia sus respectivas aulas. Tras acabar las clases. Afortunadamente, Tayler no tenía nada más que hacer. Llegó a casa y se dejó caer en la cama, exhausto. Había sido un día largo. Actúar era lo que más le agotaba, sobre todo si tenía negocios de los que ocuparse o muchas cosas relacionadas con la mafia en mente.