Esta última semana Tayler había estado tan atareado que incluso dejó la universidad. Tenia muchos trámites y preparativos que organizar para el nuevo lanzamiento de su línea de perfumes. Si, al final decidió crear una marca de perfumes para hombre en respuesta a la provocación de guerra comercial de la mafia Dragon. Al mismo tiempo, tenía al señor Lavosier, mano derecha de la mafia Dragón Negro presionandoles para que firmen un contrato muy beneficioso para ellos. Dejándole el primer asunto a Max, del segundo debía de ocuparse él.
Ese día se reunió con el señor Lavosier en el hotel de 4 estrellas, La Infanta. En uno de los salones que tenían, se pusieron a debatir este asunto. En la sala había en ese momento 5 personas. El señor Lavosier, un hombre de ascendencia rusa, de cabello blanco y ojos verdosos. Rondaría los 40 años ya. Detrás de él estaban sus dos guardaespaldas. Enfrente del señor Lavosier, estaba Tayler, vestido con su traje negro. Detrás suya solo había un guardaespaldas, Miguel.
—Señor Lavosier, lo siento, pero este contrato tampoco lo firmaré— dijo Tayler— Perjudica a mi empresa enormemente al no poder hacer negocios en las calles X y H, sabiendo que la mayoría de nuestras tiendas están ahí.
—Joven Tayler— dijo Lavosier
—Señor Tayler— corrigió Miguel
—Mis disculpas, señor Tayler, esto también conlleva perdidas para nosotros— dijo Lavosier
—Pero ni de lejos son tan grandes como las nuestras. Para ser justo, ambos hemos de ceder por igual... Hasta que no me presente un contrato con esas condiciones, no firmare— dijo Tayler. Arrojó el contrato a la mesa— Si es todo, me iré ya
—Entiendo. Tiene prisa, sin problema, lo podemos dejar por hoy aquí. Pasé buena noche— dijo Lavosier.
Ambos hombres se levantaron y salieron al exterior. De repente, un auto negro se detuvo frente al hotel. De él salieron un par de hombres apuntando con sus pistolas a Tayler.
—¿Qué es esto señor Lavosier?— preguntó Tayler. Se dio la vuelta y encontró al señor Lavosier apuntandole también con un arma
—Son solo negocios chico. Pensé que eras más listo y lo sabrías— dijo Lavosier
—Si me matas, sabes que desatarás una guerra. Mi familia no os dejará en paz hasta tener tu cabeza— dijo Tayler
—Error. Nadie vendrá a por mi, porque Cumandra caerá sin su líder y dejará de existir— dijo Lavosier. Tayler echó una risa.
—También creíste eso cuando el padrino Joseph murió, ¿no?. Y aquí estamos. Cumandra no es débil— dijo Tayler con una mirada firme— Aún si yo muriera, tengo a gente que puede encargarse de todo sin mi. Solo soy una mera figura para ellos, no un pilar fundamental.
—Tks, te lo tienes muy creído, ¿eh?— dijo Lavosier y le dio un puñetazo a Tayler en el plexo solar. El joven cayó al suelo sin aire.
—Señor— gritó Miguel. Trató de acercarse, pero enseguida le tumbaron también
—Escucha, sólo eres un mocoso jugando a ser líder de una mafia. No eres nada en este mundo— dijo Lavosier
—Ejem— alguien carraspeó su garganta detrás de los sujetos. Todos se dieron la vuelta apuntando con sus armas— Wow, no sé quienes son pero están ocupando la acera y necesito pasar
¿Porqué me suena su voz?. Esta muy oscuro, no llego a verle bien.
—Piérdete, si no quieres salir mal parado— dijo Lavosier
—Oh, entiendo— dijo el sujeto mirando las armas. Al acercarse, pudo ver el ambiente mejor— Apenas pude jugar con las perras de antes, eran muy débiles y de un golpe las habría matado. Supongo que con ustedes si puedo descargar toda la ira que siento
—¿De qué está hablando?¿Cree que es momento de bromear?— dijo uno de los hombres. El señor Lavosier miró al sujeto parado frente a él. No percibía ni una sola pizca de miedo o terror en él. Al contrario, parecía... ¿Feliz?
En la fraccion de segundo que su cerebro pensó eso, el misterioso sujeto ya había derribado a dos de sus hombres.
—Disparen. No es alguien normal— ordenó Lavosier. Las armas de sus hombres cambiaron de Tayler y de su guardaespaldas al misterioso sujeto que se movía a gran velocidad. Solo uno de ellos tuvo tiempo de disparar, y falló.
Nada más dar la orden Lavosier echó a correr, entró al auto en el lado del conductor. Cuando estaba por arrancar. Uno de sus guardias fue lanzado por el capo. El sujeto tocó en la ventanilla. Atemorizado, Lavosier arrancó y huyó. 2 minutos y 39 segundos después de ser avistado, abatió a todos los hombres armados.
Miguel y Tayler estaban sorprendidos.
—Señor, ¿está bien?— dijo Miguel mientras se acercaba a Tayler— Lo siento, ha sido por mi incompetencia que usted fue herido. Aceptaré cualquier castigo que me imponga
—No te preocupes Miguel. No ha sido tu culpa, no mereces ningún castigo— dijo Tayler. Este se levantó con ayuda de Miguel. Respiraba agitado
—Wow, hacía tiempo que no veía una de estas— dijo el sujeto, de voz femenina, mientras miraba una de las armas de los guardias del señor Lavosier.
—Tú... ¿Quién eres?— preguntó Tayler
—Qué más da. Lo importante es si tú estás b-...— dijo el sujeto mientras se giraba. Sus ojos se abrieron como platos y se quedó a media frase. Los ojos de Tayler también se abrieron como platos
—¡A-Atenea!— exclamó Tayler sorprendido
—¡Tayler!— exclamó Atenea sorprendida también