¿cupido o Destino?

Prólogo

Prólogo

Kensy


De pronto me vi envuelta en soledad, en penumbras llenas de papeles y deberes. En la desolación de una oficina que absorbe mis días, lo que un día fueron mis ilusiones. En la computadora la tabla de cuentas me hace frente y me recuerda que está noche será como otra más. 

Es viernes y no veo manera que mis dias vayan a cambiar...

—    Kensy, necesito el informe para mañana a primera hora — mi jefe, me hace levantar la mirada y enfrentarme a sus múltiples expresiones de desagrado.

Asentí sin mucho ánimo y acepté que los planes de dormir esta noche se habían ido a la basura. Más trabajo, más estrés y más soledad. No recuerdo la última vez que salí con mis amigos y ahora que lo pienso bien no puedo siquiera mencionar el nombre de un amigo que este presente en mi vida, perdí mi vida social, mis momentos de diversión y hasta perdí la comunicación con mis amigos. 

Cinco en punto de la tarde, hora de salir de este lugar. No tuve ninguna prisa en caminar rápido por la acera, con cada paso surgía una pregunta que surgía de la anterior. ¿Vida patética? Ahora se que es. Pero la pregunta que se volvió el centro de todo, la que me causó más dolor fue ¿Qué detalle habrá visto cupido para no enviarme el amor? Sí, porqué es tan complicado el amor.

La oscuridad de la noche me alcanzó en el parque, me senté en una banca a contemplar la Iglesia, no sé que me motivo. No le pedí nada a Dios, pues no se que pedir, sólo pude ver un punto en la nada, hasta que el frío erizo mi piel y era incómodo estar en la intemperie. 


Raúl

Fue un día cansado y sólo necesitaba dormir, me tire a la cama dando vueltas intentando buscar una posición que me dejara descansar. Encendí la televisión y el primer canal que apareció me dejó con una herida abierta, si se le puede llamar herida, pues ahí nadie ha llegado. El amor, que distinto hablan de el en las canciones, lastimosamente en la vida real no se encuentra tan fácil. Sentí que el cantante se burlaba de mí así que me levanté y agarre las llaves para luego salir a caminar. 

La noche está fresca y al vivir en el centro de la ciudad me deja disfrutar en un nivel adecuado de el frío viento. Las luces de la plaza están encendidas y la gente camina hacia sus casas, no me puse a pensar a donde ir sólo camine entre los vendedores ambulantes que ofrecen su mercancia a las personas que van y vienen, el ruido es similiar a un mercado y casi no hay espacio para caminar, choque con un senor por accidente y solo me miro y ssiguio su camino.

Mientras que en mi mente vuelve a surguir esa frase "La mujer ideal, el amor" a mis treinta años ya se espera tenga planess de boda, mi familia espera que les presente a la que sera la mama de mis hijos. No tengo idea de donde buscar más, tantas mujeres que han llegado pero ninguna logra enamorarme o no me he dado el tiempo de sentirlo. Con las manos en los bolsillos de mi pantalón continúe solo siguiendo mis pasos.

La mire, frente a mi una chica caminaba en dirección contraria. No pude más que suspirar y creer era un sueño o una alucinación, se detuvo cuando nuestras miradas se encontraron y una tímida sonrisa se asomó por sus labios, pero escondía algo más, creo que era tristeza. ¿CUPIDO o DESTINO? Quien sabrá la respuesta sólo se que uno de los dos me llevo a salir de casa sólo para encontrarla.

Continuó caminando igual que yo, nuestros pasos se detuvieron a centímetros de distancia del otro, sentí que no pretendía hablar. Tome la iniciativa.

—    Hola — una simple palabra que buscaba entrar en su vida.

Sus manos temblaban igual que su labio inferior, su piel esta pálida y entendí era el frío que la molestaba. No respondió a mi saludo, se abrazo a si misma como recordando que estábamos fuera.

—    ¿Donde estabas.? — salio de mis labios

No entendía mi pregunta y era de esperarse. Ni siquiera yo entendí por que la hice, no sabía su nombre y mucho menos conocia su rostro, hasta ase unos cuantos segundos. —    Disculpa — su rostro se torno con miedo.

Busque una explicación, una coherente y que no espantara aun mas a la chica.

—    Me mandaron a buscarte — una mentira, lo mejor que se me ocurrio

Su rostro se relajó y cambio a uno de disgusto.

—    El señor López, sí, se me olvidó dejar el diseño de la publicidad — hablaba de su trabajo — está en mi computadora, pero se apagó debo llegar a casa y conectarla al cargador, dile que lo enviaré por correo.

—    No. Mejor te acompaño y me lo entregas personalmente — estoy mintiendo como Pinocho. — soy a quien le interesa más el proyecto.

—    Esta bien, vamos — camino y yo la seguí hasta que se detuvo en un edificio.

Entramos y una vez frente a la puerta de su apartamento, ella entro y yo me quedo parado en el marco de la puerta. La vi buscar el cargador y conectar la pc, llevo sus manos a las caderas y me miró casi analizándome.



#48103 en Novela romántica
#12583 en Joven Adulto

En el texto hay: juvenil, vidas cruzadas, amor

Editado: 17.07.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.