¿cupido o Destino?

Capítulo tres

Maldición, maldición…. Un momento, estoy maldiciendo mucho, pare de dar vueltas por la habitación y respire tratando de controlar los sentimientos que abarcan cada parte de mi cuerpo, bueno mi mente. Quiero decir que esto sólo es un mal sueño y todo, todo esto terminará en un abrí y cerrar de ojos. Respiro de nuevo, cierro mis ojos y cuento hasta tres. Abro los ojos y por la razón más tonta de la vida sigo dentro de estas cuatro paredes, rodeada de sábanas que seguramente tocaron su piel, sobre el suelo que él camina y todo el ambiente que tiene su aroma y presencia impregnada. Por que estoy pensando en eso, que tiene estar en su espacio, es sólo un chico impertinente que me mintió para entrar a mi casa y que seguramente sabía que yo vivía aquí. Y si me vigilaba, cada vez que pasaba fuera, sabía la hora que venía, que salía. Si es un psicópata y quiere hacerme algo, como… ay por Dios que hago aquí metida.

Ahora la paranoia es peor y mi mente piensa cada locura que temo estar volviéndome loca. No sé su nombre… no o ¿sí? Ya no sé nada…

—Ya sé, hay que esperar aquí— me senté en la cama — a que Nicole me traiga mi ropa y salir de aquí.

La puerta tiene seguro, estoy viendo un punto fijo en la pared y el golpear de la puerta me hace dar un pequeño brinco en la cama.

— aquí está un cargador — intentó abrir la puerta — abre y ve si te sirve

— le abriré solo a Nicole

— entonces estarás todo el día ahí, suerte — su voz se escuchó lejos

Me asusté, corrí a la puerta y la abrí — ¿ por qué dices eso?

No respondió, se está haciendo del rogar. Sólo veo su nuca en el respaldar del sillón, no pienso quedarme aquí.

—dime— grité pero nada, sólo silencio.

Me cansé, no tengo porque rogarle, estoy a unos cuantos metros de mi apartamento, no puede ser tan malo salir así y llegar hasta allá.

—idiota— camine hasta la puerta de entrada y mire por el agujero en ella percatándome que no se encuentre nadie en el pasillo.

No se ve nadie, agarró el picaporte y abrí la puerta muy despacio. Lo escucho a el (No se su nombre) pedirme que vuelva adentro, no preste más atención y di los primeros pasos afuera. Al lado derecho del pasillo, subiendo por las escaleras me sorprendió la llegada de una de las señoras que viven en el departamento junto al mío, como las conozco, bueno son las chismosa del edificio y no pierden oportunidad de llegar a mi puerta pidiendo un favor con el objetivo de contar la vida de los demás vecinos.

Por que me importa tanto que me vean aquí, pues soy una chica que vive sola y no estoy vestida debidamente como para salir del apartamento de un hombre. No quiero ser su próximo chisme y que todo el edificio hable de lo “fácil que soy". Apenas vi a la señora y por suerte ella busca algo en su bolso, por el susto entre de nuevo al departamento cerrando la puerta a mis espaldas.

—¿Ya no te ibas? — casi chocó contra su pecho

—Cállate— cubrí su boca con mi mano — Doña Juana — susurre, el me apartó de su camino, abrió la puerta y detuvo a Doña Juana en el pasillo.

—Doña Juana, buenos días…  — Me quede detrás de la puerta, viendo por el agujero de la puerta como una criminal. — tengo un pequeño problema, me quedé sin pan y estoy esperando visita… usted creé que me podría prestar una bolsa…

La señora lo examino de pies a cabeza, y luego sonrió. Su rostro se llenó de arrugas, mostró sus dientes y le dio una palmada al chico en la mejilla.

—claro que sí, Raúl, venite…— ella camino pidiéndole que la siguiera— Estás muy flaco

Me asomé al pasillo y Raúl giro por unos segundos, me hizo señas para que aprovechara que la señora entro a su apartamento para yo poder entrar al mío. Tuve miedo la señora saliera en cualquier momento, camine despacio al príncipio, él me apresuró.

Había un problema, mi departamento esta cerrado y Nicole seguramente dormida.

—solamente tengo integral, lo querés — Doña Juana gritó desde dentro, es muy confiansuda, me detuve en seco, viéndolo a él con las manos detrás de su espalda diciendo que no avanzará.

—sí, perfecto — unos segundos y luego él dio dos golpes a mi puerta ese acto me decía que podía seguir, avance lo más rápido que pude.

Llegué a la puerta y está no se abría, toque casi lastimado mis nudillos.

—¿Que?— abrió Nicole con los cabellos alborotadores y en pijama — estoy…

La arrastre adentro cubriendo su boca, iba a cerrar la puerta cuando él la detuvo.

—me debes una— y quito su mano, cerré la puerta y escuche atentamente lo que sucedía afuera.

Mire por el agujero y el recibía el pan, la señora cerró la puerta y él giro hacia la mía, guiño un ojo y se fue.



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En el texto hay: juvenil, vidas cruzadas, amor

Editado: 17.07.2019

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