Cupido Otra Vez

Capítulo 17

—Y no olvides especificar que la organizadora de la fiesta es Ann —expliqué, a modo de conclusión.

Hedoné me devolvió una mirada colmada de entusiasmo.

—¿Una fiesta? ¿Puedo ir? —interrogó.

Una diosa de la pasión metida en un jolgorio de universitarios no parecía una buena idea, pero ya que ella me iba a ayudar con la difusión del evento, no podía regale la entrada.

—Esta bien, pero debes comportarte —dije.

—Ni me notarás —aseguró.

Hice una mueca, dudando de aquella afirmación.

—Invita a tanta gente como sea posible —señalé, evitando el tema.

Rápidamente, su hermoso rostro se transformó en el de una pelirroja desteñida, idéntica a mí, lo que me recordó que debía retocarme el color.

—Hecho.

Sin darle más vueltas, entró a la facultad.

—¡Y sin trucos! —grité, a sus espaldas.  

Una vez que la hija de Eros se hubo marchado, me giré a ver a Fran. 

—¿Estás segura que funcionará? —preguntó escéptica—.  A estas alturas deberías saber que los dioses siempre tienen un truco para salirse con la suya. 

—Lo dice alguien que hace negocios con una —respondí. 

—En ese caso en particular, nuestros intereses convergen en una misma dirección.  En este caso, no estoy segura. 

Yo tampoco. 

—Vamos a clases —propuse. 

Y la clase a la que me refería era, justamente, la que su padre dictaba en una facultad vecina.  Nunca más iba a experimentar con mi horario.   

Ada entró en el aula justo después de nosotras, y nos saludó como si fuéramos las mejores amigas. 

—¿En serio tienes el descaro de hablarnos después de lo que nos hiciste? —preguntó Fran, furiosa. 

—¿De qué hablas? —cuestionó, fingiendo inocencia. 

—Ya déjala, Fran.  No vale tu tiempo. 

Tomé asiento para esperar que el fastidioso maestro llegará y con un poco de suerte, acabara pronto la clase.   Sin embargo, nuevamente, el Olimpo me tenía una sorpresa. 

—Buenos días, chicos —saludó Eros, entrando en el aula—. Su profesor tuvo algunos problemas y no podrá dictar la clase de hoy, así que me pidió muy amablemente que lo reemplazara.  

—Como es posible que la universidad permita esta burla —mascullé. 

—Para quienes no me conocen, mi nombre es Eros.  —Algunas risitas se escucharon en el salón—. Supongo que mi tío Apolo les explicó que el amor por Grecia era cosa de familia. 

Mis ojos se abrieron sorprendidos ante aquella afirmación.  Si Eros era hijo de Afrodita y Ares, quienes eran hermanos de Apolo y Artemisa, tenía sentido que su relación fuera de tío-sobrino.  Miré a Fran, y comprendí que en ese caso, ellos serían primos.  

Mi cabeza estuvo a punto de explotar cuando por fin asimilé el árbol genealógico griego.  Demasiadas ramas, que salían de un tronco sin ninguna dirección. 

—Podría decirse que nadie puede reemplazar a un dios griego, mas que otro dios griego —murmuró Fran, buscándole el lado positivo a la situación.

—Sí, sí.  Habría sido una ofensa poner a un mortal a dictar la cátedra de un dios.  

—Veamos, ¿qué tal si entre todos pensamos una excusa para no hacer la clase de hoy? —propuso el maestro reemplazante, sentándose sobre la mesa—.  Una donde yo no sea el culpable, por supuesto.  ¿Nadie tiene un examen importante justo a esta hora? ¿Saben si habrá un simulacro de incendio? 

Casi me caigo de mi silla.  Su irresponsabilidad no conocía límites. 

Ada fue la primera en levantar la mano. 

—Al escuchar su nombre, yo creí que hoy podríamos hablar sobre Eros, el dios del amor, ¿no? —sugirió. 

Sí, claro.  Todo porque a ella se lo habían asignado. La idea de que una persona como ella tuviera que hacer un informe sobre mi novio me daba náuseas. 

Me detuve en esa afirmación, tomando el sentido de cada una de las palabras, sobre todo esa que iba al medio. 

Novio. 

En teória, le había dado un sí a Eros, por lo que podría decirse que estábamos saliendo, o algo así.  ¿Era suficiente para usar ese tipo de calificativos? Quizás después de tanto pisar el freno, me había pasado al acelerador.  Después de todo, ni siquiera habíamos tenido una cita oficial. 

Aún así, le dediqué una mirada de odio a mi compañera, que gritaba: «A-LE-JA-TE». 

—Mi dios favorito —sonrió el descarado—.  Supongo que podemos hablar un par de cosas sobre él.  Veamos, ¿qué les ha dicho el profesor Apolo hasta el momento? 

—No nos ha pasado nada de materia respecto a él —dijo una estudiante. 



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En el texto hay: mitologia, amor, cupido

Editado: 30.05.2019

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