Cupido por una vez

Capítulo 2

Esa mañana desperté sabiendo que la noche anterior había hecho algo de lo que iba a arrepentirme por siempre. Era ese tipo de sensaciones que quieres ignorar, pero te atormentan sin descanso. 

Eso, sumado a mi enorme dolor de cabeza, molestias en mi estómago, las náuseas y una sed insoportable, que hicieron de mi mañana una tortura. Aunque, en realidad ya eran más de las doce. 

No había despertado a tiempo para mis clases de la mañana, pero aún podía ir en la tarde. 

Caminé hasta la cocina y me preparé el almuerzo. Jane no estaba, así que deduje que probablemente iba a comer en la universidad, lo que de cierta manera me alegraba, pues algo me decía que anoche había montado toda una escena al llegar a casa y no quería enfrentar a mi hermana aún. 

Jane y yo habíamos nacido en un pequeño campo cerca de la ciudad, era un bello lugar en medio de la carretera, conocido como La Noguera. Nos habíamos mudado solo para poder continuar nuestros estudios. 

El paisaje de Everlille era distinto al de mi hogar, las áreas verdes habían desaparecido debajo de gruesas capas de cemento, los únicos animales con los que podía encontrarme eran perros y gatos, muchas veces callejeros, o palomas enfermas. Eran las consecuencias de la urbanización, pero lamentablemente no habían universidades en el campo. 

Mientras la carne se cocía, preparé una taza con hierbas para afirmar mi estómago antes de la comida. 

Me senté en el sofá de la entrada, con el agua entre las manos. Cerré los ojos e incliné mi cabeza hacia atrás, sintiendo el aroma de las hojas llenar mis pulmones. Mi cabeza daba tumbos, mis sienes palpitaban, y mi estómago amenaza con salirse por mi boca. 

Entonces algunos recuerdos aparecieron en mi cabeza. Primero, yo y Fran en un bar, llorando, porque mi hermana estaba saliendo con el chico que amaba. Luego, mi mejor amiga arrastrando lo poco que quedó de mí hasta el departamento. Y finalmente... 

—Oh no —suspiré. 

Abrí los ojos y me quedé mirando el vacío, hundiéndome en el sofá, sabiendo que ayer me había pasado de la raya. 

Lo peor es que ni siquiera podía recordar lo que le había dicho a Jane. Solo veía su rostro decepcionado, herido por mis palabras. 

La olla comenzó a requerir de mi atención, dejé mi taza a un lado y corrí a la cocina, mientras la imagen de Jane se repetía en mi mente. Serví la mesa y mientras comía intenté llamarla, aunque no hubo respuesta. Podía entenderla, en su lugar habría hecho lo mismo, sin embargo necesitaba hablar con ella. 

Luego de llamar incansablemente me di cuenta que no tenia sentido, su falta de respuesta era porque, en definitiva, no quería hablarme. 

Dejé mi plato sin terminar y salí del departamento, ni siquiera me preocupé de pasar un cepillo por mi cabello, el cual era un caos. Necesitaba encontrarla, hablarle, y pedir disculpas, sin importar si las aceptaba o no. 

El autobús se tardó unos insoportables quince minutos en llegar al paradero, subí y pagué el boleto a toda prisa, consciente de que solo había un lugar donde Jane iba a encontrarse a estas horas. 

Maldije en mi interior a cada persona que hizo parar al conductor en el camino, y salí disparada en cuanto vi el edificio principal. Normalmente prefería caminar hasta la universidad, salir con tiempo y disfrutar del paseo urbano, pero en consideración de las circunstancias, no me quedó otra alternativa más que tomar la locomoción colectiva. 

Jane estudiaba ingeniería, su facultad quedaba casi a la entrada, por lo que no demoré en llegar. Subí las escaleras a toda velocidad, y luego seguí por el pasillo, hasta alcanzar la sala de estudio que se encontraba en el tercer piso. 

Ahí estaba Jane. 

Sus cabellos dorados caían a un costado de su cuerpo, mientras sus irises cristalinos se concentraban en sus textos de estudio, ella era delgada por naturaleza y alta, como una modelo. Era hermosa, y no lo digo por tratarse de mi hermana, sino porque de verdad lo era, es decir, cualquier persona podía reconocerlo con solo echarle un vistazo. 

Entré en silencio y me acerqué con cautela, presintiendo de antemano que no sería bien recibida. 

Jane ni siquiera se volteó a verme cuando la saludé, simplemente me hizo un gesto, indicándome que debía guardar silencio. 

—Jane, por favor —supliqué. 

Entonces me topé con el frío hielo de su mirada. No solo estaba enojada, estaba furiosa, y simplemente no podía recordar qué dije para hacerla sentir así. 

Se puso de pie para dirigirse a la salida, yo la seguí de cerca, sintiéndome pequeña y estúpida. Sin embargo no se detuvo en la puerta, sino que continuó caminando, hasta llegar a los baños del cuarto piso. Eran los más sucios y pequeños de la facultad, por lo demás, quedaban bastante lejos, por lo que pocas personas solían venir. Me di cuenta que nuestra conversación iba a ser seria. 

—Jane —Comencé a decir, pero ella me interrumpió. 



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En el texto hay: romance, cupido, mitologa

Editado: 27.08.2018

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