Cupido por una vez

Capítulo 44

 

(🌚🌚🌚) 

—¿Y esa quién es? 

Estaba en un punto donde ya no soportaba más dioses metidos en mi vida. 

—Tú realmente nunca leíste nada sobre mitología griega —acusó. 

—Nunca me interesó —lamenté, probablemente estaba siendo tiempo de que adquiriera nuevos intereses. 

—Anda, Liz.  Apuesto a que el nombre te suena familiar. 

Busqué en los rincones más olvidados de mi cerebro.

Psique.

Nada.

—¿Me das una pista? —pregunté. 

—Es griega. 

Bufé. 

—Gracias por el dato —respondí con ironía. 

Psique.  Diosa griega.  Probablemente con unos miles de años de edad. 

No muchas personas caían dentro de aquella descripción.

De pronto sentí un clic en mi cerebro.

—¡La novia de Eros! —exclamé.

—No era tan difícil —comentó Fran—.  Siguiente pregunta: ¿qué le pasó?

Me cubrí la boca con ambas manos, intentando mantener a raya mis propias emociones, pero era imposible contenerme.

—¡Oh, Dios! No lo sé —gemí.

—Deberías...

—¡Ya lo sé! —grité—.  Ese maldito infeliz.  Lo voy a ahorcar en cuanto lo vea.  ¡¿Cómo pudo ocultarme algo tan importante?!

—No lo sé, tampoco es como si los dioses griegos fueran muy fieles en sus relaciones.  ¿Has escuchado hablar Zeus?

Mala comparación. 

—¿Quieres callarte? —exigí furiosa. 

Zeus era el típico magnate todopoderoso que se metía con cualquier mujer que se le pasara por delante, o al menos así me lo imaginaba.  Y su esposa no hacía nada por impedirlo.

¡Maldición! ¡Su esposa era su hermana!

No podía imaginar algo más asqueroso.

—¡Lo odio! ¡Lo odio! ¡Lo odio! —repetí incansablemente.

—Espera, Liz.  Vas a provocar su ira, igual que la última vez, y te obligará a armar clichés para entretenerlo —replicó Fran.

Un pensamiento racional se cruzó en medio de mi ira. 

—¡Eso es! —exclamé, sintiéndome estúpida por no haberlo pensado antes—.  Necesitamos un lugar privado. 

—Estamos en la universidad, aquí eso no existe —expuso. 

—Exactamente ese es el motivo por el cual necesitamos privacidad. 

****

El baño. 

Sí, este era el mejor sitio en el que pudimos pensar.  Supongo que este lugar cumplía con la definición de privacidad, a la perfección.

Fran todavía me miraba como si estuviera frente a una loca, pero yo entendía mi plan.   

Tomé aire y junté toda a la rabia que tenía contenida, la cual no se había disipado ni un poco en el camino.

—¡Estúpido dios mentiroso! Ven ahora mismo, dónde quiera que estés. —Esperé a que algo sucediera, pero todo continuó igual—. ¡Escúchame maldito malnacido! Mueve tu celestial trasero y aparece en este mismo instante, o vas a sentir lo que es recibir una de tus putas flechas en donde no te llega la luz. 

—Liz, no está funcionando —dijo Fran. 

En ese momento, una chica entró al baño, arruinando mi perfecto plan. 

—De acuerdo, vámonos —contesté—, parece que hoy está muy ocupado para responder mis gritos.  Ojalá hubiera estado igual de ocupado el día en que decidió conocerme. 

Abrí la puerta, y detuve mis quejas al reconocer a la persona que se encontraba apoyada contra la pared opuesta del pasillo. 

—¡¿Qué estás haciendo aquí?! —exclamé. 

—Funcionó —comentó Fran, sorprendida.

—Tú me llamaste —respondió—.  Aunque un: oye Eros, ven aquí, habría bastado.  No tenías que esforzarte tanto. 

—¡No me jodas! Estuve veinte minutos gritando dentro del baño. 

—¿En serio esperabas que apareciera en el baño de chicas? 

Por un momento, me quedé sin respuesta. 

—Yo creo que mejor los dejaré solos —dijo Fran, moviendo ambas manos en un gesto de despedida—.  Un placer verte, Eros.  Luego hablamos, Liz, no grites para buscarme, solo llámame... Al móvil. 

Mi amiga se alejó, hasta perderse en el pasillo. 

—¿Quieres hacer algo suicida e irresponsable? —preguntó Eros, repentinamente. 

—¿De qué estás...? 

No alcancé a terminar la frase cuando él agarró mi mano y me empujó hasta la escalera de emergencia, que descendía por las paredes exteriores del edificio.  Cabe mencionar que estábamos en un cuarto piso. 

Entendí sus intenciones demasiado tarde.  Ni siquiera me di cuenta en qué momento me tomó y saltó conmigo por sobre la baranda, dejándonos caer. 



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En el texto hay: romance, cupido, mitologa

Editado: 27.08.2018

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