Bianca
Lunes, 28 de agosto 7:50 a.m.
Estoy emocionada.
Tan emocionada que me puse mi mejor ropa, recién comprada ayer. Una falda blanca hasta mitad de pierna y un top de cuadros amarillos con rayas azules y grises, como hace un poco de frío me puse una chaqueta blanca a juego con la falda y para terminar unas sandalias de plataforma amarillas.
Me recogí el cabello para dejar mi rostro descubierto y mi famoso maquillaje de ojos de gato, esta vez me pinté los labios de un rosa intenso.
—¿Cómo me veo?
—Igual que siempre ¿Para qué preguntas? —se deja caer en el casillero de al lado.
No sé para qué le pregunto, siempre me contestará sin ánimos.
—Para cuando Eddy me invite a salir —voltea hacia otro lado fastidiado.
Para ser mi cupido, no le agrada mi futura pareja.
—No veo diferencia —se endereza—voy por ahí, no quiero quedarme a ver como babeas por el que viene ahí —señala hacia la puerta por donde entra Eddy con sus amigos detrás.
Intento ignorarlo dándome la vuelta hacia mi casillero, aunque mirándolo de reojo. Nuestras miradas se cruzan al pasar.
La aparto para evitar como dijo Lay babear por él. Que me guste no significa que le demostraré cuánto muero por tenerlo.
Se pierde por el pasillo y mi desilusión es muy grande porque no se detuvo a hablarme, ni un asentimiento de cabeza en forma de saludo que siempre me hacía.
“Tal vez está buscando un momento donde no haya demasiadas personas.” Me digo buscándole una razón a su comportamiento. Cierro el casillero más calmada y me dirijo a mi primera clase.
Entro al salón que está casi lleno y siento varias miradas sobre mí. Estoy por sentarme en mi puesto de siempre cuando me llaman.
—Bianca, te guardamos puesto —Lisa agita su mano llamando mi atención.
Con timidez me acerco a ellos, Lisa está sentada con Lay y el puesto libre es al lado de Erick, no puedo evitar hacer una mueca que avisa a Lay mi desagrado.
Erick ante la idea está muy emocionado.
—Oye Bianca ¿Quieres sentarte conmigo? —pregunta Eddy, una pisca de felicidad se aloja en mi pecho.
—Pero estás con Matías —se queja Erick.
—Matías no tiene problemas, además tengo que hablar con ella.
El chico se levanta para sentarse al lado del molesto Erick y yo me siento a su lado aliviada y feliz.
—Hola Bianca.
—Hola —contesto con timidez.
—De la que te salve ¿eh? —asiento—¿no me hablarás? —se inclina para que lo mire y me pongo nerviosa.
Si supiera como me hace sentir, no estaría mirándome de esa forma que para él es tan insignificante, mientras yo me siento especial.
—No sé cómo hacerlo.
—Es sencillo, dices algo, yo digo algo y nos comunicamos —sonríe y me obliga a apartar la mirada para no derretirme en el asiento.
—No lo entiendes.
—Si lo hago, solo no quiero que dejes de hablarme por eso.
—¿Y qué gano yo? Seguiré enamorándome de ti —Erick se voltea sorprendido y me quiero dar una cachetada por subir la voz.
—¿Es por eso que no querías nada conmigo Bianca? ¿Por qué te gusta Eddy? Y tu idiota ¿Lo sabías y no me dijiste nada? Dejando que me avergonzara frente a ella para nada.
Para cuando nos damos cuenta, Lisa y el resto de nuestros compañeros se han volteado a vernos también. La vergüenza se me ha subido por todo el cuerpo sintiéndome caliente y queriendo llorar.
He perdido todo el hilo después de que gritara, Eddy intenta calmarlo y yo no siento nada más que ganas de correr.
Tomo mis cosas y salgo del salón avergonzada y mareada con las lágrimas saliendo una tras otra. Entro al baño de mujeres para encerrarme en un cubículo a llorar.
Ahora todo el salón sabe que estoy enamorada de Eddy, ahora odio más a Erick.
Tenía que armar revuelo y gritarlo fuerte.
Me cubro el rostro llorando.
¿Ahora como salgo a dar la cara? Se burlarán de mí.
Me sobresalto al escuchar como tocan mi puerta.
—Soy yo Lisa —me seco las lágrimas y me mantengo sentada sin moverme—abre la puerta por favor.
Niego con la cabeza, aunque no me vea. No emito ningún sonido como queriendo que no se dé cuenta que estoy aquí.
Suspira.
—Veo tus pies, lindos zapatos —los recojo—escucha Bianca, es normal gustarle a alguien, no tienes por qué avergonzarte.
—Lo dices tan fácil porque no eres a la que han rechazado y a la que han avergonzado frente a todo el salón.
—Lo sé, primero Eddy es un idiota por rechazarte y Erick es un idiota con todas las letras, mejor que no le has hecho caso —embozo una sonrisa—admiro tu valentía, yo no podría decirle a la persona que me gusta mis sentimientos.
Abro la puerta enfrentándola. Sonríe y me limpia una lágrima.
—¿Por qué no lo haces?
—Porque estoy segura de que me va a rechazar.
Se repite el patrón. A todos nos gusta una persona que no nos quiere.
—Pero ¿Quién te rechazaría? —ríe.
—Eso mismo digo, ¿Quién? Solo esa persona —se acerca y pone sus manos sobre mis hombros, tengo que mirar hacia arriba porque es más alta que yo—quiero que salgas con la frente en alto e ignores todo a tu alrededor, que no te importe lo que piensen los demás, solo debe importarte tú y solo tú, esto es algo que le pasa a cualquiera, lo único malo es que por culpa de un tercero todos lo saben —asiento—ven vamos —me toma de la mano y ambas salimos del baño.
Ya nos hemos perdido media clase. Justo antes de entrar me detengo jalando a Lisa.
—Lo siento, no puedo, me voy a casa…
—Bianca espera…
La ignoro alejándome hasta salir de la escuela.
Mi escapada triunfal se ve frustrada por la presencia de mi madre. Su seria mirada me hace temblar de miedo y lo primero que pienso es que me va a castigar.
A medida que me acerco su expresión va cambiando hasta que se preocupa y yo me relajo en cuanto me acuna entre sus brazos.
—¿Qué pasó mi niña?