Bianca
Sábado, 2 de septiembre 1:50 a.m.
Le conté todo a Eduardo después de pedirle o más bien amenazarlo de que si de casualidad sale algo de lo que le conté en el periódico escolar, regaré que es gay para que ninguna chica se le acerque.
Vimos una película, caminamos un poco, comimos churros y compramos entradas para un espectáculo de payasos en el teatro a medio precio.
Llegué super tarde a casa y me gané la reprimenda de mi vida por parte de mi madre. No fue mi culpa que nos quedáramos sin gasolina y tuviéramos que caminar media hora de ida y media de vuelta para conseguirlo.
En fin, estoy castigada por una semana.
Llego a mi habitación encontrando a Lay acostado en mi cama mirando el techo.
—¿Por qué no fuiste?
—Me dio flojera ¿Cómo te fue? —me encojo de hombros y me siento en el borde dándole la espalda—Eduardo es divertido.
—Si, lo es —me jala un mechón molestándome.
—¿Por qué te gusta jalarme el cabello?
—No sé, me gusta cómo se encoje después de estirarlo.
“Que raro es”.
—Me encontré con Eddy cuando fui por Eduardo, me miró muy mal, como si…
—Está celoso, le estás interesado sí, ¿Podríamos no hablar de él hoy?
Frunzo el ceño.
—Está bien… ¿Tienes sueño?
—Eso no existe para nosotros, ¿Tú tienes? —niego.
—¿Quieres ver videos en YouTube? —asiente recostándose del respaldar, mientras yo voy a cambiarme por ropa más cómoda y busco la laptop.
Pongo un video de risa sobre caídas, pero él no ríe.
Está muy raro y quiero preguntarle, aunque sé que lo va a evadir por lo que lo dejo pasar, solo por ahora, porque me preocupa su repentino cambio de humor.
Llevamos poco tiempo de conocernos y ya conozco su personalidad. Él puede estar de mal humor, gruñón o amargado, pero nunca lo he visto desganado, ni siquiera me ha dicho loca, el día de hoy.
—¿Como te cambias de ropa? —pregunto para intentar que la tensión en el ambiente se disipe.
—¿Qué?
—Vas con ropa diferente todos los días, ¿La robas también?
—Es ilusión, puedo estar desnudo y los haré ver a todos que tengo ropa —no sé qué expresión tenía que lo hice reír.
—Pero si yo te toco, puedo sentirlo —asiente.
—La tela es real, pero la puedo transformar, como los Transformers que tomaban el aspecto de carros normales —asiento entendiendo—bueno así.
—Y ¿Cómo es eso de que no duermes?
—No es que no durmamos, es que no tenemos sueño, ni hambre o cansancio, pero si podemos dormir, comer y tener sexo si queremos.
—¿Has tenido sexo con un humano? —asiente. —¿Eso lo permiten?
—No, y esa regla la rompen todos —se encoge de hombros antes de peinarse con la mano el cabello de una manera tan sensual.
—¿Cómo puedes ser tan sexy? —suelta una carcajada llena de felicidad.
He cambiado su humor.
—No te vayas a enamorar de mí, porque entonces sí que no me podré ir.
—¿Cómo es eso?
—¿Qué cosa?
—¿Cómo es eso de que no te podrías ir si me enamoro de ti?
—Porque no pude completar el trabajo y no pienso volver hasta que lo haga, aunque ni falta me hace, solo necesito encontrar respuestas sobre mí y me dejaría de importar todos en esa agencia.
Dice tan serio que me deja sin palabras.
—Quiero ayudarte, pero no sé cómo.
—No puedes hacer nada, más que conquistar a Eddy —me acaricia la cabeza con delicadeza que cierro los ojos para disfrutar de su tacto.
—Pero de verdad, quiero ayudarte de algún modo —aparto su mano con delicadeza.
—No te preocupes, Goran me ayuda en eso.
—¿Goran?
—El único cupido que me agrada —sonríe sin que la felicidad llegue a sus ojos.
Quiero que deje de sufrir, que se encuentre a sí mismo y no sé cómo, porque conozco tan poco a Lay como el mismo, siento la necesidad y el deber de ayudarlo porque lo quiero y es mi amigo. Quiero alegrarle la vida tan amargada que la tiene y lo haré, de algún modo lo haré.
10:30 a.m.
Mi madre me levanta aporreando la puerta con fuerza, me levanto asustada abrazada a mi cupido que tiene los ojos abiertos mirando hacia el techo.
—Estás despierto.
—No me dormí —me siento incomoda de pronto.
Me vio dormir el resto de la noche.
Su mano ha estado acariciando mi cabeza desde que abrí los ojos y me hubiera quedado a que siguiera haciéndolo, pero mi madre tocando la puerta me obliga a separarme incomoda.
En lo que nos enderezamos mi madre entra con un vaso de agua.