Bianca
Domingo, 21 de octubre 12:00 p.m.
Eddy ha estado muy extraño estás últimas dos semanas, bueno todos lo hemos estado. Lay, Lisa, yo, incluso Eduardo.
Lo que si he notado es que Lisa y Eddy se han distanciado mucho a tal punto que si acaso se saludan.
Le traté de preguntar a Eduardo a ver si sabía algo y me dijo que no sabía nada o más bien me evadió, siento que, si sabe algo, pero claro, es su familia por más que la odie no la traicionaría.
Estoy terminando de ponerme el vestido rosa, de hombros libres para bajar a ayudar a mi padre con la barbacoa.
Resulta que era en serio lo de la barbacoa en nuestra casa cuando lo dijo y esta vez vienen la familia Ford, será super incomodo, por suerte viene Eduardo y ya tengo a alguien en quién refugiarme. También Lay, aunque será invisible.
Me pongo unas sandalias altas y bajo.
—Que linda hija —me besa en la sien.
—Gracias mamá —salgo con la bandeja de carne sazonada al patio trasero en donde mi padre ya ha preparado la parrilla.
—¿Por qué te vestiste tan bonita?
—Porque vienen personas.
—¿Personas o Eddy? —me quedo callada—aun no me gusta la idea que decidieras volver con él, pero ya es tu asunto.
—Gracias por no intervenir.
Ya Lay no insiste en que deje lo mío con Eddy, ahora es mi padre.
—Por favor no toques el tema frente a sus padres —rueda los ojos.
—Trataré, pero sabes que no me gusta que lastimen a los míos y menos si los procreé.
Vuelvo adentro por los vasos mientras mi madre sale con una bandeja con cosas para picar. El timbre suena.
—Son los Ford —anuncia Lay detrás de mí.
Me encamino a la puerta preparándome mentalmente para este día.
—Bianca hola —dice su padre alegre.
Sonrío saludándolo, el señor es como mi padre, solo que es menos loco y muy consentidor. Me acuerdo cuando nos llevaba al parque de diversiones y se subía a los juegos con nosotros.
—Señor Víctor.
—¿Cómo que señor? soy más joven y guapo que tu padre.
—Debo admitir que sí, pero no le diga que se enoja conmigo —me guiña el ojo antes de entrar.
Saludo a Lisa con un corto e incómodo beso en la mejilla y luego abrazo a Eduardo que me alza un poco haciéndome reír.
Por último, la madre que se detiene frente a mí con el semblante serio.
—Mi hija me dijo lo que pasó y quiero disculparme en su nombre Bianca, ella no es así y estoy segura de que no le gusta Eddy —asiento comprensiva.
—Lo entiendo, no se preocupe —me da un leve apretón en el brazo antes de seguir a su familia hasta el patio trasero.
Llevo los platos y vasos y me quedo conversando un rato con los padres de Lisa, mientras ella ni disimula su disgusto de estar aquí.
Mi padre es relevado por el señor Víctor que entre quejas le dijo que se alejara de la comida por el bien de todos. Más que molesto, se sintió aliviado.
Tocan el timbre nuevamente y me levanto para ir a abrir.
Eduardo me retiene a medio camino con una sonrisa burlona.
—Un espectáculo digno de ver —ruedo los ojos, yendo a abrir.
A él le divierte toda esta situación.
Abro la puerta encontrándome a los padres y a Eddy con una sonrisa y un pastel que a simple vista se ve delicioso.
Suspiro aliviada en cuanto lo veo.
—Señor Alberto, no tiene idea la alegría de verlo, allá están el señor Víctor y mi padre arruinando la barbacoa —su expresión es tan graciosa.
Entra como si le hubieran dicho que a su hijo le extirparon por accidente un riñón. Su madre riendo me saluda y se va.
Saludo rápidamente a Eddy y ambos vamos a ver la divertida escena.
—Lo sabía—le arrebata la pinza al señor Víctor—era mala idea hacerla en casa de John—niega viendo el desastre y los demás reímos.
Eddy se va a saludar a Lisa que lo trata de manera ruda, apenas lo mira y a él parece dolerle.
Se acerca quedándose a mi lado.
—También tienen una mesa de billar —señala hacia la pequeña carpa donde está.
—Si, mi padre tuvo que comprarla cuando hicieron una fiesta y vino la familia, sino la teníamos iba a haber guerra.
—Tu familia es divertida —asiento con una sonrisa.
—Lo es, imagínate a mi padre multiplicado—sonríe.
—Quisiera ver eso.
“Ya formarás parte de esta familia mi cielo”
Le sonrío con ese pensamiento en mente.
Pasamos la tarde conversando hasta que se torna incómodo para nosotros y los cuatro decidimos entrar a la casa. Es realmente incómodo cuando te atacan con preguntas y más relacionados a nuestra distancia.
Nos sentamos en la sala y la tensión es palpable.
—Bueno… —dice Eduardo para llenar el silencio. Palmea sus manos mirándonos a todos—estoy aburrido.
—Yo igual —comenta Lay y solo yo puedo escucharlo.
—¿Tienes juegos de mesa Bianca? —asiento a la vez que Lisa rueda los ojos.
Voy hacia al depósito del pasillo con Eduardo y le muestro todos los juegos que tengo.
—Pero Bianca, ¿Tú haces jornadas de juego o qué? —pregunta sorprendido de ver que tengo, se podría decir todos los juegos que existe—dime que tienes la huija.
—No, mis padres dijeron que no iban a meter al diablo a esta casa—ríe.
—Chicos ¿Qué quieren jugar? —Eduardo va a preguntar.
Los tres regresan y se ponen a escoger, Monopoly es muy largo por lo que quedó descartado. Saqué un UNO y el Clue.
Jugamos un rato hasta que Lisa se aburrió y decidió irse afuera con los mayores.
—Bianca ¿Ya pensaste que vas a estudiar? —me pregunta Eduardo.
—Algo, creo que seguiré los pasos de mi padre y hermana —me acomodo con la almohada encima de mis piernas—desde que voy a visitar a mi hermana, me ha gustado mucho verla y ver todo relacionado a la medicina.
—¿A qué universidad aplicaste?
—A todas las que puedan ofrecer becas o medias becas, mis padres tiene algo ahorrado para mi universidad, pero me gustaría que no gastaran tanto—asiente comprendiendo—y tu ¿Eduardo?