Cupido Rebelde

Capítulo 20

Bianca

Viernes 26 de octubre, 3:00 p.m.

De regreso me senté con Lay ignorando a Eddy, no porque me enojara que me ignorara sino porque me molestó como me miró al irme y llegar con los chicos, como si ellos tuvieran la culpa de que él no me hiciera caso.

Si me hubiera invitado con sus amigos, estaríamos juntos, pero él no me incluyó en ninguna de sus conversaciones. No existía en ese momento para él.

Nos dejan en la escuela y cada uno toma su camino.

—Bianca —trota hasta mi—te acompaño a casa.

¡Rayos!

Quería volar con Lay.

—Nos vemos Bianca —asiento viéndolo marchar.

—Vamos —empezamos a caminar en dirección contraria—¿Por qué te ibas por allá si vives al otro lado?

—Ah… —piensa rápido—iba a enseñarle el pequeño riachuelo que hay atrás de la escuela, aun no lo conoce.

—Perdón, te ignoré todo el viaje y ese no era mi plan —lo escucho y siento que está siendo sincero.

—Me sentí mal, pero se me pasó porque estuve con mis amigos —asiente sin mucha emoción—¿Qué pasa?

—Nada ¿Quieres ir a cenar el jueves con mis padres?

—¿El jueves? Si claro —sonrío olvidando lo que le quería preguntar.

Una cena oficial, voy a cenar con los suegros.

Significa que lo nuestro si va en serio.

Más pronto de lo que creen les demostraré que nuestro amor superará todas las barreras.

Tomo su mano sin poder contener la emoción, me regala una hermosa sonrisa que tendré grabada en mi mente para toda la vida.

Cada uno de estos momentos, los atesoro en mi memoria, porque juro que ya estaba por darme por vencida en intentar algo con él y gracias a Lay he logrado más de lo que haría en años.

—¿Mañana vemos una película?

—Tengo que ir a la ciudad a llevarle algunas cosas y traer otras de Blanca.

—Te acompaño, vamos en mi auto—me suelta la mano para rodearme por la cintura y darme un beso en la coronilla.

Lunes 29 de octubre, 3:00 p.m.

Al salir de clases Eduardo y yo pasamos a la heladería a molestar un poco a Lay, pero como siempre hay fila y tuvimos que formarla.

Mientras avanzamos a Eduardo se le ocurre una broma que no quiere contarme.

Entramos por fin a la heladería y mi amigo agita la mano con emoción.

—¡Mi amor, aquí estoy! —grita con emoción llamando la atención de todos dentro del local.

Lay lo mira entre enojado, apenado y confundido. Y yo ni se diga.

¡Ahhh! Ahora entiendo su broma.

Sonrío con malicia.

—¡¿Me estás engañando con él?!—le reclamo fingiendo molestia y está que quiere matarnos.

Las personas empiezan a murmurar.

—Déjense de bromas par de locos —dice entre dientes.

—¿Broma? siento que nuestra relación es una broma, te metiste con mi amiga —finge llorar, Lay lo toma de la camisa—¿me vas a besar? —aguanto la risa a la vez que Edu pone boca de pato, Lay lo empuja.

—Ya paren, me van a despedir por su culpa.

—¡Es broma amigo! —ambos reímos y nos saca el dedo—es nuestro amigo, no es gay y no tiene novia —anuncia Eduardo a las chicas del lugar y juro que escuché un suspiro en conjunto de alivio.

—Hoy quieren joderme la paciencia —comenta enojado.

—Un poco —rio—un smoothie de mora.

—Yo un Sunday de caramelo —asiente anotando.

—Siéntense, ya se los llevo —nos sentamos en la primera mesa que logramos conseguir vacía.

Tuvimos que limpiarla porque las personas anteriores no pueden botarlo en los tinacos que hay en cada esquina. A parte del jefe solo Lay trabaja aquí y al pobre no le da abasto, atender la caja, llevar los helados y limpiar las mesas. Su jefe no hace casi nada solo contar el dinero al acabar el día.

—Bianca —alzo la mirada notando a un Eduardo serio.

—Creo que es mi deber como tu amigo decírtelo —asiento prestando atención y ansiosa por lo que sea que vaya a decirme. Recarga los brazos sobre la mesa—vi a Eddy en mi casa anoche, se quedó más de dos horas.

Suspiro recostándome del asiento.

—Ya se hablan.

—No sé, lo vi salir más serio que nunca —no puedo sentir más que ansiedad y preocupación.

¿Qué le habrá inventado Lisa para intentar alejarlo?

—No creo que haya pasado algo —quiero decirle que yo también lo creo, pero no puedo.

—El jueves voy a cenar con sus padres —se sorprende.

—Eso es grandioso, entonces si se está tomando las cosas enserio.

—Eso parece —me sonríe apenado.

—Lo siento, sentí que debía decírtelo porque si no me sentiría mal al saber que no lo sabias.

—Está bien, gracias por decírmelo.

No, nada está bien, hasta que él no sea mi novio, no podré estar tranquila. Tengo que hacer que me lo proponga.

En cuanto pienso eso mi mirada se desvía al chico que se acerca con una bandeja, el cual se irá en cuanto consiga mi cometido y mi corazón se encuentra en una encrucijada.

Quiero a Lay tanto en tan poco tiempo que no me imagino mi vida sin él. Pero llegará un momento en el que Eddy me lo pedirá y será inevitable.

Jueves 1 de noviembre, 5:00 p.m.

Termino de ponerme los zapatos negros de tacón medio y me levanto alisando el vestido lila de encaje con escote formal en forma de V. Estoy nerviosa. Me miro al espejo inspeccionando en especial el peinado que me hice, el cual decoré con una diadema de flores plateadas.

También analizo el maquillaje, nada elaborado, un delineado simple y los labios rosas, creo que todo está bien. Me giro hacia Lay con una sonrisa.

—¿Qué tal? —Lo encuentro con la mirada perdida en mi—¿Qué pasa?

—¿Estás segura de que esto es lo que quieres? —arrugo la frente.

—Lay…

—Piensa bien Bianca, ¿estás segura de esto? ¿Quieres que sea Eddy el amor de tu vida?

—Si Lay, siempre lo he querido ¿a qué viene todo esto ahora? Dijiste que me apoyarías —se revuelve el cabello apartando la mirada.




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