Cupido Rebelde

Capítulo 22

Lay

Viernes 2 de noviembre, 6:50 p.m.

Estoy por terminar mi turno y siento con el pasar de los minutos y verla perdida en sus pensamientos que fue un error haberme confesado. Pero es algo que ya no podía guardarme, me estaba consumiendo, es algo que nunca había sentido y necesitaba sacarlo. No pensaba hacerlo con ella, tal vez se lo confesaría a Eduardo pidiéndole que no le dijera nada y ahí moriría todo, pero hoy al escucharla denigrarse y describirse tan despectivamente solo me motivó a hacerlo.

Se que es imposible, sé que ella no me ama, sino a ese idiota que no hace más que humillarla dándole migajas que sigue aceptando. No puedo dejar de imaginarme sin ella y me aterra la idea de algún día tener que irme cuando solo quiero besarla y abrazarla porque me gusta y me he enamorado; y no poder llegar a hacerlo.

Me cambio y dejo el delantal en el pequeño cuartito. Al salir la veo aun sentada en la misma mesa donde la dejé desde que llegó.

—Bianca, ve a casa —levanta la mirada.

—¿No vendrás conmigo?

—No creo que estés cómoda con mi presencia ahora —se levanta cargando el vaso ahora con helado derretido.

—Lay…

—Salgamos, tengo que cerrar —le doy un leve empujón y salimos del local, para cerrarlo con llave.

—Lay… —se queda callada—yo, no se… yo…

—Bianca, nada va a cambiar ¿ya? Yo te seguiré ayudando hasta que lo logremos —limpio una lágrima, ella cierra los ojos con fuerza.

—No quiero que te vayas.

—No lo haré hasta que te ayude, ya lo hablamos.

Me dolerá el día en que me tenga que ir y ella me olvide. Siempre vendré a visitarla, aunque ella no me recuerde.

—Lay cupido —levanto la mirada por encima de Bianca y me sorprendo de ver a Goran mirándonos.

Ella se gira y vuelve a verme confundida.

—Tenemos que hablar.

—¿Qué sucede Lay? —pregunta con voz pausada.

—Es un cupido que ha venido a verme —Goran abre los ojos con sorpresa.

—No le digas idiota.

—Ya sabe todo —se golpea la frente.

Bianca se gira nuevamente buscándolo, aunque es imposible porque no puede verlo.

—Mucho gusto soy Bianca —mira hacia la nada porque Goran sigue en modo invisible.

—Es linda.

—Dice que eres linda —sonríe agradeciéndole.

—Tenemos que hablar Lay cupido, es urgente —asiento.

—Bianca, tengo que hablar con él, ve a casa ¿sí? —se gira reflejando preocupación.

—¿Irás a casa? —me quedo callado—prométemelo.

—Lo prometo, ahora ve —no se ve muy convencida, pero se marcha.

Juntos caminamos hacia una calle sin salida.

Es raro que Goran baje a la tierra y si bajó es porque es algo importante para mí.

—¿Qué traes?

Suspira.

—Podemos ir a un lugar más higiénico ¿no crees? —hace una mueca.

—¿Quieres unos hot dog? —sus ojos se iluminan.

Emprendemos el vuelo hasta la pequeña plaza cerca de la escuela donde hay puestos ambulantes. Nos volvemos visibles y ordenamos seis hot dog para cada uno.

Nos sentamos en la acera a comer, saborea cada hot dog como si fuera la primera vez que lo prueba. Rio al ver su rostro de deleite.

Dejo que coma con calma para después decirme lo que tenga que decirme.

—Lay, ¿Por qué no subiste? —me encojo de hombros, no pienso decirle que he roto un millón de reglas—lo que te voy a decir te va a cambiar la vida —se remueve en el lugar incomodo—traje todas las respuestas posibles a tu caso.

Al fin.

Sabía que él era el único que podía conseguir esas respuestas, aun no entiendo cómo es que Sandra cupido es la directora y no Goran que lleva más tiempo y tiene más conocimientos. En cambio, está en el sótano dando llaves para aceptar casos.

—Habla que me tienes al borde del colapso —asiente rápido.

—Hablé con un antiguo cupido, de casi los primeros, desterrado del concejo más no de su estado de cupido por lo que puede recordar todo.

—¿Por qué fue desterrado?

—A eso voy, lo desterraron por enamorarse de su solicitante, mantuvieron ese caso muy escondido porque si los cupidos se enteran de que pueden enamorarse de sus solicitantes no querrán seguir trabajando. Al igual que tú, su solicitante lo pudo ver desde el principio cuando se volvía invisible, ¿entiendes? —asiento.

—Me estás diciendo que la razón por la que Bianca puede verme es porque me enamoré de ella.

—Así es ¿ya te enamoraste? —asiento lentamente procesando todo—el concejo no se puede enterar o te destierran, a él lo dejaron con sus recuerdos porque fue uno de los primeros cupidos imagínate, hace miles de años, el concejo aseguró que eso no volverá a suceder y ya están sospechando de ti, porque no das señales de vida, tienes que volver a la agencia.

No puedo volver, se van a enterar.

Tengo que terminar el trabajo, aunque no quiera y dejar ir a Bianca por más que la ame.

—Hay otra cosa.

—¿Qué?

—Es probable que no estés muerto.

—¡¿Qué?!

***

¡Holiwis!

No puedo dejarlos así, hasta yo quiero saber que sucede.🤯

Capítulo corto, pero impactante.

¡Bye! ¡Bye!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.