Bianca
Lunes, 7 de enero 7:40 a.m.
Ayer fue una noche muy emocionante, pero mis pensamientos no me dejaron disfrutar del momento y Lay lo notó, cortando sutilmente los besos.
Hoy volvemos al colegio después de unas cortas vacaciones y no sé cómo actuar ahora que Lay y yo estamos intentando tener una relación. Sin embargo, no sé si somos pareja, o sea, no creo necesitar esa etiqueta, pero tampoco sé lo que somos en realidad.
—¿Qué haces? Vamos —me toma de la mano jalándome.
—Espera —lo detengo—¿qué le diremos a Eduardo? Van a preguntar.
—Que importa, que piensen lo que quieran —pasa su mano por el cabello revuelto—solo digamos que somos novios porque lo somos ¿no?
—No sé ¿lo somos? —piensa.
—¿Quieres ser mi novia ahora?
—¿Me lo estás pidiendo o me lo dices para saber que decir?
—Eh… pidiendo.
—Si —comienza a reír—¿de qué te ríes?
—De que somos un desastre en esto —asiento dándole la razón.
Esto es algo que no creería sucedería. Tengo novio por primera vez y no es Eddy, es un ángel muy atractivo que me tiene enamorada.
Toma mi mano y juntos entramos al colegio. La escena es sacada de una película, tomados de la mano, caminamos a través del pasillo abarrotado de ojos y mentes curiosas.
Me deja en mi casillero y se va al suyo.
—¿Qué fue eso? —me giro soltando un grito de sorpresa.
—No hagas eso nunca más —asiente rápidamente y vuelve a su sonrisa de loca.
—¿Sales con Lay? —asiento—vaya, dos semanas que no nos vemos y ya pasa esto.
—Fue ayer en realidad.
—No es por nada, pero te ves radiante —sonrío en dirección a Lay—aunque me siento mal por Eddy —la miro nuevamente—él lo entenderá, pero aún no te supera del todo y lo entiendo, yo tampoco.
—Lisa —agita la mano restándole importancia.
—No es para que te sientas mal ¿eh? Aunque, tu más que nadie sabes que no es fácil olvidar a alguien.
—Lo sé —sonríe peinando su cabello.
—Nos vemos en clases y me alegra verte feliz —asiento viéndola marchar.
Lay en compañía de Eduardo se acercan a mí.
—No puedo creer que sean novios y no me hayan dicho, se supone que soy su amigo, fiel creyente de esta relación —dice ofendido—no me hablen hasta que los vea besarse —se da la vuelta marchándose.
—¿Cuándo se volvió el rey del drama?—pregunta.
—Siempre lo ha sido —reímos.
Al entrar a la primera clase me encuentro con la mirada de Eddy y aunque quiera negarlo, es inevitable no estremecerme con su presencia y sentirme mal por cómo se siente, porque yo me sentía igual cuando lo veía entrar junto a Lisa. Una parte de mi aun siente algo, aunque sea mínimo por él, pero en cuanto veo a Lay, todo a mi alrededor se esfuma.
Otras miradas que no pasan desapercibido son las de algunas de las chicas con las que Lay ha salido, no sé qué les ha hecho, que me miran con odio.
Y eso ha sido durante todo el día.
Dejo a Lay en la heladería y me voy a casa a disfrutar la tarde con mis padres. Los extrañaba mucho ya que me la he pasado entre el colegio y el hospital, siendo unos días muy ajetreados y sumemos que sus horarios son una locura.
Nos sentamos a ver una película por cable y hablar de mi futuro próximo yéndome a la universidad.
—¿Qué te parece si te conseguimos un apartamento y lo compartes con Blanca? Se dividen los gastos y estás acompañada.
—Es muy buena propuesta, pero quiero disfrutar de vivir en dormitorios o residencias.
—Pero ninguno mixto ¿eh? —ahí está el padre celoso nuevamente.
—Si, papá, lo que tu digas.
—Mixto o no, conseguirá novio y no podrás hacer nada, ya ha crecido John —hace una mueca y su semblante cambia.
Los ojos se le cristalizan y miro a mi madre preocupada con la misma expresión.
—John.
—Papá —me mira y sus brazos me rodean en un asfixiante abrazo—papá no pue-do respi-rar —afloja el abrazo y sorbe por la nariz.
—Te irás pronto y quedaré solo.
—Está mamá.
—Ella no es tan divertida como tu —mi madre rueda los ojos—te voy a extrañar.
—Me haces creer que soy tu favorita.
—Sabes que no tengo, solo bromeo porque me gusta sacarte de tus casillas, sabes que te quiero mucho y eres la única que me sigue en mis tonterías —me saca lágrimas que él mismo limpia.
—¿Y si pasamos un fin de semana juntos? vamos a pescar.
—Siempre has dicho que es aburrido.
—Lo es, pero estoy dispuesta a aburrirme contigo —sonríe y nos abrazamos—además les tengo una propuesta a ambos —mi madre nos mira desde el otro lado del sofá—tengan otro bebé —ambos se miran espantados.