Cupido Rebelde

Capítulo 39

Bianca

Viernes, 10 de diciembre 6:30 p.m.

Desde que Lay desapareció he sentido un vacío en mi pecho, es como si nunca hubiera existido y me hace pensar que lo soñé, pero luego leo lo que escribí tan detallado y el collar con nuestras iniciales que me es imposible que sea mentira. Me duele no tenerlo, no haberlo olvidado, que nadie lo recuerde y no tener con quien hablarlo.

Lo único que me reconforta es ir a verlo de vez en cuando. Tanto que he dejado de lado a Eduardo con nuestra salida pendiente porque siempre le digo que estoy ocupada, incluso hoy me ha llamado.

Él ahora vive con su prima Lisa en un apartamento cerca de su universidad, se llevan mejor desde que todo cambió y me alegra mucho lo bien que se llevan. Ambos estudian comunicación, y periodismo, yo no sabía que Lisa quería estudiar eso.

Ha querido que salgamos los tres por lo que contesto.

—Ya no me quieres ¿cierto? —finge llorar, le muestro mi cama llena de libros y apuntes—mier-coles, te invito a que te tires de un puente.

—Gracias, lo he pensado.

—Hoy es viernes, tomate un día.

—No puedo, tengo parcial toda la próxima semana, ¿irán a pasar navidad al pueblo?

—Si, mis padres también irán.

—Salgamos esos días que tenemos libre —sonríe ampliamente.

—De acuerdo, pero esta vez enserio —asiento.

Hace una mueca a la vez que escucho a Lisa insultarlo y robarle el teléfono.

—No es posible que solo te veamos por la pantalla, ya estoy planeando lo que haremos en el pueblo y…—se queda callada.

—Dilo.

—Iba a decir algo sobre Eddy, olvídalo.

—Si él está de acuerdo y quiere podemos salir los cuatro —asiente—hemos quedado en buenos términos.

—Si, me lo dijo.

—Duraron más de lo que creí—grita Edu en el fondo.

—Cállate —le decimos ambas—nos vemos, sigue estudiando.

Me lanza un beso y cuelga.

Edu se ha dejado crecer el cabello y se ve más guapo, se lo comenté en la foto de Instagram.

Lisa se ha cambiado el color de cabello viéndose más madura, igual siempre se ve bien.

Vuelvo a lo que estaba haciendo cuando mi hermana comienza a llamarme, la ignoro las primeras dos llamadas. Pero para la tercera me preocupo.

—¿Qué pasa Bianca?

—No debería darte esta información, pero…—se le nota nerviosa y apurada—Nicolas ha despertado, su mamá está en camino…

El celular cae al suelo mientras rompo a llorar con toda clase de sentimientos.

Lo hizo, dijo que volvería.

Tengo que ir a verlo. Me levanto de la cama y salgo apresurada, pero recuerdo que estoy en pijamas por lo que entro a cambiarme saliendo a los minutos entre tropezones con otras personas.

Tomo un taxi, porque no estoy en condiciones de conducir. Tengo la buena suerte de vivir a diez minutos en auto del hospital.

Al llegar me encuentro con mi hermana preocupada, me acerco desesperada y ansiosa por verlo.

—No puedes entrar aun —me toma de los brazos cuando ve la intención de ir a la habitación.

—Quiero verlo, de verdad —estoy con lágrimas en los ojos.

—Lo están examinando Bianca, ha estado en coma por dos años, están viendo que tan afectado está su cuerpo.

—¿Qué?

—Deben saber si está bien, neurológicamente, psicomotriz y ni hablar de los órganos.

—Bianca —mi hermana se aparta dejándome ver a la madre de Nicolas.

Me acerco a ella con lágrimas brotando sin parar. Me abraza reconfortándome y me siento mal porque ella es la que más ha sufrido al tener a su hijo así y yo estoy necesitando consuelo.

—Tranquila, él estará bien, es fuerte —acaricia mi espalda dando círculos—mira que después de dos años ha despertado —ríe aliviada.

Las dos nos sentamos en lo que los doctores siguen dentro de la habitación examinándolo. Las horas pasan y no nos dicen nada.

Incluso mi hermana salió de su turno y aun no sé nada de él.

—Bianca, linda, será mejor que vayas a descansar, mañana lo verás.

—Si hermana, vamos a casa —asiento levantándome, sabiendo que aquí sentada no sabré nada.

Sábado, 11 de diciembre 8:15 a.m.

Estoy despierta desde las seis, pasé la noche con mi hermana porque según ella no me veía bien y prefería cuidarme. No me gustó nada porque ahora vive más lejos del hospital después de decidir vivir hace un mes con su novio.

Entro a la habitación cuando me dicen que se puede verlo. Su madre se encuentra a su lado hablándole con dulzura.

Él se ve bien y sonriente, tal y como lo recuerdo.

Su mirada viaja hasta mí y me paralizo, no expresa sorpresa, confusión o desagrado, simplemente me observa. Me acerco nerviosa por la intensidad de sus ojos grises escudriñarme de arriba abajo.

Su madre llama su atención y le dice algo al oído que lo hace sonreír.

—Los dejo un rato solo, iré a casa a ducharme, adiós linda y gracias por venir —me abraza y deposita un beso en la mejilla.

En cuanto sale él habla.

—Así que tú eres Bianca —asiento dando un paso más, dudosa—acércate más que no muerdo —señala la banca y me siento incomoda, es como si lo conociera de nuevo—mi madre me habló de una chica que supuestamente conozco, que ha venido a verme desde hace casi un año.

—Si, yo… eh…—no pensé que decirle y ahora mismo estoy en blanco.

Sonríe derritiéndome.

Agradezco que estoy sentada porque las piernas las tengo como gelatinas.

—Está bien, quizás no te recuerdo, pero creo haberte visto —achina los ojos—leí tu carta y no esperaba creerte, loca, pero al verte siento que si te conozco.

Sonrío al escucharlo llamarme así.

Unos días después de que Lay se fuera, le dejé una carta a Nicolas, por si despertaba. No pensaba en aparecerme así, pero las ganas pudieron más y aquí estoy.

—Aunque no recuerdo muchas cosas, pero por alguna razón recuerdo tu rostro a la perfección —estira su brazo acariciando mi mejilla.




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