Cupido S.A de C.V.

¿MALA SUERTE?

Llegue a mi casa, casi flotando entre una nube. No podía creer que al fin había reunido el valor para hablar con él, de esa manera. Mi madre me observaba con curiosidad, mientras preparaba la comida.

─¿Tuviste un buen día? ─me preguntó, mientras ponía la sartén al fuego.

─Puede ser ─le respondí con burla. Ella me regaló una sonrisa y continuó cocinando. De pronto mi celular sonó, con un mensaje de él, preguntandome ¿Cómo estoy?

Me tumbé en la cama con el teléfono en las manos y una sonrisa en el rostro. Respondí lo más rápido que pude, mientras mi madre entraba en mi habitación y me pedia que fuera a comer. Dejé el teléfono sobre la cama y salí.

Comimos con absoluta normalidad. Me dediqué a hacer mi tarea y después decidí ir un rato a la plaza. Me cambié de ropa y salí, con el pretexto de ir a comprar un material, que verdaderamente no necesitaba. No había tardado mucho en llegar a la plaza cuando vi una escena, que no debería de haber visto.

Había una linda pareja de novios en el parque dándose tremendos besos. Los vi de lejos y preferí cambiar de rumbo. Nunca me ha gustado ver parejas en la calle. De alguna, rara y tonta manera, imagino que estoy violando la privacidad que poseen como pareja, lo cual, siendo honestos es algo estúpido. Si no quisieran ser vistos ¿para qué demonios se exhiben así en la calle? Me puse, como diría un viejo amigo, nena, y decidí seguir con mi rumbo normal. Caminé tranquilamente y vi de espaldas a la chica. No lo pude evitar, volteé instintivamente. Tenía el cabello oscuro, largo y con un corte que en aquellos años estaba de moda. Me sorprendió verla, pues, aun de espaldas sabía perfectamente de quien se trataba. Me detuve en seco, dejando caer la bolsa que llevaba en las manos. Me acerqué a ellos tan rápido como pude y obligué a esa chica a dar la vuelta, provocando que dejara de besar al chico, al cual, también conocía muy bien.

─¿Qué diablos creén que hacen? ─les dije furiosa. La chica, volteó a verme un poco sorprendida mientras sonrió con malicia.

─¿Eso a ti que te importa, adefesio? ¡lárgate! ─me dijo mientras trataba de volver a abrazar al chico. Pero yo fui un poco más rápida, la tomé del cabello y la jalé, obligándola a caer al suelo.

─¡Eres una maldita zorra! ─le grité─. Eres la novia de Ness ¿Cómo te atreves a besarte con su mejor amigo, en plena plaza?

Estaba furiosa y la sangre me hervía. Personalmente, nunca fui buena peleando, pero ese día estaba completamente decidida en golpear a esa chica con todas las fuerzas que tenía. Ella se puso de pie con la ayuda del chico.

─Es tu palabra contra la mía. ¿a quién creés que le creerá Ness? ─me dijo ella con burla.

─Olvídalo, Carime ─le dijo el chico mientras le pasaba la mano sobre los hombros─. No vale la pena pelear con esta rarita.

Ambos me veían con burla lo cual, hizo que mi ira aumentara. Cerré los puños con toda la fuerza que tenía y apreté la mandíbula, esperando no llorar.

─¡Él es su amigo! ¿CÓMO PUEDEN HACERLE ESTO? ─les grité. Carime me vio molesta.

─Él nos abandonó primero para irse tras de ti. La única zorra, eres tú ─me contestó con rencor.

─¿Cómo puedes ser tan estúpida, como para creer que entre Ness y yo pase algo? ─le dije. Aunque de sobra sabía que eso, era algo que todo mundo sospechaba. Sí, lo admito, cualquier persona ajena a nuestra forma de convivir pensaría en eso. Sin embargo, en mi estúpido razonamiento de adolescente ingenua, creí que era algo simplemente imposible. Ness, era mi primo. Y aunque muchas veces me dio a entender, que eso a él no le importaba yo siempre mantuve estúpidamente la distancia. ¡que estúpida era en aquellos años!

Me preocupaba tanto de lo que los demás pudieran pensar de mí, que me olvidé de hacer caso de lo que yo de verdad quería. Fui tonta y me arrepiento enormemente de ello. Hasta la fecha, no logro perdonarme por eso.

Mis amigos en la escuela siempre me dijeron, que no podía enamorarme de mi propio primo. Dijeron que estaba mal, y yo, al no querer que me siguieran tratando como una loca, traté de comportarme con la supuesta "cordura" que todos esperaban. Ahora, con el pasar de los años y, aprovechando la oportunidad, quiero decirles a todas esas personas que me hicieron volverme "cuerda"
¡VAYANSE AL DEMONIO!
Y si es posible, llévense su maldita cordura con ustedes.

─Eres la única estúpida que no nota, que Ness no te ve solo como una amiga ─me dijo Carime─. Además, él se fue y yo no perderé mi tiempo esperándolo.

─¿Perder el tiempo? ─le dije aún más molesta─. Si de verdad te importara, no dirías algo como eso ─le reproché con los ojos al borde del llanto. No me malentiendan, el coraje que en ese instante sentía, no cabía dentro de mí y de alguna manera tenía que dejarlo salir. En aquellos años, era pésima para expresar mis sentimientos y lo único que podía hacer era echarme a llorar, como una niña pequeña. Me odiaba por eso. Carime se acercó a mí y me vio con rencor.

─Nahum y yo nos gustamos y eso no lo podrás cambiar ─me dijo mientras me veía sonriendo con burla. La observé con rencor, aguantando lo más que podía las lágrimas.

─Se lo diré a Ness.

─Adelante, estoy segura de que no te creerá.

Ambos chicos se alejaron de ahí, dejándome sola con todo el rencor que tenía dentro. ¡Malditos bastardos! Tenía unas enormes ganas de arrancarles la cabeza y golpearlos hasta quedarme sin fuerzas. Quería hacerlos pagar, por atreverse a dañar a Ness. Tomé la bolsa que había caído al suelo y di la vuelta, limpiando las lágrimas que habían ensuciado mi rostro. Continúe con mi camino, acortando el paso. No quería llegar pronto a casa, pues, mis padres me preguntarían que me pasó, al ver el aspecto que llevaba. No es que no les tuviera confianza, es solo que me daba vergüenza admitir que me había echado a llorar en lugar de defenderme mejor. Era pésima con las palabras, Ness, en cambio, era diferente en todo sentido. Un músico nato, un poeta experimentado. Era cinturón negro en Tae kwon do, y, aun así, sus golpes no llegaban a doler como sus palabras. Era listo, sabio y muy inteligente. Sus palabras lastimaban mucho más que cualquier golpe, aunque, yo era inmune a ellas. Intentaba discutir conmigo y sin importar cuanto lo intentara, yo siempre lo vencía. Pero eso solo pasaba con él. Con las demás personas era torpe e incoherente. Carecía del valor que tanto lo caracterizaba a él.




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