ACTO 1: COOPER.
Capítulo I
El reloj marcaba las 12:54 P.M. cuando el oficial Cooper se encontraba viéndolo de forma impaciente por cada segundo, cada tic tac parecía una eternidad en aquel preciso instante. Al menos así lo sentía él. Se encontraba en la comisaría del sector Rashford. Estaba en el gran salón central del edificio, tenía sus paredes verdes azulado con un techo de color blanco, él estaba sentado en uno de los escritorios que se encontraban rodeando la enorme alfombra circular que se encontraba en el salón, había 6 escritorios al rededor, cada uno con sus respectivas sillas y computadora para su uso.
El reloj marcó las 12:55 P.M. pero en realidad a Cooper le dio la sensación de haber permanecido una incontable cantidad de horas en ese solo minuto, se levantó de la mesa donde estuvo las últimas 3 horas, empezó avanzar hasta la puerta del fondo a mano derecha. Era zona designada de cárceles, ahí yacía su esposa esperando a que se dictara la condena por su crimen.
Caminaba de forma apresurada, vestía su uniforme como cualquier día normal dentro de la ciudadela, su pantalón de vestir color marrón, zapatos de vestir color marrón y una camisa de botones de manga larga color azul claro, su reloj en la mano izquierda y su anillo de compromiso.
Cooper abrió la puerta y caminó por el pasillo, la habitación de las cárceles no era tan amplio, era un pasillo largo donde al rededor estaban los barrotes de hierro donde cada celda era separada por paredes, en aquel lugar se construyeron un total de 6 celdas, 3 en el lado derecho y las otras 3 en el izquierdo, colocando al final del pasillo una ventana con barras de hierro para que iluminara a la luz del día.
«No debería estar aquí» Pensó la capitana Cooper quien era la persona dentro de aquella celda, observaba a su esposo llegar y ponerse frente a frente de la celda para encararla, vio los ojos de su amado y veía lo confundido que él estaba —Hola… —dice levantándose levantando las manos para sostener las barras de hierro que los separaba a ambos. Las habitaciones dentro eran bastante pequeñas, con espacio para una cama y un retrete nada más.
—Solo quiero una explicación… —la voz del oficial Cooper transmitía la indignación y la confusión en aquel momento, él no podía creer que dentro de unas horas su esposa iba salir a expulsada al exterior de las murallas y lo más probable iba ser devorada por las criaturas que se encontraban al otro lado.
—Llevo tratando de hace meses de mostrarte que todo es una mentira y tú solo no quisiste escucharme —Su voz firme no titubeó en ningún momento, aunque por dentro su corazón se le achicaba al saber que pronto iba morir y él iba presenciar aquella muerte.
—Claro que te escuché, pero es que lo que dices solo son ideas que no tienen sentido —Cooper explotaba de frustración —No quiero perderte…
—No lo harás —Sara extiende su brazo a través de las barras de metal y sujeta la mejilla de su esposo para limpiar sus lágrimas —te prometo que cuando salga al exterior podrás ver a través del gran monitor que no me pasará nada —le dice ella con tanta seguridad a sabiendas de que iba perecer al momento de salir.
—Escúchame Johnny, Es de suma importancia que continúes lo que yo empecé.
—No entiendo, ¿Qué fue lo que empezaste? —la voz seria de su esposa no sonaba a como solía ser, en sus ojos se notaba la importancia de lo que decía.
—Hay una biblioteca que mantienen en secreto, perdí el mapa, pero se quién puede ayudarte a conseguirlo
—¿Qué biblioteca? ¿de que estas hablando Sara?
—Solo escúchame que no tengo mucho tiempo, por nada del mundo le digas a nadie que te dije esto, en aquella biblioteca esta todo el conocimiento de nuestros antecesores, esta el origen de todo, te lo podría decir absolutamente todo, pero ya yo pronto estaré fuera de las murallas y no sé qué será de mi vida, en el sector Bruni hay un hombre, el te llevara al mapa que después te llevara a la biblioteca, ve y búscalo, el nombre de aquel hombre es…
La conversación fue interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose los Coopers vieron al alcalde entrando «Ya es hora» pensó Sara, él venía con su vestimenta que siempre lo hacía lucir como alguien de la alta clase, era un traje de vestir y encima se colocó una banda roja alrededor de sus hombros con la palabra alcalde —Ya son las 1, oficial Cooper, sé que es bastante difícil todo esto pero debemos preparar a la señorita Sara para que salga al exterior—detrás del alcalde llegaron unas personas con trajes NBQ, una de ella tenía un maletín muy grande color negro en su mano, de él sacaron otro traje NBQ, era un poco diferente al que tenían puesto aquellas persona, este no era color blanco sino de un color mas gris con algunas partes de color naranja, era un poco más grueso y tenía en la parte de atrás una zona donde se colocaba un tanque de oxigeno
—Estoy lista —replicó Sara con tanta seguridad
—Se que esto ya lo sabes, pero debo decirlo por protocolo de la ley, esto que ves aquí es un traje NBQ, se usa para evitar radiación en muchos casos. Te dejaré con dos del personal para que te ayuden a colocártelo —El alcalde le alzas los brazos señalando a las dos personas detrás de él.
En el momento en que salieron de la habitación el reloj ya marcaba las 1:17 P.M.
En la gran ciudadela había reglas y leyes diseñadas para mantener y preservar lo último que quedaba de la civilización humana, entre todas ellas estaba la ley numero 89. La cual dictada ¨todo ciudadano que constituya parte de nuestra sociedad tendrá el derecho de solicitar salir a explorar el exterior del mundo. Sin embargo, una vez haya solicitado dicho derecho ya no podrá revocar la decisión¨
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Editado: 28.05.2025