Capítulo 1
Dos semanas. Llevaba exactamente dos semanas asistiendo a ese lugar cada noche sin parar, ni siquiera sabía la razón por la que lo hacía, sólo estaba segura de que cada día se encontraba en su trabajo esperando por la hora de salir para poder ir a ese lugar y quedarse en ese mismo rincón, observado su alrededor, esperando por poder verlo.
Se sentía tan fuera de lugar en ese establecimiento, todas las personas hablaban entre sí mientras comían y bebían mientras niños corrían por entre las mesas riendo y hablando a gritos, algo típico en un restaurante de comida rápida.
Todos ellos vestían de manera informal, haciéndola destacar más de la cuenta, ella vestía con un traje negro de negocios bastante costoso y su cabello rojizo peinado con un moño elegante, debido a eso sentía las miradas extrañadas de varios comensales y de algunos empleados del restaurante, sobre todo los que ya habían notado lo habitual que se había vuelto su presencia en ese lugar, tampoco era que lo disimulara al siempre ordenar la misma bebida cada que entraba al lugar.
—Muy bien chicos, nos vemos mañana. —Diez de la noche. Como siempre puntual, ahí estaba la persona por la que Sophie Blanton, una empresaria perteneciente a una compañía bastante prestigiosa gastaba todas las noches en ese restaurante. Un joven ya en sus veinte, bastante delgado con una gran mata de cabello negro que casi alcanzaba a cubrir por completo sus ojos color verde, siempre cargando una mochila algo vieja y rasgada de algunas partes y, lo que más intrigaba a Sophie, una brillante sonrisa en su rostro
—¿Llevas las hamburguesas sobrantes? —Escuchó que preguntaba un hombre mayor desde la cocina, el joven levantó una bolsa de plástico que sujetaba en su mano derecha antes de salir del restaurante. Después de que el chico desapareciera de su vista, Sophie duró algunos minutos más en el establecimiento antes de salir hacia su vehículo, uno de los automóviles más costosos actualmente en esa ciudad, entró sin dejar de pensar en sus acciones y como había comenzado con ese extraño comportamiento hace semanas, recordó como ese día había sido un completo desastre, juntas y reuniones sin parar, uno de los proyectos en los que trabajaba enfrentaba más obstáculos de lo normal, estaba completamente harta y cansada de todo eso cuando bajó al primer piso con rumbo a la cafetería de la empresa por otro par de tazas de café para su compañero, cuando vio al chico por primera vez, este acababa de entrar al edificio cargado con dos bolsas, lo vio acercándose ala recepcionista, dejando las bolsas sobre el mostrador, coqueteando un poco con la trabajadora, recibiendo el dinero por la comida y alejándose del lugar sin borrar esa sonrisa de su rostro, Sophie se quedó mirando la puerta por varios minutos antes de volver a lo que hacía, cuando volvió a su oficina se encontró con la comida que ese chico entregó, su socio y mejor amigo había ordenado eso para la larga noche que tenían por delante, fue así como supo el nombre del restaurante y comenzó con el ritual que llevaba repitiendo por semanas.
Cuando por fin llegó a su hogar, un departamento en uno de los edificios más prestigiosos de la ciudad, arrojó las llaves en una mesa cercana a la entrada y pulsó el botón de la contestadora para escuchar si alguien había llamado en su ausencia, sin embargo, al escuchar la voz de su padre inmediatamente terminó el mensaje, desde lo ocurrido hace dos años cortó toda comunicación con su familia, decidida a jamás volver a hablarles.
El segundo mensaje era de su mejor amigo y socio de la compañía, quien le recordaba el par de juntas que tendrían temprano por la mañana, soltó un suspiro caminando hacia su estudio, lo mejor era que comenzará a prepararse para esas reuniones, encendió su computadora y, borrando de su mente el rostro del joven que le causaba tanta curiosidad, comenzó a releer todos los documentos necesarios para estar preparada.
La mañana siguiente estuvo a punto de llegar tarde a las reuniones debido a que, en el trayecto de su departamento la empresa, no pudo evitar detenerse en el restaurante al verlo cruzar la calle en dirección al trabajo, igual que todos los días el joven caminaba con una sonrisa en su rostro, ¿Por qué sentía tanta curiosidad al verlo sonreír?, parecía estar feliz todo el tiempo, por lo que Sophie suponía que era envidia, ese joven era feliz, cosa contraria a la mujer, quien ni siquiera recordaba la última vez que había reído o sonreído genuinamente, el tono de llamada en su teléfono la hizo salir de sus cavilaciones y percatarse de la hora que era
“Diga” respondió el teléfono reconociendo la voz de su mejor amigo al otro lado de la línea
“¿Ya estás en camino?, los inversionistas ya están aquí, recuerda que es nuestra oportunidad de conseguir el capital para llevar a cabo el proyecto de construcción en la costa”
“Lo sé, voy para allá, llego en cinco minutos y no te preocupes, vamos a ganarnos a esos inversionistas” Sophie aceleró con rumbo a su compañía obligándose a olvidar a ese joven por lo que restaba de la mañana.
Llegó a la empresa con dos minutos de retraso corriendo y casi falta de aire, justo antes de entrar a la sala de juntas tomó un gran respiro colocando su mejor sonrisa profesional y entró lista para trabajar.
Un par de horas después salieron los inversionistas acompañados de ambos jóvenes quienes trataban de verse neutrales a pesar de haber conseguido su objetivo, lo que los tenía satisfechos
—Les aseguro que no se arrepentirán de invertir con nosotros, mi socia y yo estamos muy orgullosos de él y de los beneficios que todos obtendremos de esto. —Decía el mejor amigo de Sophie, un hombre alto de cabello rubio y bien peinado con su sonrisa confiada mientras estrechaba las manos de sus nuevos socios