Curando a Hannah

Capítulo 5

Hannah

 

Llevaba muchas horas sentada en el suelo de mi habitación con mi guitarra en mi regazo, había hojas esparcidas a mí alrededor con frases escritas y tachadas por mí. Había aprovechado que tenía tiempo libre para componer la nueva canción de Lyns4 y en eso estaba.

—4 almas ilusionadas con un sueño por alcanzar, —mientras cantaba, hice algunos acordes con la guitarra—dando pasos firmes conseguimos que fuera realidad.

Apunté estas dos frases porque me gustaron ya que representaba nuestros inicios en la música. Solo éramos cuatro pobres chicas normales que cantaban hasta que un productor nos descubrió ya nada fue igual. Iba a seguir tocando pero el timbre me alejó de mi tarea. Con mucho pesar me levanté del suelo para ir a abrir la puerta, quién sea que fuera me había arruinado la inspiración.

Mi cara se llenó de asombro cuando vi a las chicas con bolsas que contenían comida basura y refrescos de todo tipo. Tenían unas increíbles sonrisas y alzaron las bolsas a la altura de mi rostro cuando abrí la puerta.

—¡Hora de engordar! —dijo Sarah mientras dejaba todo en la encimera de la isla de mi cocina.

—¿Para eso habéis venido? —pregunté incrédula. —¿Para comer y ver la tele? —Diana y Sky se habían tirado en el sillón y encendieron la televisión en un programa de modelos.

Ellas parecieron pensarse su respuesta ya que tardaron en abrir la boca. Y tras un pequeño silencio, hablaron las tres a la vez:

—Sí.

Suspiré cansada. No me pagaban lo suficiente, bueno, en realidad no me pagaban lo que me deberían pagarme por mi trabajo pero eso era otra cosa que no tenía ganas de explicar en este momento. Estaba demasiado ocupada viendo como Sarah metía un paquete de palomitas en mi microondas para luego verter el contenido de una bolsa de panchitos en un bol amarillo que había cogido del mueble. Se metió un puñado en la boca y me ofreció coger. Me encogí de hombros e hice lo mismo que ella, coger un buen puñado y metérmelo en la boca. El sabor a queso invadió mi boca. El microondas avisó de que las palomitas estaban listas, y Sarah las puso en otro bol. Como ella tenía los dos boles en sus manos, yo cogí los refrescos; y juntas fuimos al salón.

—Sky, ¿quieres? —Sarah le puso los panchitos delante de su cara ofreciéndole pero Sky negó.

—No, gracias.

La miré raro. A Sky le gustaba comer todas estas porquerías y nunca se negaba a comerlas si tenía la oportunidad de hacerlo. Tampoco le di mucha importancia ya que sí que comió palomitas—aunque muy pocas comparado con lo que solía comer.

—¿Qué estamos viendo? —pregunté echándole un vistazo a la televisión. Subí mis piernas encima de la pequeña mesa para estar más cómoda.

—Un programa del corazón—respondió Diana antes de beber de su refresco de cola.

—¡Quita esa mierda!

Sarah intentó quitarle el mando pero yo se lo impedí al escuchar mi nombre salir de la boca del presentador—que por cierto, parecía como si la lavadora hubiera desteñido su traje por el color tan chillón que tenía.

—Ahora mismo, van a escuchar en primicia las declaraciones de Austin Jones, ex-pareja de Hannah Steel—anunció el presentador.

No podía ser nada bueno lo que estaba por venir.

Pusieron un vídeo en el que se veía una foto de Austin a la vez que se le escuchaba hablar. Abajo, pusieron subtítulos para que se entendiera bien la mierda que me iba a echar encima.

—Nuestra relación fue un infierno… Me revisaba el móvil cada dos por tres porque creía que hablaba con chicas… —un nudo en mi garganta me impidió tragar. Sus palabras hicieron que mi pecho se oprimiera causándome una sensación desagradable, muy desagradable. Mis ojos estaban fijos en la pantalla, estaba absorta pero no lo suficiente para que no oyese a Diana insultar a Austin con los peores insultos que existían. —Estaba obsesionada con que la engañaba, era muy celosa y no podía tener ni quedar con amigas porque montaba follones en medio de la calle.

—¿Era agresiva? —le preguntó la entrevistadora con la que estaba hablando por teléfono.

—Mucho.

La pantalla se volvió negra. Sarah había apagado la televisión estando muy enfadada. No entendí porque estaba así, ella no tuvo que aguantar lo que yo aguanté en mi relación con Austin.

—Ya sabéis—dije con humor—, no me toquéis las narices porque soy muy agresiva—hice énfasis en ‘muy’.

Diana me miró resoplando.

—Solo tú puedes bromear con algo así.

Me quedé callada y recosté mi espalda en el respaldo del sillón. Empecé a ver mis uñas pintadas de negro.

—¡Es un hijo de perra! —gritó Sarah, de pie. —¡Mintió! ¡Todo fue al revés!

—No sé porque te enfadas—dije.

Todas me miraron. Estaban furiosas, parecían toros enfadados por los resoplidos que daban. Sky estaba incrédula. Seguro que se estaba preguntando porque cojones había dicho eso y me lo hizo saber.



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En el texto hay: musica, pasion y deseo, drama

Editado: 09.10.2018

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