Amaba viajar. Había viajado tanto desde pequeña que estar en un mismo lugar durante mucho tiempo la enloquecía. Le gustaba el movimiento; explorar lugares nuevos; conocer más allá de su burbuja; incluso le gustaba el papeleo del aeropuerto y cuando se le tapaban los oídos al despegar el avión.
Era irónico porque cuando viajaba se sentía más en casa que estando en su propia casa.
Eran alrededor de las siete de la tarde, no sabía con exactitud. Su vuelo había salido cerca de las nueve de la mañana en Londres, pero ya conocía las diferencias de horario y sabía que llegarían más cerca de la cena que del almuerzo. El aeropuerto estaba hecho un completo lio. Estaba lleno de personas, el barullo de voces apenas dejaba escuchar los anuncios por los parlantes y era más difícil no perder a las personas del equipo que evitar que los chocasen las demás personas.
-Esto es una locura-murmuró Sira para sí misma.
-Ha sido así los últimos tres años, cada vez hay más personas. Resulta mucho más cómodo llegar para la pretemporada que para la carrera-dijo Cass a su lado, Sira no se había percatado de cuando llego.
-Sería mucho más cómodo si no se celebrara la fiesta de los Jefferson, lo único que hacen es desenfocar a los equipos de lo realmente importante-Cass, que no estaba de acuerdo con Sira, arrugó la nariz.
-O quizás ayuda a que se relaje un poco el ambiente de competencia-Cass se encogió de hombros ante la mirada escéptica que le lanzó Sira-Detesto los aeropuertos.
-Pues a mí me encantan-murmuró Sira de regreso-Quizás deberíamos buscar el autobús que nos lleva al hotel-Cass coincidió con ella con un leve asentimiento.
Se agarraron de la mano para evitar perderse en el tumulto de gente mientras se encaminaban hacia la salida, ambas conocían el aeropuerto casi a la perfección por lo que solo tardaron en llegar hasta el estacionamiento por la dificultad que tuvieron para atravesar la multitud de personas.
Afuera el cielo estaba casi por completo oscuro, las ultimas motas anaranjadas del atardecer le estaban dando paso a la noche y en la noche cálida apenas corría un poco de viento. Ambas comenzaron a sudar mientras caminaban por el estacionamiento. El autobús de Wexford estaba a unos cuantos metros de distancia, a su lado estaban los autobuses de Rosso y Aquila. En los tres autobuses estaban las filas para comprobar la identidad antes de subir.
Sira observó con atención la fila a un costado del autobús de Rosso y solo se percató de a quien estaba buscando cuando no lo encontró allí; sintió el codazo juguetón de Cass contra sus costillas.
-¿Estás buscando a alguien?-preguntó Cass en tono burlón.
Sira se rio mientras aflojaba la tensión que retenía en los hombros.
-Por supuesto que sí. A mis padres-respondió, aunque sabía que Cass no le creería ni media palabra.
Su mejor amiga siempre había tenido el don de reconocer cualquier gesto de Sira, incluso el más imperceptible, que no fuera normal en ella. Y justo en ese momento, Sira no se había percatado de la postura rígida y el paso titubeante que había adoptado mientras repasaba aquella fila de principio a fin. Cass sabía que Sira probablemente ni siquiera se había percatado de que estaba buscando a alguien.
Cass esperaba con toda sinceridad que Sira estuviera buscando a quien ella creía. Había visto a su amiga estudiar y trabajar imparablemente incluso cuando estaba lejos de la universidad o de las carreras, sabía que era una mujer fuerte y dedicada y que podía ser tan social como se le antojase, pero lo cierto era que le faltaba una buena aventura, algo que la sacase de su eje. Y estaba dispuesta a buscar cualquier situación, persona o momento que lo hiciera, por lo que no le costó comenzar a molestarla.
-Pues no sé si te lo han informado, pero tus padres son empleados de Wexford, no de Rosso.
-No los estaba buscando entre los empleados de Rosso.
-A mí me ha parecido que buscabas entre uniformes rojos en lugar de uniformes negros. Y, por si lo olvidabas, es un piloto, tiene autos de lujo a su disposición Sira. Igual que tus padres, aunque nunca comprendí porque no los usan-Sira la observó con exasperación.
-¿Es que acaso no te has tomado la pastillita para la locura hoy o qué?-preguntó con tono irritado.
-¡Pero que sensible eres!-exclamó Cass soltando una risotada.
-No soy sensible, solo estoy de mal humor-respondió Sira entre dientes.
-Por supuesto que no lo estas, te molesta que te diga la verdad.
-¿Alguna vez te he dicho lo irritante que puedes llegar a ser?.
-En cada oportunidad que se te presenta.
Habían llegado hasta la, ya casi inexistente, fila del autobús de Wexford por lo que Sira no se molestó en replicarle el comentario a Cass, en su lugar, rebusco entre sus bolsillos su documento de identidad y se lo mostróal hombre parado junto a la puerta del autobús.
El hombre vestido con el uniforme de empleado del aeropuerto le hizo la una seña con la mano para que avanzara mientras le entregaba su documento, Sira le regaló un asentimiento a modo de saludo y caminó hasta la parte trasera del autobús para entregarle sus maletas al chico que las estaba acomodando. Sira subió hasta la parte alta del autobús con Cass pisándole los talones. Solo había cinco lugares libres así que Sira dedujo que en unos minutos ya partirían hacia el hotel.
Sabía que el Al Areen Palace estaba a más de media hora de distancia, así que se puso sus airpods y buscó su lista de reproducción favorita en su teléfono.
Llegaron al hotel para la hora de la cena. Sira estaba tan cansada que decidió ir a dormir sin cenar; esta vez compartiría el cuarto con tres personas más y Cass era una de ellas, así que ambas se encaminaron hacia la habitación con su equipaje apenas llegaron.
-Es el piso 13-dijo Sira cuando entraron en el elevador.
No era la primera vez que pisaban ese hotel, pero eso no provocaba que dejara de ser sorprendente. Cada año tenia nuevos diseños en sus alfombras, sus cuadros y sus muebles; las habitaciones se renovaban constantemente y la iluminación era, francamente, alucinante.