La voz...Esa voz...
Un escalofrío recorrió a Sira de pies a cabeza antes de girarse hecha una furia.
Su ímpetu se deshizo en nada cuando su rostro quedó a centímetros del rostro de Niccolo, con sus alientos entrechocándose y con unos hermosos ojos verdes que podía comparar con toda la flora que había visto durante toda su vida, observándola desde arriba. Aquellos ojos la hipnotizaron por unos segundos.
La caricia de Niccolo en su cintura fue lo que la hizo reaccionar y echarse para atrás soltándose del agarre de él.
-¡¿Pero quién te crees que eres para tocarme sin mi permiso?!-exclamó indignada.
-Pues...Soy Niccolo-respondió el con simplicidad.
-Bueno, Niccolo, no me gusta que me toquen sin mi permiso-dijo Sira con tensión en la voz mientras cruzaba sus brazos.
-No hubo objeciones antes de que supieras que era yo quien bailaba contigo-repuso Niccolo arqueando una ceja.
-Eso ya debería decirte algo, ¿No crees?-contestó Sira con tono venenoso.
-Sí, que dices algo, pero actúas de forma completamente diferente-respondió Niccolo con una sonrisa ladina.
-No quiero tener nada que ver contigo, Niccolo-sentenció. Sin más que decir, giró sobre si y caminó derecho hacia la barra, sentía como él venía detrás de sí.
Sira estaba a punto de sentarse en un taburete libre cuando sintió un tirón en el brazo y en tan solo un segundo se hallaba con la espalda apoyada en la barra y aprisionada entre los brazos de Niccolo, que se aferraban al borde de la barra a cada lado de su cintura. La respiración se le atascó.
Niccolo la miraba con una intensidad devastadora.
-¿Sabes que creo yo, Sira?-ella negó con la cabeza-Que te mueres por tener algo que ver conmigo-al intentar moverse fuera de esa prisión y en un intento fallido cuando quiso mover un brazo de él, Niccolo le agarró el antebrazo y lo dejó quieto en su lugar.
Sira contestó en un arranque de coraje y acercando el rostro hacia el de él dijo:
-Me muero porque te alejes de mí-murmuró con determinación. Niccolo la miró a los ojos por una fracción de segundo.
Todo pasó tan rápido que a Sira no le dio tiempo a percibirlo. En un momento parecía que ambos estaban luchando a muerte con la mirada y solo esperaban ansiosos a que uno de los dos atacase otra vez, y al otro Niccolo la sostenía por la nuca mientras la besaba con una intensidad con la que jamás la habían besado.
Se separaron solo cuando se quedaron sin aire, Sira rio cuando vio los labios, ahora completamente rojos, de él. Sin embargo, en cuanto se dio cuenta de lo que había sucedido se apartó bruscamente, Niccolo retrocedió a la vez.
-¿Qué diablos...?
-Este es el trato, tendremos una cita antes de la próxima carrera...O mejor después, después de la próxima carrera, si-dijo Charle con aire pensativo, una sonrisa satisfecha bailaba en sus labios.
-Tengo novio-respondió Sira aferrándose a la mentira que había dicho en la mañana.
-Eso no pareció importarte hace unos minutos-repuso Niccolo con soltura.
-¡Tú me besaste!.
-Y tú no me quitaste.
-Eres un idiota-murmuro Sira con los dientes apretados.
-Tal vez, pero al menos no soy un mentiroso-rebatió Niccolo-De acuerdo, vamos a hacer un trato-Sira titubeó antes de contestar.
-¿Me estas llamando mentirosa?-cuestionó con una ceja alzada, Niccolo se encogió de hombros-¿Se puede saber por qué?.
-No tienes novio-acusó el-No intentes negarlo, sé que me has mentido.
Sira se mostró indiferente ante la expresión indagadora del monegasco, la realidad era que no tenía nada que explicar y no le molestaba ni un poco que haya descubierto su mentira. Quizás eso le demostraba mucho mejor que no quería salir con él.
-¿No vas a negarlo entonces?-Sira negó ante la pregunta de él-Muy bien. Entonces vamos a hablar de otra cosa, dime que tengo que hacer para que aceptes salir conmigo.
-Suenas muy desesperado, ¿No crees?.
-Solo estoy ansioso por salir con una hermosa e inteligente mujer, no veo nada de malo en ello.
Sira sintió como se le aceleraba el corazón, podía decir que no quería saber nada él, pero aún era una mujer a la que le gustaba, y que debes en cuando necesitaba, recibir aquellos cumplidos tan lindos. Sin quererlo, sonrió.
-De acuerdo, solo por eso te has ganado una oportunidad, voy a salir contigo...Solo si ganas la próxima carrera-respondió, aun con la sonrisa en el rostro.
-Creo que tú también quieres salir conmigo al parecer-murmuró Niccolo con una sonrisa confiada.
Eso fue todo. Aquello bastó para que Sira tuviera un pequeño momento de actitud, dio un paso hacia Niccolo con lentitud y cuando estuvo lo suficientemente cerca le susurró en el oído:
-Quizá, lo sabrás en el próximo circuito-comenzó a caminar en dirección contraria a él y cuando estuvo a varios pasos de distancia, giró sobre si y, para que se escuchase por encima de la música, exclamó-¡Niccolo!-él la miró en una milésima de segundo-¡Asegúrate de ganar la carrera!.
Sin más, se giró y caminó hacia la salida.
Despertó temprano en la mañana con la luz del sol filtrándose por las claras cortinas y el sonido de la alarma a un lado de su cabeza. Eran las siete am, Cass dormía junto con Sarah y Sira había decidido encargarse de organizar las maletas de todas ya que sabía que no había forma de levantarlas hasta último momento antes de irse.
No había sido ninguna molestia ya que apenas había podido dormir, levantarse era más un alivio que una obligación.
Se había pasado toda la noche pensando en su arranque de valentía en el club. Había querido cavar un hueco en la tierra y enterrarse en ese mismo momento mientras dejaba solo a Niccolo y al llegar a la habitación no había hecho más que acostarse y echarse la frazada por encima de la cabeza. ¿"Asegúrate de ganar la carrera"?¿No tenía nada mejor para decir?¿Había alguna frase más tonta e infantil?¿Y apostar una cita?¿En qué diablos estaba pensando?; Niccolo ya había ganado una carrera, ¿Qué pasaría si ganaba en Arabia Saudita?.