Curvas Intrépidas

Ocho

-¡¿Que hiciste que?!-el grito proveniente del teléfono provocó que tuviera que alejarlo de su oreja.

Había llegado a la estación quince minutos antes y había encontrado una muy pintoresca cafetería en la que se sentó a esperar a Niccolo mientras desayunaba un delicioso milkshake con un croissant. En algún momento de debilidad entre el llegar y el esperar su comida había decidido que llamar a Cassidy y contarle sobre todo lo ocurrido la noche anterior sería buena idea.

Estaba claro que no lo había sido. Es más, había sido la peor idea que se le podía haber ocurrido en esa circunstancia. En ese momento le estaba contando lo que había sucedido después de la ducha.

-Yo no hice nada, Cass, él estaba ahí cuando yo salí del baño-explicó con tono paciente. Era la tercera vez que se lo repetía.

-¿Te vio solo con una toalla y tú dices que no hiciste nada?-la incredulidad de Cass atravesaba cualquier barrera tecnológica.

-¡Que no fue intencional!-chilló, varios comensales la observaron-Que no fue intencional, se suponía que él no estaría para cuando terminara-dijo ahora con un tono más bajo.

-Ya, claro, ¿Y qué paso luego?-preguntó Cass.

Sira vaciló antes de responder.

-Pues...Ya que perdí mi vuelo y el también...Loestoyesperandoenlaestaciondetrenparaviajarjuntos-dijo, tan rápido que fue imposible de entender.

-¿Que?.

-Que estoy en-Sira se interrumpió abruptamente cuando vio al monegasco caminar en su dirección-Debo colgar, lo siento-murmuró en tono de disculpa.

Colgó justo al tiempo que Niccolo se paraba delante de ella, Sira sonrió aun nerviosa. Sin embargo, el monegasco parecía de lo más relajado y cómodo, lo que era un claro contraste con el comportamiento errático que había tenido esa mañana al dejar la habitación, como si no hubiera sabido con exactitud que hacer o decir.

Aunque en ese momento, con su remera blanca y su bermuda de mezclilla, lucia totalmente sereno y, había que decirlo, sexy también.

-¿Esperaste mucho tiempo?-preguntó acercándose para darle un beso en la mejilla.

-No en realidad-respondió y bebió un sorbo de café-Solo tenía hambre, el ayuno no va conmigo-Niccolo sonrió.

-Pues tampoco va conmigo-murmuró él. Se movió con la pequeña maleta y se sentó a un lado de Sira; buscó a un mozo con la mirada y cuando lo vieron alzó la mano para llamarlo-¿Hablabas con tu madre?.

-No, hablaba con Cassidy.

-¿Necesitabas una charla de amigas antes de lidiar conmigo? Puedo irme un rato más si así lo deseas-murmuró, la calidez en su voz demostró que hablaba en serio.

Sira negó con la cabeza.

-Ya hablaré con ella al llegar-dijo restándole importancia con una mano.

-Ya, creí que morirías por sacarlo de tu sistema.

-¿Por qué lo creerías?-en lugar de responder, Niccolo se echó a reír.

Sira, molesta por ello, no volvió a hablar. Lo cierto es que ninguno se sentía obligado a hacerlo; ambos se enfrascaron en sus desayunos y pasaron el tiempo mirando a los transeúntes.

Sira ya había comprado dos billetes de tren para ellos al llegar allí, salía a las cuatro cuarenta y cinco por la plataforma tres; ya que no había aeropuerto en Mónaco debían viajar primero hacia Niza y una vez allí podrían tomar un vuelo hacia Arabia. Aunque de los boletos de avión se encargarían al llegar.

El tiempo pasó dolorosamente lento considerando que ya deberían estar en el avión...Y las llamadas que Sira rechazó de su madre, tal vez ya era mayor de edad legalmente, pero aún era la nena de mamá y papá.

Aún era la nena de mamá y papá en problemas.

El tren salía a las cuatro con cuarenta y cinco, por lo que media hora antes se dirigieron hacia la plataforma. El viaje hasta Niza duraba tan solo veinticinco minutos y Sira lo pasó escuchando música, al igual que Niccolo.

Que sea temporada baja para el turismo les había facilitado las cosas para conseguir boletos para el tren económico, y, aunque era muy poco probable, deseaba que la misma facilidad para conseguir un vuelo rapido sucediera en el aeropuerto. Sabía que un billete de avión era mucho más caro si lo compraban con prisa. El dinero no era problema claro, pero los trenes económicos circulaban con mayor frecuencia que los de elite, eso mismo sucedía con los vuelos, ya que no todos los aviones tenían espacio de primera clase.

Se había equivocado por supuesto. El pasaje de avión costo el doble de lo que le había costado el primero, aunque sea habían conseguido los últimos asientos contiguos...A un lado de las turbinas y en clase turista.

-Recuérdame, ¿Por qué no sacamos boletos en primera clase?-había preguntado Sira tan solo cinco minutos después de despegar, Niccolo rio.

-Porque ya no había más lugares y el próximo vuelo era hasta cinco horas mas tarde.

No volvieron a hablar hasta pasada una hora, cuando Niccolo se aburrió de la película que veía. Sira lo vio inquieto durante un buen rato hasta que finalmente se giró y preguntó con tono burlón.

-¿Te dan miedo los aviones o algo así?.

-No que yo sepa, ¿Y tú?.

-Pues, no podría hacer bien mi trabajo si le tuviera miedo a volar, ¿No crees? Es lo que se hace la mitad del tiempo-dijo con obviedad en su voz.

-Si...Hay algo que quiero saber-dijo Niccolo, Sira lo miró atenta-¿Te han dicho alguna vez que tienes unos hermosos ojos?.

-¿Qué?-preguntó Sira riéndose, sus nervios se presentaron como cosquillas en el estómago.

-Eso mismo, aunque eso no era lo que quería preguntar.

-¿Y que es entonces?-preguntó con curiosidad.

-Tú me conocías desde antes y eso lo entiendo, pero...Esta bien, eres hija de la directora ejecutiva de Wexford, ¿Por qué no supe nunca nada de ti hasta hace dos semanas?-Sira se encogió de hombros ante la pregunta.

-Mis padres consideraban, y yo estaba de acuerdo con ellos, que era mucho mejor mantenerme fuera del radar-explicó.

-¿Como?.




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