Cyberia:
El despertar del conocimiento.
Ubik.
“...Y una vez que la tormenta pase, no recordaras como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta habrá terminado realmente. Pero una cosa sí, es segura: Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta. "
H.M
Índice:
La suspensión del tiempo, intrínseca relación con la naturaleza…….…….… Página 4.
Decoder: “La decodificación lingüística de un sueño natural”……………….. Página 70.
El Bastión…………………….. Página 112.
La praxis de mi replica……… Página 184
El hombre que mira al cielo… Página 238
La suspensión del tiempo
intrínseca relación con la Naturaleza
Para lucero.
Que dejó de ser,
hasta convertirse,
en mí estrella.
Capítulo 1
No importa en qué posición me encontraba. Ya fuese de pie, sentado o acostado. Las imágenes de la verdad, no dejaban de llegarme.
He encontrado la falla en el circuito moderno, la disrupción por donde la información se filtra. Pienso que mi propio cuerpo electromagnético, quizás, este favoreciendo dicho movimiento.
Percibo, como quien se despierta por vez primera, la corriente que viaja por el extremo de todos mis músculos. No puedo moverme. O mejor dicho, no quiero hacerlo.
Desde este punto en la ubicación geográfica de lo físico; comprendo la geometría que me rodea. Veo la similitud en los pliegues repetitivos que nos inspiró la naturaleza. Siento y percibo las variaciones térmicas, polares, opuestas.
La ciudad, vista desde mi ojo posicionado en el cielo, lejos. Se me presenta como un inmenso chip armónico, como un trabajoso instrumento de arquitectura, diseñado e ideado por la mente más perfecta. Percibo su frialdad, su indiferencia, con su geocentrismo queriendo aislar la simbiosis del Cosmos. Veo también, los limites finitos de la apertura de la creación, separados.
Percibo una potencia apartada, un circuito de retroalimentación con un hambre voraz.
Una vez más, las imágenes de mi visión se expanden. Mi ojo se aleja del cielo, mas allá. Las fronteras se extienden, la efigie de mi percepción propia se disipa. El espectro visible de la aparición, se distorsiona con las nubes de energía artificial del planeta, recaen como líneas sobre el peso de unos contornos cortantes de una superficie y se desvanecen.
Veo la diferencia entre los suaves bordes espiralados y los quiebres abruptos del silencio; Una esquina, luego otra idéntica, y por ultimo una más. Parcelas delimitadas, un mapa cuadriculado de divisiones e ideas impuestas. Se me presenta el recuerdo de haber oído que, en el otro extremo de Terra, los pliegues eran iguales, pero en vez de ser cuadrados, eran rectangulares. Su simetría y su frialdad, eran la misma.
Un sacudón eléctrico, o un golpe, me trae de regreso.
La canalización, de carácter abstractivo del alma, vuelve como producto de un shock, e ingresa en mi pecho.
Busco oxígeno, respiro una bocanada de desesperación y recaigo de rodillas en el lugar que me encuentro. La textura rugosa y dura de una baldosa se me marca en el centro de las rotulas.
Estoy en la esquina de la diagonal 64 y la intersección 8. Mi visión, aún es borrosa. Busco con uno de mis brazos, algo en que afirmarme. Recaen en el suelo y sienten el tacto húmedo de algún material inexistente, artificial. Pienso entonces en la ilusión de las cosas, en su tiempo de existencia.
La visión, que hasta ese momento no la tenia, comienza a presentarse como producto de una mancha borrosa ondeante, como una espuma azul. Círculos de visión nublada y efímera. Su movimiento es oscilante, de corriente continua. Se quiere asemejar al agua, pienso. Dividida en cientos de partículas.
Poco a poco, la visión va volviendo. Y comprendo así, que aquella mancha azul, es una maraña de gente que camina, una colectividad andante de personas que circulan por las calles. Todas, vestidas de azul. Llevan puesto una especie de Samue, una ropa tradicional japonesa, como un conjunto entero.
Recae en mí, el recuerdo de que nos encontramos en el mes del agua.
La elegancia de las ropas me sorprende. Una vez que logro incorporarme, me observo. Estoy en un tono que desencaja con el resto. Gris Basco, la temporada pasada; El aire.
No fue por casualidad que caí en aquella baldosa, debo decir la verdad. Declararme, más que nada frente a mí mismo. Porque aunque las estaciones pasen como hojas en el viento. Debo aceptar que ésta, no es mi vida. Mejor dicho, ésta, no es la vida de nadie en específico.
Editado: 11.11.2023