Mason me traicionó, me entregó a su padre y están a punto de acabar con mi existencia. Mientras cortan mi ropa, Kennet se acerca a Mason, no para felicitarlo como esperaría, lo hace para castigarlo. Mason llora desconsoladamente pidiéndome disculpas y no sé si pueda creerle, cometí un error al hacerlo una vez.
— Antes que nada, tomemos unos minutos para apreciar los detalles de su traje de piel, finamente hechos para engañarnos y lo confundamos con una persona real. No tengan miedo de tocarlo, están tocando a una máquina cualquiera, no es un delito tocar a una máquina por más humana que se vea, no lo es y no lo será.
Acarician mi cuerpo y se burlan de mí, como si fuera un pedazo de carne, hacen bromas obscenas y subidas de tono, tanto así que Kennet les advierte.
— Recuerden no romper nada, mi querido hijo necesitará unos cuantos recuerdos de ese novio de metal.
Me niego a hablar, no quiero descubrir todo lo que ese hombre tiene que decir. Me siento vulnerado, he dejado de tener fe en que me salvarán. Tan pronto como dejan de divertirse con mi cuerpo me quitan la piel falsa con cuidado, tirándola al suelo entre risas.
— Puedes jugar con eso, Mason, te lo mereces por haberme traído a un objetivo valioso.
— Te odiaré hasta que te mueras.
— Ódiame, los más débiles se destrozan por no ser tan grandes como nosotros, muchachos, desmonten esa carcasa pieza por pieza, no toquen su cabeza, tiene un bloqueador de señal para divertirnos por más rato, veamos que tan bien está hecho.
Quitan escama por escama, no me interesa hablar con ellos, sé que no me van a escuchar, no me ven como una persona, me ven como un simple objeto, seguramente han de tratar mejor a los animales con quienes experimentan. Mason es el único que no es capaz de disfrutar esta tortura, no sé si pueda preguntarle algo, tengo miedo a que haya accedido a esto. Pero por lo mucho que está sufriendo tal vez sea por otra razón.
Estoy destrozado, al mirar abajo veo mi estructura de metal con cables y mecanismos intentando escapar, todas las escamas las han dejado tiradas en el suelo. Mason entra con movimientos robóticos, no como él lo hace siempre con seguridad y movimientos sueltos. Sus ojeras han incrementado y tiene los ojos rojos. No quiero hablarle.
— Satoru, yo no… yo no quise hacer esto —volteo hacia otro lado, no quiero escucharlo—. Estoy siendo obligado —no sé si creerle, no puedo hacerlo—. Si estás enojado tienes todo el derecho de estarlo, te condené a muerte —no se mueve de ahí y no puedo moverme mucho—. Soy tan tonto por no haber escapado a tiempo, los dos podríamos haber sido felices, pero lo eché a perder.
No separo mis labios, quiero estar solo, él quisiera dejarme solo, pero no puede hacerlo. Su padre ha de entender donde sea que esté y lo saca de mi vista, Sé que mi creador está trabajando arduamente en rescatarme, pero las posibilidades de rescatarme a tiempo son menores al 10%. Estoy condenado.
Dos horas después, vuelven y sacan mis articulaciones de su lugar, esta vez anotando en sus tabletas y Kennet hablando sin parar y comparando con sus androbots, claro que no me iba a destrozar de una vez, quiere saber cómo funciono para ser más asquerosamente millonario y después destruirme por pura diversión, como le encanta hacer con todo lo que no tiene. No solo me destruye a mí, se burla de Mason y como él pudo ser tan estúpido e ingenuo para enamorarse de una máquina, cuenta como descubrió que era un androide y momentos con demasiadas fobias sociales para querer escuchar y saber, un momento interesante es cuando habla sobre una pelea que tuvo con Mason, hicieron una cena para él, debe ser raro por la forma en la que otros se sorprenden, y él les dijo que Androide 501 era mejor que sus propios padres, suena razonable. Luego cuenta cómo controló a Mason para llevarme hasta aquí con una satisfacción diabólica, si lo disfruta es porque hace sufrir a Mason.
— Quiero hablar con él —son mis primeras palabras en horas, rompo mi pacto de silencio.
— No le hagan caso, está programado para querer zafarse, Joseph y sus amiguitos los hacen muy mañosos.
— ¡Quiero hablar con él! —a pesar de estar separado puedo mover mi cuerpo estrepitosamente con movimientos aleatorios que les impiden hacer pruebas.
— Sigan trabajando, así va a agotar su batería, será más fácil analizarlo si no se mueve.
— ¡Dije que quiero hablar con él! —mis extremidades se mueven más, llegando a lastimar a los trabajadores indirectamente.
— Hay que tomarnos un descanso, vayan —sus empleados asienten y se van, pero cuando se van reprende a Mason—. Controla a tu estúpido juguete o te haré desconectarlo quieras o no.
— Yo…
— Me equivoqué, una máquina se ha equivocado, te juzgué sin ponerme a pensar las cosas dos veces, te debo una disculpa, es lo único que puedo hacer.
— Soy yo quien te la debe, debí haber escapado cuando Lewis me dio esa opción.
— Tú no nos separaste, fue Kennet —me doy cuenta de un detalle imperceptible a simple vista, el vidrio protector en la cabeza de Mason refleja un aparato que me han puesto en la nuca, el bloqueador de señal, y su mano está cerca de mi cuello, muy cerca—. ¿Puedes controlar tu cuerpo?
— ¿Qué? —con los labios le indico mi nuca, a lo que entiende mi plan—. Un poco, si me concentro puedo hacerlo.