Para entender todo es necesario conocer las especies, así que, sin mucho preámbulo, seguiré con la segunda "Los Aichans", mejor conocidos como los negros azules. — ¿Por qué azules? Interrumpe Lot a carcajadas —
—Para ti todo es una broma, pero ¿qué más puedo pedir de un inculto?
—¿Verdad que sí? Te sorprenderías con todo lo que sé —su tono se torna serio—. Mejor explícame eso de negros azules…
—Si no interrumpieras tanto ya te lo habría explicado. Además, dudo que sepas algo.
-Si si. ¡HABLA!
Me terminará dando un derrame, lo sé. La respuesta varía dependiendo de cómo los intérpretes, la verdad es que son tan negros como la noche; sin embargo, no es su color de piel lo más llamativo, si no sus enormes ojos azul celeste, sumado a la exagerada cabellera azul metálica que poseen.
—¿Qué tan larga es la cabellera?
—Termina justamente tres centímetros antes de llegar al trasero.
—Dijiste trasero, ja, ja, ja.
Tienen abdominales extremadamente marcados, voz ronca; tienden a ser sexy y rudos a la vez. Su habilidad es la fuerza, lo que los ha convertido en los arquitectos, ingenieros y constructores de CYDENT. Se encargan de todo tipo de infraestructura, de las más avanzadas, por supuesto. A pesar de su rudeza, son bastante amistosos y leales. Sus nombres terminan en chan, y estar con ellos es fascinantemente cálido, aunque lucen fríos. De hecho, Ivette es una Aichan. Su verdadero nombre es Ivetchan, pero prefiere que la llamen Ivette.
—¿No es esa tu novia? —preguntó Lot con picardía.
—No, no es mi novia. —Un sentimiento de ansiedad me invade. No sabía lo que era tener un dolor estando en coma hasta ahora; sentí como el corazón se me apretó. Me sumergí en un silencio de unos cinco minutos; por primera vez Lot pareció entenderme y no habló.—
—¿Sabías que CYDENT está dividido en dos partes? — Pregunto tratando de evitar ese recuerdo tan agridulce que me persigue.
—Puede ser que sí, o ¿quieres que me haga el tonto? —responde Lot.
—Suspiro y continúo.
La primera parte de CYDENT, que abarca una cuarta parte del espacio, está dedicada a los Cydeanos en gestación y desarrollo, aquellos que están en los primeros 300 años de vida. Durante este tiempo, viven una infancia y adolescencia similar a la de los humanos, creciendo, formándose y preparándose para el gran CYDENT. Les enseñan sobre las demás especies. Sin embargo, están separados.
A partir de los 301 años, su crecimiento se acelera significativamente, convirtiéndose en gigantes promedio. En este punto, son trasladados a la otra parte del planeta, donde justamente al entrar este crecimiento inicia. En conjunto, comienzan sus estudios superiores enfocados en las características y habilidades de su especie. Además de poder convivir con las diferentes especies.
Cuando alcanzan los 500 años, son considerados adultos jóvenes y mantienen esta apariencia hasta los 800 años. A partir de entonces, comienza su ciclo de envejecimiento, el cual se prolonga hasta los 1000 años, cuando alcanzan su altura máxima y culmina su vida.
—Wow, la vida en CYDENT es bastante impredecible. ¿Te puedo preguntar algo?
—¿Por qué tan educado de repente? —respondo con recelo—.
—¿Puedo preguntar si o no?
—Si, pregunta. Pero yo elijo si respondo.
—¿Qué pasó con Ivette? —Sentí ese dolor desagradable en el corazón nuevamente. — ¿Por qué quieres saber eso?
—Simplemente curiosidad. Si no quieres responder, no lo hagas. —responde Lot obviamente usando psicología inversa, pero con tal delicadeza y suavidad en su tono de voz que estoy seguro de que puede sentir mi dolor—.
—Nuestra historia es un poco complicada, es un nosotros que no puede pasar. ¿O se te olvidan las leyes y normas de CYDENT para los jefes de cada especie? En adicción, ¿no ves en la situación que estoy?
—¿Si no estuvieras en coma o libre de esa enfermedad o maldición, estarías con ella?
—Lot, si rompo las reglas, la única perjudicada será ella. Ya no me molestes, te dije lo que querías saber, más no escuchar. Pero es la realidad. En su momento me entenderás. — El dolor en mi corazón es tan grande que siento que, si digo más, no tendré tan siquiera la esperanza de volver a despertar—.
—¿Quién creó esas malditas reglas? — Pregunta con obvia indignación.
—Me intriga saber más quién eres, que conoces algunas cosas y desconoces otras.
—Si algún día despiertas, a lo mejor me recuerdes.
—¿Te recuerde? — La curiosidad me invade.
—Háblame de esas reglas. Si tú tienes secretos, yo también los tengo.
—Cada vez me sorprende más tu picardía, Lot.
Las reglas son creadas por otra especie, la tercera de la lista, nombrados los ShiuHan.
—Te sorprendería saber todo lo que son capaces de hacer.
—Dime más ...
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A través de los ojos de Ivette
Todo comenzó ese día. Las plantas estaban más moradas que nunca, y un plateado intenso adornaba cada punta de los pétalos, como si fueran besos de un ángel. Era mi cumpleaños 301, y el comienzo de una gran aventura.