Cydent Todo Esta Al revés

Capítulo 6: Sensaciones

Después de casi tres años de estar sumido en la oscuridad, empiezo a sentir sensaciones que creí perdidas. Los estímulos recorren todo mi cuerpo una y otra vez, como si se tratara de alguien haciendo cosquillas o pequeños choques eléctricos. Escucho voces a lo lejos, pero no logro entender lo que dicen. Cuando intento abrir los ojos, parecieran estar pegados. Sin embargo, con cada estímulo hay una fuerza dentro de mí que crece, un sentimiento de que estoy más cerca que nunca de romper el silencio, de despertar y regresar al mundo que me espera.

—¡Si despiertas desapareceré! —exclama Lot con desesperación—.

—No, Lot, aún no despierto, pero creo que pasará pronto. Las sensaciones que estoy experimentando son nuevas, y aunque suelen ser momentáneas, se vuelven más frecuentes e intensas al pasar el tiempo. ¿Pero cómo es eso de que desaparecerás? — La preocupación me invade. Su compañía se ha vuelto una costumbre.

Jamás había contemplado la posibilidad de lo que podría suceder con Lot si llego a despertar. Ni siquiera sé de dónde proviene, si realmente es una parte de mi subconsciente, o si es un lobo disfrazado de oveja. ¿Cómo terminó en mi mente y por qué comencé a escucharlo estando en coma? A pesar de todas mis dudas, debo confesar que, más allá de quién o qué sea, Lot se ha convertido en una parte fundamental de mí.

Mi mamá siempre solía decir: "¿Amigos?" No hay amigos. Lo que hay son compañeros de vida en diferentes etapas. Solo confía en ti, lo demás es temporal'. Pero con Lot, es difícil descifrar si es un compañero de etapa, un enemigo, o una de esas figuras que deseas creer que son tus amigos, aunque en el fondo sabes que no lo son. En este abismo de incertidumbre, Lot se ha instalado en mí como un enigma que no sé si desentrañar o simplemente aceptar.

—No lo sé, pero es una posibilidad. —dice Lot con un tono de duda, como si escondiera algo—.

—¿No se supone que eres mi subconsciente? Es imposible que desaparezcas, eres parte de mí. —Respondo. A lo que no obtengo una respuesta.

—Laiot, aún no me has contado todo lo que pasó antes de que cayeras en este sueño profundo. Oh, sí, las especies primero; todavía te faltan tres. —responde cambiando el tema abruptamente.

No voy a negar que estoy lleno de dudas, ¿por qué hace esas clases de pregunta si es mi subconsciente? ¿Podría ser un mecanismo que mi cerebro ha creado para mantenerme lúcido? Definitivamente estoy comenzando a sospechar de Lot y de su verdadera procedencia. Aun así, por ahora le seguiré la corriente.

—Me interrumpes tanto, que por eso el desenlace no ha fluido —digo con sarcasmo—.

—Ok, ok. No te interrumpiré por ahora.

—La siguiente especie son los Qiguái, realmente fascinantes y extraños. Durante el día, habitan en el mar, tomando la forma de sirenas con largas cabelleras rojas y colas plateadas. Al caer la noche, se transforman en gigantes hadas del bosque, con majestuosas alas doradas, aunque sus rostros y cabelleras permanecen iguales, con rasgos faciales similares a los de los ShiuHan, pero con ojos color plateado. Los Qiguái son los guardianes de los mares y bosques de Cydent, dedicados a protegerlos y preservarlos. Reportan directamente a los Meltson sobre todo lo que ocurre en estas áreas y se aseguran de que ningún ser los dañe o perturbe.

—Impresionante, quiero una de esas ya mismo.

—No son objetos que puedas poseer —respondo—.

—Eso no cambia el hecho de que quiera una, así que no me fastidies. — ¿Pero cómo es posible que en CYDENT existan tantas especies, y que también sean tan diferentes?

—No sé si recuerdas cuando te mencioné sobre la tierra en sí.

—Sí, dijiste que la tierra es lo más importante.

—Exactamente. La evolución de este planeta ha sido asombrosa, desde los cielos, las temperaturas y el clima, hasta las aguas, la vegetación y el suelo. Todo ello ha permitido que seres como nosotros existamos. Por eso cuidamos tanto a nuestro CYDENT. Aquí, todo es tan espectacular que solo nos damos cuenta de nuestro gran tamaño cuando nos comparamos con el lado más pequeño y cuando llegamos al gran CYDENT siendo diminutos antes de la transformación. La armonía que reina es tal, que, si seguimos mejorando, en unos siglos podría nacer una nueva especie. Este planeta parece tener vida propia, y para cada parte ha creado una especie que la lidere.

—Estoy sin palabras.

—Entonces no hables.

—¡Qué mal hablado eres, Laiot! Aunque, ¿sabes qué? Todo es muy impresionante aquí: mucha evolución, reglas por doquier, gigantes raros por todos lados… Pero aún no has contado cómo es que terminaste involucrado con una Aichan si se supone que eres de la realeza Cydeana y todo lo que haces es para preservar tu tierra. —dice Lot, con claras intenciones de molestarme. A lo que no le respondo.

La verdad es que cuando estás enfocado en tus objetivos personales, en crecer y aportar a tu entorno, es difícil que una relación ocupe el primer plano. Puedes divertirte de vez en cuando, pero nada más que eso. No esperas que una simple impresión o un momento se conviertan en un anhelo. Más cuando estás consciente de que es prohibido y hay muchos peces en el océano. Con Ivette sucedió algo similar. Mi confianza se convirtió en mi peor enemigo. Fue hace siglos, pero aún recuerdo el instante en que la vi por primera vez. Son recuerdos que siempre me acompañarán, y ahí es donde permanecerán.




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