Capaces de manipular la temperatura en favor del planeta, como si manejaran magia pura, los Hocolds son seres que te dejarían sin palabras.
En CYDENT, no existe punto medio; es un hecho: el frío aquí es tan intenso que quema al instante, creando un entorno inhóspito para casi cualquier forma de vida. Sin embargo, en medio de esta paradoja, es el calor lo que equilibra todo, funcionando como la base que da origen y estabilidad al frío implacable que define este mundo. Gracias a los Hocolds, como por arte de magia, se crea un equilibrio que parece un punto medio.
Son seres de apariencia delicada: su piel es blanca como la nieve, con ojos y labios de un rojo intenso, cabello plateado y una expresión siempre seria.
—Cada especie es tan impresionante —dice Lot con fascinación en su voz.
—Sí, lo somos. —respondo.
—Pero todo parece demasiado perfecto hasta ahora. Todas las especies cumplen una función esencial para CYDENT, pero ya no parece haber más necesidades que cubrir. Tenemos a los Durphus, capaces de ver todo, incluso sin luz, bajo los cielos oscuros de CYDENT gracias al brillo de sus ojos. Son una especie prestigiosa, los primeros en surgir, y básicamente poseen un monarca cuya palabra es la última en todas las decisiones sobre el planeta. Luego están los Aichans, increíblemente fuertes, encargados de construir y mantener las infraestructuras de CYDENT. Los ShiuHan crean y hacen cumplir las leyes. Los Meltson gestionan y administran todos los recursos naturales del planeta. Los Qiguái protegen las aguas y los bosques. Y los Hocolds controlan el clima y las temperaturas en beneficio de las especies y el planeta. Entonces, ¿cuál es el propósito de la última especie? —dice Lot como una avalancha sin freno.
—Esa es una gran pregunta, Lot. Se trata de una especie de la que casi nadie habla, debido a la controversia en torno a su origen. Están aislados de todas las demás especies y no gozan de las mismas oportunidades. Básicamente, son considerados un error.
—¿A qué te refieres? ¿Qué tiene de particular su origen?
—Si recuerdas bien, existe una regla que prohíbe a los líderes de las especies mezclar su linaje para preservar la pureza. Pero esta regla no se aplica a los miembros comunes de las especies. Como resultado, aunque es raro, algunas especies se mezclan. De esas uniones nace la séptima y última especie: los Muphyros, un híbrido que combina las habilidades y características de las especies que los engendran. Su piel tiene un tono iridiscente que cambia según las condiciones ambientales o sus emociones. Sus ojos son multifacéticos, con colores que varían de acuerdo con el origen de sus padres: un ojo de cada color. Son capaces de ajustar su fisiología al entorno en tiempo récord: pueden resistir temperaturas extremas, modificar su metabolismo para sobrevivir con escasos recursos, o alterar su densidad muscular para volverse más fuertes o veloces según la necesidad. Además, poseen conocimiento heredado gracias a su genética mixta, lo que les otorga una combinación única de habilidades.
—¡Eso suena increíble! —exclama Lot, emocionado.
—Lo sería, si no fuera por su inestabilidad genética. Debido a su origen híbrido, los Muphyros sufren de mutaciones impredecibles y un deterioro acelerado en ciertos entornos. No son aceptados por ninguna de las especies originales, especialmente por los conservadores que son la gran mayoría, lo que los convierte en marginados. Nacen del amor profundo, pero son vistos como abominaciones.
—¡Qué injusto! —dice Lot, indignado.
—Tal vez lo sea— respondo mientras reflexiono, recordando todo lo que ocurrió antes de caer en coma. Irónicamente, mis recuerdos comienzan precisamente con ellos.
—Ya me hablaste de todas las especies, ahora sí, cuéntame todo lo que pasó antes de que acabaras en coma y cómo terminaste involucrado con una Aichan —insiste Lot, curioso.
Escucho el sonido del silencio, y mis recuerdos se despliegan como una película, con Lot y yo como espectadores.
2 meses antes del siglo XXIV ...
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A través de los ojos de Ivette
Alcohol, música estridente, luces intermitentes por todos lados y la pista llena. Él, en cambio, solo juega con su vaso mientras me mira. Intento ignorarlo bailando con Moon. Sus pasos sensuales atraen todas las miradas. Yo tampoco me quedo atrás. Escuchamos susurros y comentarios a nuestras espaldas, lo que nos divierte aún más. Por un momento, me olvido de esos brillantes y penetrantes ojos amarillos. Giro instintivamente, buscándolos de nuevo, pero ya no están. Moon intenta decirme algo con la mirada, pero no logro entender qué es.
—Hay alguien detrás de ti —grita Moon, con una mezcla de fascinación y picardía en su rostro. Por un instante deseo que sea él, aunque no sé por qué. Me giro y me encuentro con lo que parece ser un ShiuHan.
—Soy XuHan —se acerca y susurra suavemente en mi oído.
—¿Necesitas algo? —le respondo con frialdad.
—¿Bailarías conmigo?
—Deja de molestar y mejor ve a leer las leyes —interrumpe una voz ronca y sensual. La música se ha detenido, y todos esperan el siguiente tema. Es él; sus ojos brillan aún más bajo las luces.
—Ja, ja, ja. Qué aburrido eres, Laiot. Deberías divertirte y relajarte un poco —responde XuHan, sonriendo con un aire juguetón y seductor. Me lanza un guiño antes de alejarse sin decir nada más.